En la noche electoral del 3 de marzo de 1996, tras conocerse que IU había conseguido sus mejores resultados de la historia en unas elecciones generales, Julio Anguita comparecía ante los medios de comunicación para anunciar lo siguiente: “Izquierda Unida ha tenido un tímido avance”. IU había mejorado sus resultados, pero su ascenso de apenas tres escaños quedaba lejos de las expectativas que se habían generado. Tal fue la decepción que al final el avance electoral de IU acabó percibiéndose como una derrota.
Esa noche de 1996 resume a la perfección el estado de ánimo que ha desprendido IU durante la mayor parte de su historia electoral. Incluso en sus momentos de expansión, este partido ha dejado la sensación de que no ha sido capaz de aprovechar todo el potencial de crecimiento que cada momento le ha ofrecido.
En la actualidad, IU podría encontrarse en una situación análoga a la de 1996. Es cierto que todas las encuestas demoscópicas coinciden situar a IU en claro ascenso electoral. Se trata de un aumento de entre 6-7 puntos porcentuales con respecto a las elecciones al Parlamento europeo de 2009 y de 3-4 puntos con respecto a las elecciones generales de 2011 (vean gráfico 1). No hay duda de que tal incremento debe ser recibido con satisfacción por parte de la formación de izquierdas. No obstante, creo que los dirigentes de IU harían bien en contener su alegría pues existen poderosos indicios de que esta formación no estaría a la altura de la coyuntura tan favorable que tiene en la actualidad.
En efecto, a pesar del desplome sin precedentes del bipartidismo, las encuestas indican que IU apenas alcanzaría los resultados conseguidos ese 3 de marzo de 1996. Por ejemplo, las últimas estimaciones del CIS para unas eventuales elecciones generales darían a IU un 10.9% (abril) y las de Feedback para La Vanguardia un 10.3% (mayo). Estos porcentajes de voto no distan mucho del 10.5% que IU obtuvo en 1996 y son claramente inferiores al 13,4% que consiguió en las europeas de 1994. Así, a pesar de encontrarnos en la peor crisis electoral Partido Socialista, IU parece incapaz de dejar atrás los resultados de los tiempos de Julio Anguita.
No hay duda de que IU ha solucionado lo más urgente: salir de la preocupante tendencia hacia la irrelevancia a la que estaba inmersa apenas cinco años atrás. No obstante, su incremento podría calificarse como otro “tímido avance”, especialmente si tenemos en cuenta las condiciones tan favorables de las que ha gozado en los últimos años. En concreto, IU parece estar desaprovechando la confluencia de tres circunstancias a priori muy propicias para sus intereses:
(i) IU ha desaprovechado abanderar el creciente hartazgo ciudadano respecto a la política. IU no ha sido capaz de presentarse como una alternativa atractiva y diferente para el creciente número de ciudadanos que demandan superar el actual sistema de partidos. El enfado de los ciudadanos no sólo se ha dirigido hacia a las dos formaciones que han tenido responsabilidades de gobierno durante estos años de crisis (PP y PSOE) sino que también ha afectado a IU. Sus líderes cosechan sonados suspensos en las encuestas, con notas cercanas al 3 en la escolar escala de 0 a 10. Y lo que es más importante, IU no es una fuerza particularmente votada entre el electorado desencantado con la política. En efecto, el voto en blanco, la abstención e incluso el PSOE serían alternativas más atractivas que IU para aquellos que consideran a los políticos y a los partidos como el principal problema de nuestro país. Todo apunta, pues, a que IU es percibido más como parte del problema político de nuestro país que como la solución.
(ii) IU no ha conseguido ser el principal refugio de los socialistas desencantados. En los últimos años IU ha podido arañar un buen puñado de votos a un PSOE desorientado, incapaz de pasar página y deshacerse de su imagen de corresponsable de la penosa situación económica y política que sufre España. No obstante, es importante destacar que IU nunca ha sido el principal refugio de las deserciones del PSOE. En las elecciones de 2011, el número de exvotantes socialistas que se pasaron a las filas del PP o a la abstención fue entre dos y tres veces mayor a los que optaron por pasarse las filas de IU. Tras la llegada de Mariano Rajoy en la Moncloa, el PP ha dejado de ser un destino atractivo para los que siguen abandonando al PSOE. Aún con ello, son ahora la indecisión y la abstención –y no IU- las principales alternativas de las deserciones socialistas.
(iii) IU ha desaprovechado abanderar el creciente euroescepticismo. IU se encontraba en unas condiciones óptimas para poder capitalizar la oleada de euroescepticismo que vive nuestro país. El apoyo al proyecto europeo, prácticamente unánime hasta la llegada de la crisis de la deuda, se ha desplomado en los últimos años. El descontento con la UE se ha multiplicado por cuatro desde 2010 y en la actualidad sólo una minoría confía en las instituciones europeas.
Por este motivo, estas elecciones se presentaban como idóneas para IU. Desde los años 90, este partido ha sido la principal formación crítica con el proyecto europeo, por lo que podría parecer que tenían suficiente pedigrí para abanderar la gran decepción de los españoles con la UE. Además, el discurso euroescéptico de IU tenia un enorme atractivo pues nunca se había planteado en términos nacionalistas (como ocurre en otros países) sino con argumentos políticos de gran actualidad. En concreto, los dos grades ejes del discurso euroescéptico de IU han sido (i) el déficit democrático de la UE y (ii) el marcado sesgo liberal del proyecto. Pone los pelos de punta volver a escuchar a Julio Anguita en 1996 advirtiendo del ataque que representaría el Euro a los pilares democrático y social de nuestro sistema. Detengan un momento la lectura y escuchen este audio, hoy más que nunca vale la pena recordar algunos de los discursos de Anguita.
En los últimos años la crisis nos ha demostrado con gran crueldad que, desafortunadamente, las advertencias de IU eran correctas. Y así lo han visto un volumen muy importante de ciudadanos que, ante la constatación de los grandes déficits del proyecto europeo, se han acercado a las tesis de IU. Sin embargo, la formación de Cayo Lara ha sido incapaz de capitalizar tal descontento con la UE. Como muestro en el gráfico 2, el crecimiento electoral de IU no tiene demasiado que ver con las actitudes hacia Europa. De hecho, los nuevos votantes de IU serían según la pre-electoral del CIS menos euroescépticos que el votante leal (e incluso el votante desertor) de este partido. Análisis más sofisticados muestran con claridad que el ascenso de IU nada tiene que ver con las actitudes hacia Europa, sino que se explica exclusivamente por cuestiones de política nacional. En suma, IU no ha sido tampoco capaz de abanderar al creciente electorado euroescéptico, el cual parece que optará de forma masiva por la abstención.
En definitiva, IU tenia un futuro prometedor con grandes oportunidades. Sin embargo, hasta el momento no ha sido capaz de aprovecharlas. Quizás IU aún tenga margen para crecer, pero el tiempo se le está agotando. La intención de voto a IU se mantiene estancada en torno a 11% desde mediados de 2013. Y mucho me temo que el futuro se le presenta menos amable. A IU le empieza a aparecer competencia desde la izquierda de colectivos más capaces de conectar con el desencanto de la ciudadanía. A Cayo Lara y sus compañeros les urge aprovechar esta coyuntura tan favorable. Porque si IU no puede, al final habrá otros que sí podrán.