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La tierra es plana y la violencia machista no existe

La resaca emocional del 8M, como todas las resacas, trae dolor de cabeza. Después de celebrar el impresionante poder de convocatoria del movimiento feminista, de gritar en las calles junto a millones de mujeres diversas, plurales  y unidas, llega el momento de pararse a escuchar el ruido. Después de la celebración de la fuerza de este movimiento autónomo de liberación toca preguntarle a mucha gente de los medios de comunicación de qué lado está más allá de los faldones morados y llamar a mujeres para sus programas ese día.

¿Qué pinta Vox en los debates sobre feminismo? ¿Qué razón lleva a radios, prensa escrita, televisiones y portales web a darles espacio para opinar sobre un movimiento que les sobra desde su cavernario planeta paralelo? Igual tenemos ideas distintas sobre la utilidad social del periodismo y el papel de los medios.

Estáis legitimando sus peroratas negacionistas de la violencia machista permitiendo que sus discursos suenen en la misma frecuencia que los de mujeres defensoras de derechos humanos. Como si tuvieran el mismo peso, igual valor. Como si la libertad de expresión que les ampara (por los pelos) en una barra de bar pudiera ser elevada a la categoría de discurso. ¿Sentarían en la misma mesa el día 1 de diciembre, día mundial contra el sida, a alguien que aboga por que no se use el preservativo en África y a una mujer que investiga sobre la enfermedad?

No me vale la excusa de que estamos en precampaña: Vox no tiene representación parlamentaria y ustedes, quienes deciden quién se sienta a la mesa, con el objetivo de subir audiencias, blanquean y dan por buenos bramidos cargados de odio machista. ¿Invitarían ustedes a una mesa sobre los derechos del colectivo LGTBI a Bolsonaro?  ¿Llevarían ustedes a un terraplanista a un debate sobre ciencia?  ¿A un negacionista a una mesa sobre cambio climático el día de la defensa del Clima? ¿La libertad de expresión para Vox si pero para Otegi no?

Hipocresía en forma de medidores de audiencia y, vamos a decirlo, una forma de posicionarse diciendo que todo es opinable y que todos los discursos son igualmente válidos: la defensa de la igualdad colocada en el mismo plano que la vuelta a “las cosas de pareja se arreglan en casa”, “las mujeres mienten siempre” y “en España los hombres viven perseguidos”.

En los dos días que siguieron al 8 de marzo tres hombres han matado a tres mujeres.  No admito equidistancia. Si ustedes ven, como ve la Unión Europea, la ONU, que por cierto apoyaba y animaba a las mujeres a hacer huelga, y tal y como dice el Convenio de Estambul, que existe una estructura social llamada patriarcado sobre la que se asientan toda una serie de desigualdades que sufrimos las mujeres, permeable a todos los ámbitos de nuestras vidas y cuya máxima expresión es la violencia y el asesinato machista, entonces dejen de dar espacio a discursos que dicen que la violencia machista no existe, que el patriarcado es un invento y que el machismo solo existe si los machistas son musulmanes (y cuando no lo son ya se lo inventan).

¿Es ético llenar sus páginas con anuncios de Hazte Oír y a la vuelta de la página hablar de violencia de género? No es soportable.

Y más allá de Vox, que les damos demasiado peso para tan poca sustancia. Si ustedes quieren de verdad hacer una mesa que enriquezca y hable de los debates del movimiento feminista, acérquense al movimiento feminista; prometo que las feministas tenemos boca, ganas de hablar y mucho que decir. Hay debates internos interesantes, enriquecedores y que aportan. Pero no valemos solo como atrezzo mientras María Claver suelta arrebatados sinsentidos sobre “conspiraciones comunistas de la extrema izquierda” y el oro de Moscú.

En lugar de eso están todos poniendo las manos sobre el feminismo pero sin el feminismo. Han llenado las mesas de opinión con mujeres (eso solo el 8M) de cada partido, como si ser mujer fuera unido necesariamente a ser feminista. Como si nacer mujer te inoculara conocimientos sobre tres siglos de lucha, interés por la igualdad o ganas de pelear tus derechos, a secas. Sentar a Dolors Montserrat a debatir sobre feminismo es como sentarme a mí a debatir sobre biología molecular: completamente estéril.

Después ya llega el descojono máximo: Rocío Monasterio (Vox) se pone de largo en La Ser diciendo mentira tras mentira; negacionismo loco, ancianos vapuleados por el 016, colegios que destrozan el autoestima de niños varones, hombres atacados por feministas locas… Concederle tanto espacio no es responsable. Se les ofrece el tiempo necesario para que sigan expandiendo su estrategia de noticias falsas, mentiras y frases hechas repetidas hasta la náusea. 

Además, tengan en cuenta que cuando nos preguntan sobre Vox a las activistas y mujeres que participamos de una forma u otra en el movimiento, nos están poniendo en el disparadero. Después, en las redes, van a por nosotras.

Y los partidos, por resumir: vaya cuajo, cuadrilla.

Por un lado los que critican el manifiesto de la Coordinadora Feminista, como si hubiera que tener en cuenta las ideas de Casado o de Rivera en su redacción. Como si nos importara lo que dicen quienes hace dos días abogaban por la derogación de la Ley contra la Violencia de Género, los de Arcadi Espada, el que nos explica lo que llevamos dentro, los que querían romper consensos sociales de mínimos y volver a la anterior ley del aborto. ¿De verdad debe gustarle a toda esa gente el manifiesto? ¿Al conservadurismo que nos necesita en casa, calladas y buenas esposas criadoras de hijos sanos para el patriarcado?

¿De verdad querían manifestarse el 8 de marzo? ¿Esos? Habla del 8M Rivera mientras varias mujeres de su partido posan sonrientes y calladitas varios pasos por detrás. La misma foto ofrece Pablo Casado. Los que hacen que Clara Campoamor se retuerza en su tumba equiparando la palabra “Liberal” en el 36 a “liberal” en la Europa que destrozó la socialdemocracia sin sonrojo. Aquellos que pretenden inventarse un nuevo feminismo sin el menor respeto por tres siglos de aportes a la historia del pensamiento universal.  Y esto en 10 cómodos puntos.

Qué fácil es ser feminista, señora Arrimadas, ¿verdad? “No voy a tolerar lecciones de feminismo de nadie”, dice ella. Pues es usted una ignorante y además demasiado altiva para aprender nada. Lo primero que aprendemos las feministas es a agradecer a las ancestras: a las sufragistas, a Wallstonecraft, a Simone de Beauvoir, a Betty Friedan, a Kate Millet, a Audre Lorde, a Angela Davis, a las Kellys, a Wangary Maathai y a las que como Berta Cáceres fueron asesinadas por  defender la naturaleza, a las que están presas en El Salvador por abortar o en Nicaragua por defender derechos humanos. Nosotras, las feministas, sí admitimos lecciones de otras feministas. Muchas lecciones de mujeres increíbles que construyen feminismo cada día con sus manos y sus enseñanzas. Después, cada una construye, deconstruye, analiza, se pregunta, se cuestiona… Y es que el feminismo es un cuestionamiento constante y no parar de aprender nunca. Es reconocer nuestras cadenas, aprender a romperlas y encontrarnos en las luchas colectivas, siendo bien conscientes también de nuestros privilegios, de nuestras opresiones y de cuándo somos opresoras. Aprender, aprender y aprender para ser cada día más iguales.

Sus 10 puntos de “feminismo para dummies” son fácilmente desmontables como hace Barbijaputa aquí. Qué descaro llamarlo “Feminismo Liberal” cuando ese nombre, lo sentimos, ya estaba cogido hace ya unos añitos.

Aparten sus manos y sus ignorantes lenguas del feminismo y dejen de manosearlo. Este movimiento autónomo que sí es político, (¿Disgustazo? Claro, mari, es que lo personal es político) pero no partidista ni propiedad de ningún partido.  Y también un movimiento social con propuestas y aportaciones políticas.

El feminismo es un movimiento social, colectivo y político completo y complejo.  Si no puedes entenderlo o no tienes tiempo para informarte, al menos deja de decir sandeces. Ahora a alguno le va a estallar el cerebro: lo contrario de feminismo no es machismo, lo contrario de feminismo es la ignorancia y la barbarie porque sin igualdad no es posible imaginar una sociedad más justa.

Los medios, por espectáculo o por falta de reflexión previa, legitiman los discursos más machistas que se recuerdan desde el ideario de la sección femenina. Los partidos manosean el feminismo con objetivos electorales. Nosotras, a lo nuestro. A seguir construyendo discurso, a seguir trabajando, a seguir haciendo historia como hicimos este brillante 8 de marzo. Bravo, compañeras.

La resaca emocional del 8M, como todas las resacas, trae dolor de cabeza. Después de celebrar el impresionante poder de convocatoria del movimiento feminista, de gritar en las calles junto a millones de mujeres diversas, plurales  y unidas, llega el momento de pararse a escuchar el ruido. Después de la celebración de la fuerza de este movimiento autónomo de liberación toca preguntarle a mucha gente de los medios de comunicación de qué lado está más allá de los faldones morados y llamar a mujeres para sus programas ese día.

¿Qué pinta Vox en los debates sobre feminismo? ¿Qué razón lleva a radios, prensa escrita, televisiones y portales web a darles espacio para opinar sobre un movimiento que les sobra desde su cavernario planeta paralelo? Igual tenemos ideas distintas sobre la utilidad social del periodismo y el papel de los medios.