Alberto Garzón: “Hemos vivido una especie de sálvese quien pueda y pagado nuestros propios errores”
El líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, tiene su propio diagnóstico de lo que ha sucedido durante los últimos meses a Unidas Podemos y coincide con Pablo Iglesias que la división ha penalizado mucho a este espacio político. En un artículo publicado en eldiario.es el coordinador federal de Izquierda Unida aboga por repensar el espacio político a la izquierda del PSOE y mejorar la coordinación, ahora que la crisis ha dejado de golpear con la virulencia que lo hizo durante los últimos años y que un porcentaje de los votantes que apostaron por Podemos desde 2014 han regresado al PSOE.
“Puede que en este momento no se den las condiciones económicas que permitan la existencia de una izquierda transformadora tan potente como la que hemos visto en los últimos años, lo que obliga a reconfigurar el espacio político a partir de una nueva y mejor articulación entre los diversos actores que conformamos el mismo. Nos hemos educado en diferentes culturas políticas, tenemos distintos bagajes y disponemos de distintos recursos organizacionales (por ejemplo, en IU disponemos de una más amplia implantación local mientras que Podemos dispone de una más amplia base electoral), y debemos encontrar las sinergias necesarias para cumplir nuestros objetivos”, escribe Alberto Garzón, quien pide huir de “soluciones simplistas o maniqueas” a problemas complejos.
El líder de IU asegura que en 2019 ha vivido “los peores meses” de su “vida política” en la que el espacio político al que pertenece se convirtió “en un sálvese quien pueda”. Garzón lo relata así: “Desde enero de 2019 se desató una oleada de escisiones que contribuyó a crear un imaginario social de «desastre venidero inevitable». Gaspar Llamazares anunció que formaba un partido nuevo, provocando un incendio en IU y en Asturias; Íñigo Errejón le imitaba en Madrid, abriendo en canal a Podemos y, de paso, a sus aliados en la región; las derivadas de aquello supusieron nuevas dimisiones, como las de Ramón Espinar, un sinfín de acusaciones cruzadas en la plaza pública y la decisión de Manuela Carmena de no contar con IU ni con Podemos para la candidatura de la alcaldía de Madrid; EnMarea decidió escindirse en Galicia, debilitando a los ayuntamientos de Santiago, Coruña y Ferrol; Compromís anunció que rompía la coalición en Valencia; Izquierda Anticapitalista rompió con Podemos en todo el país; el coordinador de IU en Cataluña se marchó a ERC pero sin dimitir de coordinador para dejar el partido bloqueado… Podría continuar, pero supongo que no hace falta”.
Pese a ese “desastre venidero” que auguraba, el líder de IU concluye que Unidas Podemos resistió en las generales gracias a una “extraordinaria campaña” que “parecía haber detenido la hemorragia de votos”.
Ahora, tras los resultados del domingo en autonómicas, municipales y europeas, donde las marcas asociadas a ese espacio político sufrieron un importante retroceso, Garzón pide abrir un debate sereno para repensar un proyecto partiendo del diagnóstico de que se ha resistido mejor en los lugares donde Podemos e IU se presentaron conjuntamente.
Garzón explica los excelentes resultados de Kichi en Cádiz y de Guarido, que se presentó solo bajo las siglas de IU en Zamora, “al gran hacer local de los alcaldes de esas ciudades [que seguirán gobernando], y de sus equipos, pero no tanto de sus marcas respectivas”.
El líder de IU pide “un obligado cambio de estrategia que cree las condiciones de un nuevo crecimiento de nuestra base social y electoral, lo que pasa por insistir en la práctica en las instituciones, pero también con los actores sociales organizados”. Reclama que Podemos e IU “se cuiden” y frenar “las tendencias cainitas de la izquierda” durante el debate que va a producirse durante los próximos meses.
Garzón alerta también contra dos riesgos que se ciernen sobre el proyecto en este momento de crisis: la tentación de entregarse a “la causa socialdemócrata” o lo que él llama “izquierdismo”: “la atrofia política que se produce ante la ausencia de perspectivas tras la derrota y que llevaría a la 'inhibición de las luchas posibles' o de los 'objetivos intermedios', con la fe depositada en la mística expectativa de que 'algo pasará' que cambie nuestras posibilidades reales.