Opinión y blogs

Sobre este blog

Un nostálgico de la dictadura... ¿qué dictadura?

Llevo meses pensando en escribir este artículo o, más bien, distintas versiones de este artículo. El primer momento fue el 28 de junio, cuando fui a ver la proyección del documental Bixa Travesti, sobre Linn da Quebrada: actriz, cantante de funk carioca, activista transfeminista, negra y favelada, DIOSA.

Reivindica el concepto de “bixa travesty” (marica travesti) para vivirse desafiando las expectativas de género que se supone que tiene que cumplir una mujer trans para ser aceptada. Se declara terrorista del género. Y canta con rabia a los machos (también a los machos gay) que utilizan a las mujeres (también a las travestis). Habla de deconstruir el deseo para relacionarse sólo con mujeres y maricas muy maricas. Cantaba algo así como: “Si quieres estar conmigo, amaricónate”.

En un momento en el que el feminismo mayoritario se resiste a encajar el cuestionamiento de las mujeres trans sobre símbolos que relacionan a la mujer con la vulva o al falo con el patriarcado, Linn da Quebrada visibiliza a las mujeres con pene con letras como ésta:

Gracias a ese documental conocí también a Liniker, cantante de soul brasileña transgénero. Leo que su estética -turbante, falda larga, pendientes llamativos, ojos y labios maquillados, bigote y perilla- fue interpretada erróneamente por crítica y público como una performance, en vez de como su expresión de género. Desde entonces soy adicta a esta canción:

Volví a pensar en escribir una versión de este artículo cuando terminé de ver las primeras (por ahora únicas) dos temporadas de la serie distópica 3%, producción brasileña para Netflix. En un futuro apocalíptico, las y los habitantes de un continente marcado por la sequía, la sobrepoblación y la escasez de recursos participan al cumplir los 21 años en un proceso de selección en el que el 3% que sobresalga por su inteligencia, fortaleza y capacidad de liderazgo se mudará al Mar Alto, oasis reservado a la elite. Aunque el guion es irregular, sobre todo en la segunda temporada, me pareció un ejemplo preciado de serie no sexista.

El artículo que habría escrito en ese momento subrayaría que se trata de un soplo de aire fresco en un panorama polarizado, en el que las (cada vez más) series que rompen con las narrativas androcéntricas y estereotipadas están protagonizadas por mujeres y centradas en cuestiones como la violencia machista o los derechos sexuales y reproductivos: pienso en Big Little Lies, El cuento de la criada, The Sinner, Alias Grace, Top of the lakeEl cuento de la criadaThe SinnerAlias GraceTop of the lake o Jessica JonesJessica Jones. 3% es pura ciencia ficción y si acaso crítica sociopolítica al discurso de la meritocracia. No es feminista ni falta que le hace. Sus personajes principales no incurren en roles tradicionales de género o incluso los subvierten: por ejemplo, el arquetipo de personaje brillante, huraño, sexualmente activo y reacio a los compromisos afectivos lo encarna la magnética (y andrógina) Joana.

Su elenco es paritario y diverso en cuanto al género, la 'raza', la diversidad funcional y la sexual (aunque esto se ve de forma más tímida, ya en la segunda temporada). En un momento en el que las representaciones trans, salvo excepciones notables como Pose, siguen también siendo manidas e incluso interpretadas por actores cisgénero, en la segunda temporada hay un personaje secundario, una mujer con sombra de barba y pelo en pecho, cuya identidad de género no es en ningún momento mencionada: es una habitante más que se prepara con fiereza para pasar el proceso.

En ese segundo artículo abortado, como en el primero, quería señalar lo mucho que nos perdemos cuando no reconocemos a Brasil como potencia cultural y como vanguardia feminista y queer. No sé en vuestro entorno, pero en el mío la gente va a Berlín buscando cultura, vanguardia, memoria política, y a Río de Janeiro buscando playa, exotismo y caipirinha.

Volví a pensar en ello a raíz del triunfo electoral de Jair Bolsonaro, diputado federal de extrema derecha, militar en la reserva y nostálgico de la dictadura. Pregunta de Trivial: ¿sabríais decir entre qué años transcurrió la dictadura militar en Brasil y quién la encabezó?, ¿sabrías decir cómo se volvió a la democracia y citar a algún movimiento político que fuera clave en la resistencia antifascista? Yo no. Lo he mirado en la Wikipedia mientras escribo estas líneas. Me pregunto qué porcentaje de la población española sabrá contestar a esas preguntas y qué porcentaje de la población brasileña sabrá contestar a preguntas similares sobre la dictadura de Franco. Tal vez no confirmase mi hipótesis en este caso, pero sí puedo afirmar tajantemente que nuestra vecina Portugal mira más a España que España a Portugal, y con mayor rotundidad aún que esto se vuelve flagrante y fruto del pasado-presente colonial si nos referimos a Latinoamérica. Me gustaría comparar cuántas autoras españolas se estudian en un Máster de Género latinoamericano y cuántas autoras latinoamericanas en una universidad española.

Se acerca el infame día de la hispanidad, en el que lo único que podemos celebrar es la resistencia indígena. Resistencia al genocidio y resistencia en la actualidad a los proyectos extractivistas impulsados por empresas estadounidenses, canadienses, australianas, chinas... y también españolas.

Sirva esta fecha para revisar nuestros referentes culturales y políticos. A dónde miramos, a quién citamos, dónde situamos el epicentro de las revoluciones que han transformado nuestras vidas. ¿Conocemos a las sufragistas latinoamericanas, a las africanas o a las asiáticas?

Cuando veo los rostros de Berta Cáceres y de Marielle Franco convertidos en iconos de los movimientos sociales en el Reino de España me debato entre la alegría y la tristeza. Han tenido que asesinarlas para que la mayoría hayamos sabido de su existencia y de su lucha o, en mi caso, hayamos retenido sus nombres.

Decimos que Berta no murió, se multiplicó. Decimos lo mismo de Marielle. ¿Pero conocemos a otras Bertas, a otras Marielles, que estén ahora mismo en riesgo de ser asesinadas por plantar cara al poder patriarcal, racista, colonial y neoliberal? Ahí queda ese reto. (Y eso pretendemos con nuestro laboratorio de periodismo transmedia sobre las defensoras de derechos humanos en Mesoamérica).

Mientras rumiaba ese artículo, pregunté en mi muro de Facebook por referentes culturales y políticos brasileños. Pretendía demostrar mi hipótesis de que miramos poco a Brasil y, afortunadamente, me salió el tiro por la culata porque mi entorno virtual sí que conoce más que el Carnaval y el Ronaldinho de turno (también agradezco a las que reconocieron relacionar Brasil con la samba de Janeiro y Giselle Bunchen). En 33 comentarios, mis amigas y amigos del caralibro me abrumaron con nombres, algunos muy conocidos, que se repetían, y otros nuevos para mí. Ahí los dejo al final de este artículo, por si alguien quiere tirar de algún hilo. Y sí, hay mucha bossa nova.

Así que antes reproduzco el comentario de una compañera lesbofeminista brasileña:

*

Lee también:

“Él no, nosotras sí”: las brasileñas se movilizan contra el candidato presidencial Bolsonaro

¿Por qué murió Marielle Franco?

Entrevista a Amanda Moira, activista feminista brasileña, trabajadora del sexo y trans.

Otras políticas brasileñas: sueños que no caben en las urnas (con el que conocí a Marielle Franco)

Y más contenidos en este enlace

Llevo meses pensando en escribir este artículo o, más bien, distintas versiones de este artículo. El primer momento fue el 28 de junio, cuando fui a ver la proyección del documental Bixa Travesti, sobre Linn da Quebrada: actriz, cantante de funk carioca, activista transfeminista, negra y favelada, DIOSA.

Reivindica el concepto de “bixa travesty” (marica travesti) para vivirse desafiando las expectativas de género que se supone que tiene que cumplir una mujer trans para ser aceptada. Se declara terrorista del género. Y canta con rabia a los machos (también a los machos gay) que utilizan a las mujeres (también a las travestis). Habla de deconstruir el deseo para relacionarse sólo con mujeres y maricas muy maricas. Cantaba algo así como: “Si quieres estar conmigo, amaricónate”.