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Rivera se juega su propio liderazgo en el momento más bajo de Ciudadanos, que amenaza con sumirse en la irrelevancia

Los dirigentes de Ciudadanos en el acto de cierre de la campaña.

Carmen Moraga

  • Tras una floja campaña, en el partido siguen confiando en una “remontada”, que parte de los indecisos les libre de la debacle y no haya demasiada abstención 

Las sonrisas de incredulidad que los dirigentes de Ciudadanos exhibían hace apenas algo más de un mes cuando empezaron a aparecer las primeras encuestas que apuntaban a un declive del partido el 10N, se han esfumados de sus rostros. Ahora, en vísperas de la cita con las urnas, la preocupación es real y muchos temen no solo en caer en la irrelevancia, sino también por el liderazgo de Albert Rivera que parece dispuesto a resistir.

Según reconocen fuentes del partido, los propios trackings internos que maneja la dirección ratifican el batacazo electoral al situarles por detrás de Unidas Podemos y de Vox como quinta fuerza política en el Congreso. En el mejor de los casos lograrían un 10,8% de apoyo si consiguen que haya “movilización”.

“Necesitamos dos puntos más para sumar otros 20 escaños”, clamó Albert Rivera el miércoles pasado en Sevilla, en un llamamiento casi a la desesperada junto a Juan Marín, vicepresidente de la Junta de Andalucía, la primera comunidad donde Ciudadanos cerró un gobierno con el PP y el apoyo de Vox. Aunque el ambiente aparentemente era de fiesta, con música en directo, durante aquel paseo en barco por el Guadalquivir la procesión iba por dentro y el 'grito' de Rivera corroboró que el propio líder asume que los 57 escaños logrados el 28A fueron una ilusión.

El objetivo ahora es mantener el tipo para ver si consiguen unos resultados suficientemente “dignos” como para poder negociar o bien con el PP –en el hipotético escenario de que las tres derechas sumen más que el bloque de izquierdas– o bien con Pedro Sánchez “a cambio de que se comprometa a hacer reformas y a no pactar con los nacionalistas”.

“Vamos a esperar hasta el domingo. La última palabra la tienen las urnas”, insisten en el partido donde la realidad es que el pesimismo cunde por muchos mensajes de ánimo y de llamadas a la “remontada” que el candidato les haya estado lanzando estos días.

La última, en el acto de cierre de campaña este viernes en Barcelona en el que ha estado acompañado de Inés Arrimadas y Lorena Roldán. Allí, Rivera ha apelado a los votantes desmovilizados y a los resultados obtenidos en Catalunya y Andalucía en los anteriores comicios autonómicos para combatir el desánimo interno. “Aquí huele a remontada porque nacimos como los salmones, remontando el río”, ha asegurado el presidente del partido. “Si el domingo nos movilizamos puede haber una sorpresa electoral”, ha añadido entre cánticos de “sí se puede”.

El candidato, que ha logrado abarrotar el Palacio de Congresos de la capital catalana gracias a los autobuses fletados por el partido desde toda España, ha apelado veladamente al votante de Vox, que parece ser el causante de gran parte de la debacle de Ciudadanos. “No es momento de votar con las vísceras”, ha señalado. “Votad con la cabeza”, ha continuado, “porque lo más valiente y patriótico es votar a un partido que garantiza la unidad y la libertad de los españoles”.

Una campaña con el amargo sabor de las encuestas

La formación, que se autodefine como “liberal y centrista” pese a no haber dado señales de serlo en todos estos meses al pactar con el PP y la ultraderecha de Vox, ha afrontado esta corta campaña desde el primer minuto con el sabor amargo de las encuestas.

No ha habido actos multitudinarios. El partido ha optado de nuevo por recintos pequeños, con el formato de “Vamos de cañas con...”, en donde Rivera se ha rodeado de militantes y simpatizantes que intentaban animar el ambiente, aunque no en todos los mítines han logrado ese objetivo. De ahí que los llamamientos a la implicación de las bases hayan sido constantes.

También han repetido la fórmula de actos-coloquio para presentar las medidas del programa que el equipo de campaña ya utilizó en las elecciones del 28A, y que entonces consideraron un “éxito”. “Ahora es que parece que todo lo que hacemos no tiene la misma repercusión. Hay un clima premeditadamente adverso contra nosotros”, lamentan algunos dirigentes, visiblemente decaídos. Tampoco el debate a cinco logró los efectos deseados.

El acto más nutrido fue el celebrado en la plaza de Sant Jaume, en Barcelona, en plena escalada de protestas por la sentencia del procés. Rivera criticó con dureza a Torra por situarse “al frente de los comandos violentos separatistas”, los CDR, y exigió a Pedro Sánchez por enésima vez la aplicación del 155 en Catalunya. Ese día muchos de los asistentes llegaron desde Madrid y desde otras provincias y el partido casi consiguió llenar la plaza.

Lo cierto es que son muchos los que no han visto a Rivera en estas nuevas elecciones con el fuste de otras ocasiones. En uno de los desayunos informativos al que acudió en vísperas de que comenzara oficialmente la contienda, un empresario salió visiblemente desilusionado. “Vaya discurso aburrido. No entiendo lo que le pasa a Albert”, expresó ante un reducido grupo de periodistas. Esa sensación de 'pasotismo' la han apreciado incluso algunas personas de su equipo. “No hace mucho caso de lo que le dicen. Va por libre”, afirman desde ese entorno más cercano.

Otros colaboradores aseguran que le ven “sereno” y creen que lo que le pasa es que vive “con la lógica preocupación por la suerte que puedan correr la personas de su equipo”, con las que ha trabajado codo con codo todos estos años.

La idea que mantiene la dirección de Ciudadanos es conseguir un resultado suficientemente “digno” como para “ser bisagra” y “poder pactar bien a derechas y a izquierdas”. El propio líder del partido aseguraba este mismo viernes en declaraciones a La Sexta, que independientemente de los diputados que obtenga su partido en las elecciones generales del domingo, a partir del lunes va a trabajar para “desbloquear el país”.

El candidato se ha mostrado esperanzado y ha afirmado que “lo importante es España, no las siglas, los partidos ni los candidatos”. Según ha indicado, los escaños que consiga su partido, sean los que sean, “servirán para evitar otras elecciones, impulsar reformas y afrontar la crisis en Catalunya”.

“Voy a seguir picando piedra como he hecho siempre”

Nadie quiere aventurar si el líder presentará su dimisión la misma noche del 10N si se confirma la gran debacle. Desde luego este viernes el propio Rivera no ha dado visos de que se vaya a marchar. El líder ha recordado que él recogió el acta de diputado en el Congreso “hace menos de cuatro años”, a principios de 2016.

“A los que nos gusta ganar y competir no solo no tiramos la toalla, sino que competimos hasta el último minuto”, y el resultado electoral “no lo deciden las encuestas, lo deciden los españoles el domingo”, ha añadido. A continuación, ha remachado: “Yo voy a seguir picando piedra como he hecho siempre, remando contra corriente, remontando el río junto a Inés Arrimadas y a los demás compañeros, que me eligieron como presidente y como candidato”, ha afirmado.

Pero dicho eso, ha reconocido que son los militantes de Ciudadanos los que tienen “las riendas del futuro del partido”. “Nunca voy a ser un problema para España ni para Ciudadanos y creo, humildemente, que puedo ser parte de la solución para este país”, ha concluido.

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