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'Big little lies', la serie de la temporada: ¿nuevas mujeres poderosas?
Si no has visto 'Big little lies', una de las últimas series de la factoría HBO, no estás en la onda. Cualquier serieadicta sabe que esta obra de siete capítulos dirigida por David E. Kelley, responsable también de la recordada 'Ally MacBeal' (1997-1998), es uno de los bombazos de la temporada. ¡Aviso, ligeros spoilers!
¿Qué tiene 'Big little lies' para destacar entre las demás series?, ¿por qué la podemos reivindicar desde los feminismos? Las razones son diversas: un soberbio guión que disecciona con maestría las relaciones familiares y las relaciones de pareja en una elitista comunidad; un no menos soberbio trabajo de actrices de la talla de Nicole Kidman, Resse Witterspoon, Laura Dern –sí, sí, se escriben papeles a medida de mujeres de más de 30 años que trabajan muy bien–, o de las menos conocidas, y más jóvenes, Shailene Woodley y Zoë Kravitz; el tratamiento de temas como la violencia de género o la violencia que existe entre las diferentes formas de vivir la maternidad; y finalmente, por qué no decirlo, por ese placer que sentimos las mortales al ver que por mucho que tengas un casoplón con vistas al mar también puedes sufrir mucho. Lo de que “las ricas también lloran”, no nos engañemos, tiene mucho de catarsis para quien no lo es.
La historia nos sitúa en Monterrey, un idílico pueblo de la costa norteamericana, poblado por un grupo de familias heterosexuales que llevan a sus hijas e hijos al mismo colegio ¡público! El retrato de madres y padres es diverso y abarca desde la abeja reina que se dedica por entero a su familia, la exabogada que dejó su profesión, la joven madre que huye de un traumático pasado o la madre triunfadora en lo profesional que siente que el resto de madres la rechaza por su éxito.
No es una novedad que las ficciones, como ocurre desde hace unos años, centren sus tramas en la maternidad. Series como 'Sin pegar ojo-Up All Night ' (2011-2012) o 'Mamá contracorriente-Odd mom out (2015-)' han centrado sus tramas en madres no normativas que ahora serían tachadas de ‘malas madres’, ese concepto tan difuso. 'Big little lies' lo hace desde un punto de vista más oscuro y perturbador, porque apuesta por una manera muy inmisericorde al diseccionar las miserias de las relaciones de poder que surgen entre las diferentes madres y que condicionan las vidas de su progenie. ‘Malas’ y ‘buenas’ madres se enzarzan en luchas matricidas para dejar clara cuál es su posición respecto a las madres que no son como ellas. Mucho de verdad que produce estupor y franco desasosiego.
La relación entre madres no es la única violencia que trata sin ambages. La violencia machista también salpica a esta comunidad. Y se trata de forma exquisita. Viajamos con el personaje que sufre maltrato y vivimos con ella sus contradicciones. Esas, que como mujer poderosa y liberada, hacen que no se pueda identificar a sí misma como víctima. Esas dolorosas contradicciones que le hacen dejar de disfrutar de una sexualidad relacionada con la violencia que sufre. Representaciones complejas que pueden producir cierta incomodidad.
A pesar de lo inmisericorde del relato, de visibilizar desde la crueldad lo podrida que pueda estar una sociedad en apariencia ideal y normativa, la serie toma unos derroteros en los que la solidaridad femenina –la llamada sororidad– se impone a cualquier dificultad. Y la unión de las mujeres es algo que nos emociona y nos conmueve.
'Big little lies' es una serie muy grande, pero nos deja un sabor agridulce y varias cuestiones inconclusas: ¿la solidaridad femenina es suficiente para poder abordar un verdadero (y necesario) cambio de paradigma en las construcciones familiares o en la forma de vivir la maternidad?, ¿o es sólo un final hermoso y emocionante para que todo siga igual?
Y lo que es más relevante, ¿por qué los problemas de violencia de género se tratan y se solucionan desde lo privado?, ¿por qué las ficciones se decantan de una forma cada vez más clara –el caso de las películas protagonizadas por Carmina Barrios es paradigmático– por estrategias que surgen desde fuera del sistema? Porque en estos casos el uso de la violencia como estrategia de supervivencia se presenta tan vital como empoderante, tanto para las protagonistas como para el público. Y este empoderamiento a través de la violencia sin duda abre una nueva senda en la ficción televisiva.
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