Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Monodosis de sangre, sudor y lágrimas

0

¡Que viene un nuevo virus! ¡Que se contagia en saunas gais! ¡Que las personas que menstrúan van a provocar una hecatombe económica al pedir bajas sincronizadas! Sangre, sudor y lágrimas han provocado las últimas informaciones que han circulado en medios de comunicación de todo pelaje, provocando alarma social e incumpliendo el deber periodístico de mostrar todos los aspectos de la realidad.

Hemos consumido excelsas píldoras de veneno a través de titulares capciosos (que no mentirosos, claro) que se han quedado a las puertas de la reforma de la ley del aborto, sintetizándola en buena medida en la idea reduccionista “habrá bajas por menstruación dolorosa”. Estos enunciados solamente pretenden exaltar una absurda crispación sin llegar al fondo de la cuestión: el reconocimiento, por primera vez en la historia de este país, de la salud mentrual. Y no, no se trata de un concepto de ingeniería social, a diferencia de ese titular que vende como nuevo algo preexistente, como son las bajas por dismenorrea. La única novedad, en todo caso, se encuentra en cómo se asume la prestación de esa retribución por incapacidad.

La pobreza menstrual es una realidad que apela a todas las mujeres en cada ciclo. La regla implica un consumo sostenido de productos (higiénicos, recordemos) a los que se pueden añadir medicamentos para paliar unos dolores que se han registrado por parte de la comunidad científica como similares al infarto. Otra de datos: tampones o compresas, 10% de IVA. Viagra, 4%. Sí, sí, la Viagra amparada bajo el epígrafe de impuestos aplicados medicamentos… porque la salud sexual parece que se trata de un término con mayor aceptación que la salud menstrual.

De la sangre pasamos al sudor y las lágrimas. La viruela del mono ha llegado con la desinformación y la estigmatización bajo el brazo. Los últimos titulares que he podido ver con pasmo sitúan una sauna gay madrileña como foco de la nueva plaga de la humanidad. Confusión total entre una casualidad y una causalidad. No, por ser hombre que mantiene sexo con hombres no tienes más papeletas para contagiarte. Entonces, ¿por qué se lleva la orientación sexual de los pacientes al titular? ¿No hemos aprendido nada del señalamiento al colectivo en los ochenta con el VIH? ¿Tampoco hemos aprendido nada de los dos años de coronavirus sobre la transmisión?

Necesitamos aire fresco en el periodismo, mirar más allá del tuit. Otros aires que no traigan vientos que siembren tempestades ni dudas. Parece baladí, algo que solo se queda en el debate en la calle -o en el metaverso-, pero nos están costando sangre, sudor y lágrimas como sociedad estas monodosis de desinformación más letales que algunos virus.

¡Que viene un nuevo virus! ¡Que se contagia en saunas gais! ¡Que las personas que menstrúan van a provocar una hecatombe económica al pedir bajas sincronizadas! Sangre, sudor y lágrimas han provocado las últimas informaciones que han circulado en medios de comunicación de todo pelaje, provocando alarma social e incumpliendo el deber periodístico de mostrar todos los aspectos de la realidad.

Hemos consumido excelsas píldoras de veneno a través de titulares capciosos (que no mentirosos, claro) que se han quedado a las puertas de la reforma de la ley del aborto, sintetizándola en buena medida en la idea reduccionista “habrá bajas por menstruación dolorosa”. Estos enunciados solamente pretenden exaltar una absurda crispación sin llegar al fondo de la cuestión: el reconocimiento, por primera vez en la historia de este país, de la salud mentrual. Y no, no se trata de un concepto de ingeniería social, a diferencia de ese titular que vende como nuevo algo preexistente, como son las bajas por dismenorrea. La única novedad, en todo caso, se encuentra en cómo se asume la prestación de esa retribución por incapacidad.