Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.
LGTB… ¿I? WTF?
Saber y ganar, uno de los concursos culturales televisivos de más solera en España -y no solo por su presentador (chascarrillo obligado, lo siento)-. Pregunta: ¿a qué colectivo hace referencia la “I” en las siglas LGTBI? “Indefinido” responde uno. “Hermafrodita”, se lanza al rebote desesperada otra.
Una cuestión que parecía de las típicas de relleno de cultura popular y conocimiento general acaba siendo la que se le atraganta a los cerebritos que acuden a un programa en el que se hace gala de los conocimientos más variopintos, desde ríos perdidos, páginas recónditas de la literatura o generalidades de la sociedad en la que vivimos; donde se ve que la intersexualidad sigue siendo una gran desconocida. Porque es intersexualidad (y no 'hermafroditismo', como se nombra coloquial y erróneamente) el término correcto para designar una realidad que abarca a un 1% de la población: quienes presentan características cromosómicas, genitales u hormonales que rompen con lo que se espera de un cuerpo 'de mujer' o 'de hombre'.
Lo cierto es que cuando la intersexualidad ha aparecido en escena lo ha hecho desde el enfoque de lo raro, lo esperpéntico y el morbo: una modelo que “rompe su silencio” o el caso de la exnovia del nadador olímpico Michael Phelps. Otro ámbito doloroso es el ensañamiento hacia deportistas como Caster Semenya. Como ocurre en casi todas las esferas de conocimiento de la vida, para conocer en profundidad hay que embarrarse y rebuscar. O dejarse llevar por la pura serendipia. Hace diez años me encontré con la intersexualidad precisamente gracias a la cultura, en la exposición A batalla dos xéneros del Centro Galego de Arte Contemporánea.
Fue con el sopapo de las obras de Ins a Kromminga y su arte profusamente activista, cuando descubrí que el sexo y el género no eran binarios, y que había todo un panorama de diversidad que no estaba contemplando. Tres años más tarde, en 2010, nació Pikara Magazine, y la intersexualidad tuvo un nuevo espacio en el que mostrarse. Su primer reportaje abordaba la realidad de los bebés que nacen con genitales considerados ambiguos. Ahora contamos con nuevos referentes, como el blog 'Mi bebé intersexual', en el que una madre cuenta su experiencia. El lema ya deja claro su objetivo de promover la aceptación de los cuerpos de todas las criaturas: “Eres preciosx tal y como eres”.
El año pasado June Fernández apostó por incluir a la activista intersexual salvadoreña Nicole Santamaría entre sus '10 ingobernables', y aprendí que cuerpo, territorio y género son los mismos hilos que tejen la bandera de la militancia que huye de esa neutralidad pasiva con la que nos adormece la idea de que el progreso social es un hecho que camina solo. Y no, hacen falta las huellas de los pasos firmes que van dejando personas que cambian pareceres con su ejemplo.
Esta difusión de realidades diversas va calando y ya empiezan a diseñarse políticas públicas que se centran en la atención a este colectivo, puesto tan a menudo bajo el punto de mira de la patologización y de la visión prejuiciosa de “sexo equivocado”, “cuerpo equivocado” o “vida equivocada”. ¿Y si en realidad quienes estamos equivocades somos esa otredad tan perfectamente pensada desde el binarismo hombre/mujer? Al menos quedémonos con una respuesta, y es que ahora ya sabemos algo más para vaciar las arcas de Jordi Hurtado.
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Una cuestión que parecía de las típicas de relleno de cultura popular y conocimiento general acaba siendo la que se le atraganta a los cerebritos que acuden a un programa en el que se hace gala de los conocimientos más variopintos, desde ríos perdidos, páginas recónditas de la literatura o generalidades de la sociedad en la que vivimos; donde se ve que la intersexualidad sigue siendo una gran desconocida. Porque es intersexualidad (y no 'hermafroditismo', como se nombra coloquial y erróneamente) el término correcto para designar una realidad que abarca a un 1% de la población: quienes presentan características cromosómicas, genitales u hormonales que rompen con lo que se espera de un cuerpo 'de mujer' o 'de hombre'.