No han pasado seis horas desde el peor atentado terrorista en la historia de España con 192 muertos y cerca de 2.000 heridos cuando el ministro de Interior concede su primera rueda de prensa. El rostro de Ángel Acebes no refleja ninguna emoción. El gesto imperturbable es habitual en él, lo que es aun más entendible en las dramáticas circunstancias que se están viviendo. Es la una y media de la tarde del 11 de marzo de 2004. Aún se está trabajando en el interior de los trenes que han saltado por los aires. Las fuerzas de seguridad acaban de iniciar una investigación que se presume larga, aunque luego se acelerará de forma inesperada.
Acebes tiene muy claro cuál debe ser su mensaje desde el primer momento. No va a esperar a las preguntas de los periodistas. Los reporteros querrán saber sobre pistas, indicios o hipótesis. Probablemente van a querer saber más de lo que un ministro puede revelar en esos instantes. Acebes no tiene ninguna intención de refugiarse en la necesidad del secreto, en la idea de dejar trabajar a la policía. La primera palabra que pronuncia es “ETA”. La frase completa: “ETA buscaba una masacre en España”.
Acaba de comenzar una de las operaciones de desinformación más evidentes realizadas desde la cúpula del poder en España después del regreso de la democracia. El objetivo es convertir una hipótesis discutible sobre la autoría del atentado en una certeza que beneficie al Partido Popular tres días después en las elecciones del 14 de marzo. Es imprescindible que los votantes no relacionen la matanza con las decisiones de política exterior del Gobierno de José María Aznar y su apoyo a la invasión de Irak. Algunos dirigentes del PP son conscientes de que lo que hagan en las primeras 24 horas será decisivo.
Acebes cita precedentes de operaciones policiales que han conseguido frustrar atentados de ETA en los que se iban a emplear grandes cantidades de explosivos. Para reforzar su versión, empieza a mentir: “En estos momentos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el Ministerio de Interior no tienen ninguna duda de que el responsable de este atentado es la banda terrorista ETA”.
Mandos policiales saben que existe como mínimo la posibilidad de que se trate de un atentado de origen yihadista. Antes de la rueda de prensa, se ha encontrado una furgoneta robada en Alcalá de Henares que contiene indicios que no apuntan a ETA.
El ministro se apresura a estrechar al máximo los límites de la crítica con el aviso de que sólo los partidarios de la organización terrorista se atreverán a cuestionar su versión. “También estamos asistiendo a un proceso de intoxicación que ha iniciado el señor Otegi de manera miserable para desviar la atención”. Arnaldo Otegi ha dicho que “la izquierda abertzale no contempla ni como mera hipótesis que ETA esté detrás” de la explosión. La advertencia de Acebes condiciona los términos del debate. Nadie querrá ponerse en público del lado del líder de Batasuna frente al Gobierno de España.
Aznar no ha esperado a que su ministro hable a los medios antes de ponerse en marcha. Dos horas antes, ha reunido a un gabinete de crisis en el que sorprendentemente no está el director del CNI. A efectos del mensaje, es más importante lo que hace poco antes de la rueda de prensa. Comienza a llamar a directores de periódicos para decirles que no hay ninguna duda. Ha sido ETA y conviene que así aparezca en sus diarios, que están a punto de sacar ediciones especiales.
Unos días más tarde, Antonio Franco, director de El Periódico, describe la conversación a este periodista: “Y lo que me dijo textualmente fue: no te equivoques, Antonio, no hay la menor duda, es ETA. Me dijo: por lo que ya sabemos, por los antecedentes, por la información previa que tenemos de ETA, sabemos que no hay la menor duda”.
Otro de los interlocutores de Aznar –José Antonio Zarzalejos, director de ABC– describe la llamada en términos más fríos sin dar a entender que le hiciera cambiar de opinión: “Mi experiencia en ese sentido es que yo no me sentí ni presionado ni no presionado. Me sentí depositario de la comunicación de un criterio, que lógicamente tiene que ser solvente a mi juicio, del presidente del Gobierno”.
Aznar también llama al director de El País, medio con el que no mantiene buenas relaciones. Ahí existe la constancia de que la presión surte efecto. El titular previsto “Matanza terrorista en Madrid” pasa a ser “Matanza de ETA en Madrid”. Jesús Ceberio no ha dejado de lamentarlo desde entonces. “El Gobierno de Aznar miente desde el primer minuto”, ha dicho en una entrevista en elDiario.es. “La conclusión que establecieron desde el primer momento los estrategas políticos del PP es que un atentado de ETA les favorecía frente a la hipótesis contraria”.
Lo que Ceberio comenta veinte años más tarde –que temían que los votantes establecieran una conexión entre el atentado y el apoyo de Aznar a la invasión de Irak– es exactamente lo que está pasando por la cabeza de los dirigentes del PP. José Manuel García Margallo lo confirma en un libro de memorias publicado en 2020. “Cuando al rato entraron Pedro Arriola y Paco Villar, les pregunté: 'Pero, ¿sabemos quién ha sido?'. 'Todavía no –me respondieron–. Si ha sido ETA nos salimos del mapa, pero si han sido los yihadistas, nos vamos a casa'”.
Arriola es el principal asesor electoral del PP. A esa hora, todos los que hacen o encargan encuestas saben que pueden tirar a la papelera las que ya conocen. El impacto emocional de la matanza hace que la reacción del electorado sea imprevisible. De todas formas, los dirigentes del PP sí son conscientes de las consecuencias que pueden producirse.
En otro libro, el periodista de El Mundo Casimiro García Abadillo cita otra conversación en la que participa el sociólogo, esta con Eduardo Zaplana, al que traslada un mensaje similar: “Pues mira: yo creo que si se confirma la autoría de ETA, el PP va a barrer, pero si al final los atentados los han cometido los terroristas islámicos, entonces gana el PSOE”.
Es obvio que Arriola comparte sus impresiones con Aznar. El presidente también interviene en una rueda de prensa el mismo día del atentado a las 14.00. No menciona directamente a ETA, pero algunas de sus frases sólo pueden referirse a ese grupo: “Han matado a muchas personas por el mero hecho de ser españoles. Todos sabemos que este asesinato masivo no es la primera vez que se intenta”.
La primera pista que desmiente al Gobierno
La furgoneta descubierta en Alcalá por la mañana contiene siete detonadores que no son los habituales en ETA y una cinta casete con versículos coránicos. La policía encuentra un pequeño resto de explosivos que no es Titadine, el tipo empleado por ETA desde hace muchos años. El tipo de detonador permite identificar al fabricante, que cuenta a la policía que se ha vendido en varias minas de Asturias.
Es el primer giro de los acontecimientos que no espera el Gobierno. A media tarde, los policías expertos en ETA en la Brigada de Información reciben una orden, según Informativos Telecinco. Dejen lo que están haciendo y ayuden a los policías expertos en terrorismo yihadista. La cúpula policial ya está volcada sobre la pista yihadista en la tarde del día 11 y así se lo comunica al Gobierno.
A las 17.28, la ministra de Exteriores, Ana Palacio, envía una orden a todos los embajadores españoles. Comunica a cada uno de ellos que debe “aprovechar aquellas ocasiones que se le presenten para confirmar la autoría de ETA de estos brutales atentados, ayudando así a disipar cualquier tipo de duda que ciertas partes interesadas puedan querer hacer surgir”.
Una funcionaria de Moncloa llama a decenas de corresponsales extranjeros para insistir en la misma autoría. “Nos dio tres razones”, dice ese mismo día uno de los periodistas. “La primera, que nadie había reivindicado y ETA tarda varios días en hacerlo. La segunda, que el explosivo era el habitualmente utilizado por ETA. Era falso. La tercera, que ETA no avisa nunca antes de los atentados”. Varios de esos corresponsales lo consideran un intento tosco de manipulación: “Es un hecho serio. No es corriente en otros países ni en una democracia normal. Personalmente, no tengo palabras. Fue un intento de manipular nuestro trabajo y resulta inadmisible”, opina el corresponsal de la radio pública holandesa.
Ante cualquier hipótesis sobre el atentado, la intervención del CNI debería haber sido esencial. El Gobierno decide mantenerlo al margen. Su director, Jorge Dezcallar, lo cuenta en 2015 en un libro de memorias: “Yo hablé esos días tres veces con el presidente: el primer día, le dije que con los datos que tenía pensaba que había sido ETA, como todo el mundo pensó aquella mañana. El día 12, le dije que no me preguntara a mí porque estaba fuera de juego, que toda la investigación la estaba llevando Interior en torno a las pistas de la mochila y la furgoneta, y que a mí no me dejaban meter baza. Y el tercer día le dije: 'Mira, presidente, esto huele a islamista que apesta'”.
Acebes habla de la furgoneta en otra rueda de prensa después de las ocho de la tarde. A pesar de que la policía ya le ha informado de sus primeros pasos, el ministro insiste en la versión que él cree que puede beneficiar al PP. “La principal línea de investigación es la de la banda terrorista ETA, y cuando aparecen estos datos (por lo hallado en la furgoneta), lo único que tenemos que hacer de manera responsable y seria es iniciar otra línea de investigación”. Es algo que la policía hará sin necesidad de esperar el permiso del ministro. Sobre el resto de explosivo, dice que “es dinamita, pero la habitual en los atentados de ETA”. Otro dato falso.
Aznar realiza una segunda ronda de llamadas a directores de periódicos. Antonio Franco desconfía más del presidente que por la mañana y así lo cuenta a sus periodistas. “La verdad es que la palabra que yo utilicé aquella noche a las doce y media o una de la madrugada en mi redacción, cuando lo comenté con mis compañeros, es que me sentía desinformado por parte del Gobierno”, explica.
Una prueba de un valor incalculable
De madrugada, en torno a las dos de la mañana, se producirá el hecho que lo alterará todo, el que realmente cambiará la historia de España. En la comisaría de Vallecas a la que se han llevado los objetos hallados en los trenes para su investigación aparece una mochila que contiene un explosivo que no ha estallado. En vez de provocar su detonación en un lugar seguro, un policía desactiva la bomba para poder acceder a todos sus componentes. Quien lo hace no es un agente cualquiera, sino uno de los mejores tedax de España, con doce años de experiencia en desactivación de explosivos.
En una entrevista en 2006, explica que era muy consciente del riesgo que estaba asumiendo –“no todas las bombas se pueden desactivar, no es una ciencia exacta”–, pero también de algo más: “Sabía de la importancia capital de lo que contenía esa bolsa, de lo que nos podía aportar conocer los componentes del artefacto. Sabía que nos iba a dar mucha información. Por eso arriesgué mi vida”.
Los policías saben que tienen delante una prueba de un valor incalculable. Los españoles lo descubrirán el sábado. Pero el Ministerio del Interior ya sabe desde esa madrugada qué tipo de explosivo se utilizó en los trenes. Como cuenta el tedax en esa entrevista, las dos partidas de dinamita marca Titadine que ETA había robado en Francia eran de color rojo y naranja. El explosivo que contiene la mochila es de color beige, el que será identificado como tipo goma, marca Goma 2 Eco.
El viernes 12 de marzo, la oposición y varios medios de comunicación tienen algo más que dudas razonables. José Luis Rodríguez Zapatero y el lehendakari Juan José Ibarretxe habían apuntado a ETA a primera hora del jueves sin tener ninguna información. Al día siguiente, todo empieza a ser distinto. “Yo sé que muchos ciudadanos quieren tener acceso a los datos cuanto antes”, dice ahora Zapatero.
Tras el último Consejo de Ministros antes de las elecciones, Aznar dice a los periodistas que no quiere jugar “a las quinielas” sobre la autoría del atentado, pero justifica la conducta de su ministro de Interior: “¿Es que alguien piensa que un Gobierno con dos dedos de frente en España después de treinta años de terrorismo ante un atentado como el de ayer no tiene que pensar que razonablemente puede ser esa banda la autora?”.
Las informaciones sobre el contenido de la mochila suponen el viernes otro fuerte revés para la versión del Gobierno. Diez kilos de explosivo Goma 2 con un detonador de cobre de origen español. Los detonadores que usa ETA suelen ser de aluminio. No utiliza Goma 2 desde hace quince años. La detonación debería haberse producido al activarse la alarma del móvil, otro método que no es habitual en ETA.
Acebes vuelve a comparecer a las 18.20 y ni se inmuta al dar la noticia que conoce desde muchas horas antes. Ya está totalmente encadenado a su discurso. De forma robótica, repite lo mismo. A preguntas de un periodista que inquiere si continúan centrados en ETA, responde: “Sí, sigue siendo la primera línea de investigación”. Es como si todo el escenario que se ha levantado se viniera abajo en el instante en que Acebes admitiera la realidad.
El día se cierra con manifestaciones en toda España contra la masacre terrorista. Los medios informan de que once millones de personas han salido a la calle. En Madrid, el príncipe Felipe acompaña en la cabecera a los líderes del Gobierno y de la oposición. Zapatero había llamado el día anterior a Rajoy para pedir que se convocara el pacto antiterrorista. Rajoy lo consulta con Aznar y el presidente se niega.
El lema lo ha escogido el Gobierno sin dejar intervenir a la oposición: “Con las víctimas, con la Constitución, por la derrota del terrorismo”. La inclusión de la Constitución es otro recurso para enfocar la acusación en ETA. En varias concentraciones, se escucha una proclama: “¡Quién ha sido!”.
El sábado 13 de marzo, jornada de reflexión, se publica en El Mundo una entrevista con el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno. Hay tantas cosas sin precedentes esos días que una más tampoco resulta tan llamativa. Lo que sí es inaudito es el titular: “Mariano Rajoy: 'Tengo la convicción moral de que fue ETA'”. Al menos, es un argumento que no podía rebatir ningún policía. Cuando todas las pruebas se te vienen encima, siempre queda el recurso de apelar a los sentimientos, como si eso pudiera borrar lo sucedido en las 48 horas anteriores. En realidad, fuentes del PP contaron días después que Rajoy sabía a primera hora de la tarde del sábado que estaba a punto de perder las elecciones.
Acebes aún tiene tiempo de hundirse aún más. A las 14.30, insiste con su credibilidad desmoronándose en todas las redacciones. “A ningún español le puede sorprender que la primera pista sea ETA”. Otra manera de afirmar que todos los españoles deben pensar como él. Al final, siempre vuelve a salir la mentira: “Ningún miembro de las fuerzas de seguridad me ha dicho que la alternativa no sea ETA”. Los periodistas con fuentes policiales están recibiendo mensajes muy diferentes. También los dirigentes del PSOE a los que informan en secreto mandos policiales.
Poco antes de las ocho de la tarde, todas las esperanzas del PP se derrumban con estrépito. La tarjeta del móvil conectado a la bomba lleva a la policía a una tienda del barrio madrileño de Lavapiés. A esa hora se anuncian cinco detenciones, las de tres marroquíes y dos indios, en una noticia adelantada por la Cadena SER. Acebes está condenado a seguir apareciendo ante los medios. “Esto abre una importante línea de investigación”, acierta a decir sin fuerzas para negar la evidencia.
En ese momento del sábado, Moncloa aún intenta que el CNI colabore en la desinformación y ordena a Jorge Dezcallar que desmienta en público una información de la Cadena SER. “Esto sí fue intolerable e indecente. Timermans (secretario de Estado de Comunicación) me llamó seis veces de parte del presidente para que saliera en televisión y dijera que seguíamos trabajando en la pista de ETA, cuando ellos ya sabían que se había detenido a esta gente”, dice el director del servicio de inteligencia. Termina publicando un comunicado que no es el que demanda Aznar, porque, según él, “no gustó a nadie, ni a Gobierno ni a oposición”.
Miles de personas se concentran ante las sedes del PP en protesta por la actitud del Gobierno. A los teléfonos móviles de muchísimas personas, llegan mensajes sin firmar llamando a concentrarse frente a las sedes del PP con el texto: “¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci (director de informativos de TVE) trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, C/ Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!”.
Desde Telefónica Móviles, se envían ese día un millón más de mensajes SMS de lo habitual, casi todos entre las siete de la tarde y las nueve de la noche.
Su número crece cuando aparece la noticia de las detenciones hasta que se cuentan por miles frente a la sede de la calle Génova. Rajoy comparece ante los medios para denunciar “estas presiones intolerables”, porque se hacen “con el objetivo de influir y coaccionar al electorado”. Moncloa realiza llamadas a las televisiones a las que quiere convencer de que retransmitan en directo sus palabras.
Su intervención da al PSOE la oportunidad de anunciar en público lo que está diciendo en privado. Es entonces cuando Alfredo Pérez Rubalcaba pronuncia la frase que será recordada durante mucho tiempo: “Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta”.
Esa noche hay una última oportunidad para el juego sucio. TVE emite el documental 'Asesinato en febrero', estrenado tres años antes, sobre el asesinato de Fernando Buesa y su escolta Jorge Díaz por una bomba de ETA. Telemadrid lo había dado la noche anterior. La Fundación Fernando Buesa protesta al día siguiente con un comunicado contra la manipulación de la figura del vicelehendakari: “No podemos callar cuando se pretende de forma artera que la verdad se convierta en otra víctima más de esta barbarie y, menos aún, cuando se trata de utilizar la memoria de dos víctimas del terrorismo con fines electorales”.
Antes de que muchos españoles se vayan a dormir, a las doce y media de la noche, Acebes vuelve a comparecer para informar de la reivindicación del atentado por Al Qaeda en forma de una cinta de vídeo depositada en Madrid entre la mezquita de la M-30 y el tanatorio cercano. La policía ha recibido la notificación cinco horas antes a través de una llamada telefónica hecha a Telemadrid sobre el lugar en que se ha dejado la cinta. Quien aparece en el mensaje es un varón que habla en árabe con acento marroquí, dice Acebes.
El día de las elecciones, los medios ofrecen testimonios de votantes que no olvidan lo que ha ocurrido desde el jueves. Algunos dicen incluso que el atentado ha hecho que sea aún más importante acudir a las urnas. La participación aumenta hasta el 75,6%, casi siete puntos más que en las anteriores elecciones. El PSOE obtiene el 42,5% de los votos y 164 escaños. El PP cae hasta el 37,7% y 148 escaños, 35 menos que cuatro años atrás.
“Han hablado los españoles y han dicho que quieren un Gobierno de cambio”, dice esa noche el futuro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. Rajoy admite su derrota con Aznar al lado: “La participación del pueblo español ha sido democráticamente elocuente”.
A las 23.30, el escrutinio no deja lugar a dudas y TVE pone fin a su programa especial sobre las elecciones para ofrecer la película 'Un mundo perfecto'.
No es el final de la historia. Sólo pasan unas semanas desde la fecha de las elecciones para que algunos medios de comunicación de la derecha empiecen a cuestionar lo que ocurrió esos días. No para preguntarse por qué el Gobierno de Aznar mantuvo hasta el final la hipótesis de ETA, sino para dudar de la investigación policial.
Antes, el 3 de abril, la policía ha encontrado a los miembros del comando en un piso de Leganés. Los terroristas activan los explosivos en su poder y matan al policía de los GEO Francisco Javier Torronteras. Siete de ellos perecen en la explosión, entre ellos Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, alias 'El Tunecino', y Jamal Ahmidan, alias 'El Chino', a los que pronto se considerará los jefes del comando.
El comienzo del bulo de los agujeros negros
La teoría de la conspiración del 11M comienza el domingo 18 de abril con un largo artículo de cinco páginas en El Mundo y el titular 'Los agujeros negros del 11-M'. Es una vuelta al comienzo con el objetivo de dar coherencia a la pista de ETA y exculpar a Aznar de su responsabilidad por los mensajes falsos que pusieron en circulación pocas horas después del atentado.
Se inicia con la invención de que la policía preparaba una redada para detener a toda la cúpula de ETA en Francia en la noche del 12 de marzo, justo antes de la jornada de reflexión. Se presenta literalmente como un regalo a Aznar: “Al presidente le tienen preparado un regalo de fin de curso”. Le servirá como “última catapulta electoral para arrasar en los comicios”.
Pero la intención última no es esa, sino vender una gran conspiración en la que policías cercanos al PSOE tendieron una trampa al Gobierno precisamente para hacerle creer que había sido ETA. Son descritos como “un grupo de mandos policiales y algunos agentes del CNI, de la cuerda más dura y leal al partido socialista”, que serán los que supuestamente “controlarán” la investigación, y no la cúpula policial nombrada por el PP durante sus ocho años de Gobierno. No se explica cómo pudieron subvertir el funcionamiento de la cadena de mando policial.
Un ejemplo obvio de las falsedades del artículo tiene que ver con la identificación del explosivo. La tesis que se pone en circulación es que se trata de Titadine para confundir al Gobierno. “El error al transmitir el informe sólo puede ser intencionado”, dice el artículo. “Ningún experto policial, y menos los especialistas en desactivación de explosivos, podrían confundir Titadine con Goma 2. Los olores que provocan ambas sustancias son tan diferentes como un plátano y una pera”.
Tanto Titadine como Goma 2 son tipos de dinamita. Como explicó tiempo después el tedax que desactivó la bomba que no explotó, no hay diferencias en su olor. Le preguntan si el Titadine y la Goma 2 tienen un olor parecido. “Sí, sin duda, es el mismo. Distinguir entre Titadine, Goma 2 o la Gelamonit portuguesa es imposible hasta que no se analiza”, responde. “Porque los componentes son los mismos. Lo que da la analítica son datos específicos de sustancias que componen el explosivo”.
El artículo del 18 de abril carece de coherencia interna en muchos aspectos. Se presenta como una trampa al Gobierno para que pique en el anzuelo de ETA, pero luego se duda de la pista islámica. Es muy revelador que desde el primer momento El Mundo intente exculpar a Jamal Zougam, detenido el 13 de marzo, y a José Emilio Suárez Trashorras, el exminero que será condenado por vender la dinamita a los terroristas. Ambos tendrán una presencia relevante en futuras portadas de El Mundo.
A partir de ahí, El Mundo y la COPE insisten en que se debe investigar hasta el final, que es precisamente lo que está haciendo en esos momentos la Audiencia Nacional. Quienes llevan la iniciativa son Pedro J. Ramírez, director del periódico, y Federico Jiménez Losantos, presentador estrella de la COPE. Su misión es cuestionar las principales pruebas que aparecen en la instrucción del caso.
La mecánica se repite. El Mundo publica un artículo que es comentado hasta la saciedad en las tertulias de la COPE, donde Ramírez juega un papel protagonista. El Partido Popular toma nota de todo lo que lee y escucha para montar sin pruebas una nueva versión sobre el atentado que incluye la colaboración de ETA y los yihadistas.
Mariano Rajoy no tarda mucho tiempo en unirse a la conspiración. En octubre en el Foro de El Mundo, afirma que no se cree que los detenidos del 11M organizaran el atentado: “Lo que me dice tanto el sentido común como mi experiencia como exministro del Interior es que es metafísicamente imposible que los señores a los que se detuvo hubieran podido cometer el atentado sin que hubiera alguien detrás”. Metafísicamente imposible. El Mundo cierra el círculo abriendo su portada del día siguiente con el titular de la intervención de Rajoy.
El momento culminante es la aparición de José María Aznar en noviembre en la comisión de investigación del Congreso. No se espera autocrítica del expresidente, pero llama la atención que se reafirme en las mismas ideas que hicieron que su partido perdiera las elecciones: “No soy el único que piensa que ETA tuvo algo que ver”. Su frase más recordada sobre los responsables del atentado, los que eligieron el día de la matanza, es: “No creo que anden en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas”.
El PP apuesta por completo por esa trama etarra-yihadista, la única manera de defender a Aznar sin negar que los autores podrían ser marroquíes. El objetivo final es crear confusión, desprestigiar la investigación judicial y sugerir que la llegada del PSOE al poder en 2004 no es legítima al haberse conseguido gracias a un baño de sangre.
Pedro J. Ramírez es su socio más fiable. Siempre con la intención de defender la reputación de Aznar, todavía escribe en 2007 que “cada día cobra más cuerpo la idea de que ETA aportó asistencia logística a los autores de la masacre”.
El PP respalda la campaña desde el Congreso
Es el inicio de la etapa de la crispación que dominará toda la legislatura y culminará en las elecciones de 2008, presentadas por el PP como una revancha por lo ocurrido cuatro años atrás. Pero antes se trata de aprovechar cada artículo de El Mundo como munición contra el Gobierno de Zapatero. El PP presenta en el Congreso más de 400 preguntas parlamentarias para interrogar al Gobierno sobre asuntos de la investigación, en muchos casos con la intención velada de vincular a ETA con el atentado.
Hay artículos hilarantes, aunque el tema no sea nada divertido. Se publica que dentro la furgoneta Kangoo descubierta el mismo 11 de marzo hay una tarjeta de la Corporación Mondragón, el grupo vasco de cooperativas. “Alrededor de 40 agentes escucharon esa información que apuntaba a ETA”, dijo El Mundo. En realidad, es un trozo de papel con el membrete de la imprenta madrileña Gráficas Bilbainas que el dueño de la furgoneta robada utilizaba para dejarla en el salpicadero cuando aparcaba en doble fila. Sí había una casete con un disco de la Orquesta Mondragón, un objeto de escaso valor probatorio.
Una muestra de ácido bórico utilizada como matacucarachas y encontrada en el piso de un yihadista pasa a ser otro elemento de la conexión con ETA con el argumento de que Interior falsificó un documento con el fin de ocultar al juez “lazos entre el 11-M y ETA”, según un titular del periódico en su primera página. Una jueza que dio credibilidad a esa pista absurda consiguió sentar en el banquillo a la cúpula de la policía científica. Fue premiada por el PP con el puesto de vocal del Consejo General del Poder Judicial años después y más tarde con el de jueza de enlace en Londres.
Sin embargo, la clave siempre será la mochila con la bomba que no explotó. La mayor parte de los esfuerzos de El Mundo se dedican a descalificar el valor como prueba de ese explosivo y por tanto de las detenciones conseguidas gracias al examen del artefacto y el móvil. Al periódico se une un grupo llamado Peones Negros que aumenta en internet la difusión de los bulos y en el que se da a conocer Juan Carlos Girauta, años después diputado de Ciudadanos y hoy columnista de ABC.
Los bulos se multiplican en varias direcciones. La bomba estaba preparada para no explotar. La mochila fue “un señuelo colocado”, en expresión de Jiménez Losantos. La tarjeta telefónica se empleó para apuntar a los sospechosos que debían ser detenidos. La policía no respetó la cadena de custodia de la mochila como prueba.
Hasta la explosión de Leganés se presenta como un montaje para borrar pruebas y eliminar a los que pueden contar la verdad. Jiménez Losantos insiste en que no se cree que “unos moritos” sean capaces de montar un atentado de esas dimensiones.
En marzo de 2006, Rajoy destaca que un artículo de El Mundo puede ser un elemento esencial, porque “toda la investigación y todo el sumario que está hoy en día en la Audiencia Nacional parte de la existencia de una mochila que estaba en el tren o en la estación de Atocha. Ahora se nos dice que esa mochila no estaba en el tren o en la estación de Atocha”. El líder del PP llega al extremo de afirmar que “si esto se confirma puede anular toda la investigación y podría anular el sumario”.
El sumario nunca se anuló y el juicio se celebró. Todas las invenciones fueron desmentidas por la sentencia de la Audiencia Nacional, confirmada después por el Tribunal Supremo con la única salvedad de que los 21 condenados inicialmente pasaron a ser 18.
El acoso a los mandos policiales que intervienen en la investigación se hace durísimo en algunos casos, así como al juez de instrucción Juan del Olmo, frecuentemente insultado por Jiménez Losantos, y la fiscal del caso. Rodolfo Ruiz era el comisario del barrio madrileño de Vallecas el día de la explosión y se ocupó de cumplir las órdenes de la jueza de guardia sobre los objetos hallados en los trenes, incluida la mochila que no explotó.
Sufre un linchamiento mediático. “Hasta de asesino llegaron a tacharme en la radio”, cuenta años después a El País. “Decían que yo había manipulado la mochila. Todo un disparate. Los llevé a los tribunales por injurias y calumnias, pero nunca los condenaron”.
Es difícil imaginarse lo que llega a sufrir este policía. Su hija y su esposa se hunden en la depresión. Su mujer acaba suicidándose. En la policía, le retiran el arma reglamentaria por temor a lo que pueda hacer con ella. “Llegué a pensar en pegarme un tiro”. Afortunadamente, logra superar un trato inhumano.
En septiembre de 2006, El Mundo entrevista a Suárez Trashorras para presentarlo en tres portadas consecutivas como un inocente injustamente perseguido. El procesado recita todos los temas que han aparecido antes en el periódico. “Soy la víctima de un golpe de Estado encubierto”. “La Policía me ofreció dinero y un piso para que incriminara a Zougam y El Tunecino”. “Jamal (Zougam) tenía contactos con ETA”. El PP utiliza estas declaraciones para presentar una interpelación al Gobierno a través de Eduardo Zaplana, que fue portavoz del Gobierno de Aznar y que dice en el Congreso que los testimonios publicados “confirman más sombras que luces” sobre el 11M.
Un año antes, en una conversación con sus padres en la prisión, grabada por estar acusado de terrorismo, Trashorras les deja claras sus motivaciones: “Mientras el periódico El Mundo pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española. Desde que nací. Desde la Guerra Civil hasta ahora”. Su madre no entiende cómo la justicia permite publicar esas cosas a El Mundo, como una entrevista a otro delincuente que acusa a Trashorras de colaborar con ETA. “Porque tienen más dinero que todos ellos juntos, no te jode. Son unos mercenarios. Te pagan a ti para que cuentes cuentos”, responde Trashorras.
La sentencia de la Audiencia Nacional no le sirve a Rajoy. Afirma que el caso no está cerrado, porque no se ha condenado a los “inductores o autores intelectuales”. Asegura que su partido apoyará “cualquier otra (investigación) que permita avanzar sin límites en la acción de la justicia”.
La lógica indica que al PP no le interesa que se siga hablando del 11M en años posteriores para que los votantes no recuerden la conducta de Gobierno en esos días. Pero lo que hace es mantener viva la teoría de la conspiración con acusaciones directas e insinuaciones, lo que tiene consecuencias en la opinión pública.
Una encuesta de 2006 revela que el 23% de los españoles está en desacuerdo con la afirmación de que los atentados fueron exclusivamente obra de yihadistas. El porcentaje se eleva al 53% entre los votantes del PP. Es un fenómeno que ahora se repite en EEUU. Hay porcentajes similares o incluso superiores de votantes republicanos de EEUU que afirman que sólo un fraude electoral pudo impedir la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2020.
El Partido Popular pagó un alto precio por los acontecimientos de esos cuatro días de marzo. Perdió unas elecciones que creía tener ganadas y hay pocas cosas peores en política que eso. Lo que ocurre es que nadie asumió ninguna responsabilidad. Acebes fue el secretario general del PP de 2004 a 2008. Siguió como diputado hasta 2011 y luego abandonó la política.
Aznar había hundido a su partido en las urnas, pero continuó siendo su referente. Fueron sus críticas a Rajoy las que hicieron que la dirección del PP marcara distancias con él y su fundación, la FAES. Luego, ha vuelto a contar con un papel estelar al amparo de Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo. Utilizar sin rubor los bulos mediáticos, como hizo Rajoy, pudo tener una influencia en su derrota en las urnas en 2008. No le supuso ningún problema en los comicios de 2011.
Pedro J. Ramírez recuerda periódicamente que no se sabe la verdad sobre el 11M y nunca ha reconocido que difundiera bulos en forma de hechos falsos o manipulados. Más bien al contrario, se ha pasado años acusando de graves delitos a los jueces, fiscales y policías que participaron en la investigación. Fue destituido por la empresa que edita El Mundo en 2014, aunque fundamentalmente por la publicación de los SMS de Rajoy a Bárcenas. Le sustituye su director adjunto, Casimiro García Abadillo, autor de muchos de los artículos de la teoría de la conspiración.
Jiménez Losantos continúa siendo uno de los grandes representantes de la derecha en la radio ante el que se inclinan los dirigentes del PP por temor a su influencia. Sigue afirmando que el 11M fue una gran conspiración contra el PP tapada por la investigación judicial.
El 11M cambió la historia reciente de este país, y no sólo por sus efectos en las elecciones del 14 de marzo. Instaló en la política española la idea de que mentir ya no acarrea un coste público en términos de descrédito. Siempre habrá un medio de comunicación que respalde los infundios. El líder siempre podrá decir que todo se debe a una campaña injusta promovida por los adversarios políticos.
Mucho antes de que Trump llegara a la presidencia de Estados Unidos, España fue testigo de cómo la mentira y la manipulación son armas legítimas en la carrera por alcanzar o mantener el poder.