Pasada la resaca de las elecciones catalanas, recuperamos algo de sosiego para analizar cómo ha funcionado en esta convocatoria electoral el voto desde el exterior.
La coalición Junts pel Sí se quedó a tan solo un escaño de superar por sí sola, sin ayuda de las CUP, el número de escaños de los no explícitamente independentistas. Y esto, como siempre que el resultado final es muy ajustado y podría haber variado de forma significativa con un pequeño número de votos más a favor de alguna opción, acentuó el interés por el voto exterior, cuyo cómputo se retrasa algunos días tras el fin de la jornada electoral.
Una vez contabilizados los sufragios válidos llegados a las Juntas Electorales catalanas desde fuera de España, se comprobó un mayor peso del voto indepentista entre los residentes en el exterior, pero aún así los resultados globales tampoco cambiaron sustancialmente. Y se sucedieron entonces acusaciones y especulaciones varias sobre fraude electoral en la gestión del voto exterior, que haría a los catalanes víctimas de una especial discriminación en la gestión del derecho al sufragio por parte de los funcionarios de los Consulados españoles y el conjunto de la administración electoral.
Pues bien, vayamos a los datos.
Como explicamos en uno de los capítulos de nuestro Aragón es nuestro Ohio, entre 1986 y 2008 la participación electoral de los residentes en el exterior había oscilado entre el 20 y el 40 por ciento del Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA). Tras la reforma del sistema y la introducción del voto rogado en 2011, auspiciada por el PSOE y apoyada por PP, BNG y, ¡oh, ironías de la vida!, también por Convergència i Unió, dicha participación se desplomó por debajo del 5%.
La razón es relativamente sencilla: el nuevo sistema hace extremedamente costoso ejercer el derecho en principio reconocido. Ya no basta con estar inscrito en el CERA (para residentes permanentes en el exterior) o en el ERTA (para residentes temporales), sino que además es necesario solicitar expresamente el voto. Si la solicitud es aceptada, porque se han realizado los trámites necesarios dentro de plazo y presentando la documentación requerida, el sujeto debería recibir la papeleta de voto entre tres y dos semanas antes de la cita electoral en su domicilio (según se trate de residente permanente o temporal) y hacerla llegar con su voto y el certificado de inscripción en el censo bien al Consulado (si es residente permanente) o por correo certificado a su Mesa Electoral (si es residente temporal).*
Este procedimiento demencial ha convertido lo que era un derecho hasta 2011, en una burla, para los catalanes y para todos los españoles residentes en el exterior. Pero examinemos si hay indicios de que la burla ha sido aún mayor en el caso de las elecciones del 27S, como algunos parecen pensar. No hay duda de que la mayor movilización conseguida por las plebiscitarias catalanas ha afectado tanto a los residentes en Cataluña como a los residentes fuera de España: el 12% de los catalanes inscritos en el CERA dentro de plazo solicitaron a tiempo en sus consulados el voto rogado, frente al 8% de aragoneses y castellano-manchegos, los más movilizados de las autonómicas de mayo pasado.
Sin embargo, hay algunos factores no directamente relacionados con el carácter plebiscitario de dichas elecciones que también podrían estar detrás de la mayor proporción de solicitudes. Por un lado, la posibilidad del ruego del voto por internet, que ya se puso en marcha para las autonómicas de Mayo pero entonces era aún casi desconocido y dio bastantes problemas. Y por otro, una mayor información sobre la posibilidad de inscribirse y rogar el voto también si eres solo residente temporal, no permanente, mediante inscripción en el ERTA.
Gráfico 1. Porcentaje de solicitantes del voto rogado sobre el total de inscritos en el CERA en las elecciones autonómicas de 2015 (Andalucía y Cataluña incluidas).
Fuente: INE
Podría ocurrir, en cualquier caso, que pese al mayor número de solicitudes presentadas por los catalanes en el exterior para votar el 27S, una proporción mayor de ellas hubiese sido rechazada. Pero los datos indican que tampoco es el caso. Como puede verse en el Gráfico 2, el porcentaje de solicitudes aceptadas es bastante alto en general, siempre por encima del 80%. La mayor tasa de rechazo (17%) se dio entre los residentes en el exterior que solicitaron votar en las andaluzas de marzo pasado, mientras que la proporción de solicitudes aceptadas entre los catalanes roza el 96%, la tasa de aceptación más alta de todas junto a madrileños y aragoneses. Quizá valga la pena recordar que en las autónomicas catalanas de 2012 se aceptaron el 83%, lo que indica un sustancial aumento en la tasa de aceptación de solicitudes en esta última convocatoria.
Gráfico 2. Porcentaje de solicitudes de voto rogado aceptadas sobre las presentadas en las elecciones autonómicas de 2015 (Andalucía y Cataluña incluidas).
Fuente: INE y Parlament de Catalunya
Ahora bien, como sabemos, el último y gran obstáculo para que las solicitudes aceptadas se transformen en votos efectivos radica en recibir la papeleta a tiempo para depositarla en la urna del Consulado habilitada al efecto, o enviarla por correo, generalmente también al Consulado (ya que solo los residentes inscritos como temporales pueden enviarla directamente a su mesa electoral en España).
Algunos de esas papeletas nunca llegan a enviarse, incluso si el solicitante las recibe a tiempo; aunque cabe pensar que serán pocos casos después de haberse tomado tantas molestias. Otros votos serán enviados a tiempo pero no serán válidos, bien porque no se adjunta el certificado de inscripción en el censo, o bien porque se envían al lugar equivocado (hay residentes permanentes que los mandan a su mesa electoral y no al Consulado).
En cualquier caso, no parece disparatado asumir que en todos los comicios hay, más o menos, el mismo número de despistados, y que la diferencia final entre el número de solicitudes aceptadas y los votos efectivos y válidos recibidos desde el exterior dependerá fundamentalmente de la eficacia/ineficacia del sistema.
Por eso en el Gráfico 3 hemos representado el porcentaje que los votos válidos finalmente recibidos representan sobre el total de solicitudes presentadas (los resultados con las aceptadas no varían mucho por la alta tasa de aceptación y, de este modo, nos acercamos más a la proporción de votos intentados y frustrados).
Como claramente indica el gráfico, los residentes catalanes en el exterior han logrado la mayor tasa de éxito en la transformación de sus solicitudes de voto en votos efectivos, comparado con lo ocurrido a los residentes en el exterior procedentes de otras autonomías en sus respectivas elecciones autonómicas de este año. Y eso aún a pesar de que las listas fueron impugnadas en las cuatro provincias catalanas, lo que generalmente repercute de forma negativa en el voto desde el exterior pues aún se abrevian más unos plazos ya de por sí demasiado ajustados, como me explicaba María Almena, investigadora residente en Francia y miembro del colectivo Marea Granate.*
Gráfico 3. Porcentaje de votos desde el exterior efectivos (válidos y llegados en plazo) sobre total de solicitudes de voto rogado presentadas en las elecciones autonómicas de 2015 (Andalucía y Cataluña incluidas).
Fuente: INE, Recopilatorio España Exterior y Vilaweb
En definitiva, no disponemos de ninguna evidencia de que los votos catalanes desde el exterior hayan recibido peor trato administrativo que los votos de los residentes de otras comunidades autónomas fuera de España. El sistema es simplemente demencial, deprime la participación y dificulta el ejercicio del derecho de sufragio para los residentes en el exterior hasta un extremo que cuestiona la propia existencia del derecho en la práctica. Para todos.
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*Aquí podéis ver cómo resumían el procedimiento a seguir en la web de Marea Granate, el colectivo más activo desde hace años en la denuncia de las múltiples deficiencias en la gestión del voto desde el exterior:
http://mareagranate.org/2015/08/elecciones-catalanas-2015/
El Colectivo de Inmigrantes Español@s en Montréal (CIEM) elaboró hace unos meses una petición para la derogación del voto rogado y la vuelta al sistema anterior, que se presentará próximamente en el Consulado de Montréal y será remitida al Congreso de los Diputados. Si quieres apoyarlo puedes acceder a su lectura y firma aquí.