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Casado y Rivera plantean una guerra fiscal contra el Gobierno: bajarán impuestos en las autonomías que gobiernen

Pablo Casado y Albert Rivera.

Iñigo Aduriz / Carmen Moraga

La pugna que mantienen por liderar la derecha y la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez en la legislatura que comienza ha llevado a Pablo Casado y a Albert Rivera a iniciar una carrera de rebajas de impuestos en las autonomías donde gobiernen.

En una estrategia calcada, ambas formaciones han anunciado bajadas generalizadas en todos los tributos después del 26 de mayo en las instituciones donde sumen mayoría. Siempre que desde la Moncloa se suba algún impuesto ellos tratarán de paliar el alza bajando tributos en las administraciones autonómicas y locales en las que tengan poder.

Además de cargar contra los compromisos fiscales adquiridos por el Gobierno ante Bruselas, sobre todo después de que la Comisión Europea empeorara a principios de mes las previsiones del Ejecutivo, tanto Rivera como Casado insisten en que el dinero está “mejor en el bolsillo” de los ciudadanos. Han arremetido duramente contra la subida de impuestos planteada por el Ejecutivo para las rentas de más de 130.000 euros, que calificaron como un “hachazo a las clases medias”.

Al tiempo que insisten en la bajada masiva de impuestos, ambas formaciones proponen medidas referidas a la educación o la sanidad pública que requieren de más gasto público sin plantear de dónde va a salir el dinero y aludiendo a la famosa curva de laffer o, en el caso de Casado, a las reformas de los gobiernos de José María Aznar que incrementaron la recaudación al calor del despegue inmobiliario. Siempre que se les pregunta cómo sufragarán esas partidas responden que “con más empleo” o aumentando el consumo, pero en ningún caso con impuestos.

En la segunda campaña electoral consecutiva, Pablo Casado y Albert Rivera compiten por la hegemonía del centro derecha, tras las generales que hundieron al PP al peor resultado de su historia –66 escaños, menos de la mitad de los 134 obtenidos en 2016 por Mariano Rajoy– y auparon a Ciudadanos, que se quedó a solo nueve diputados de los populares –obtuvo 57, 25% más que hace tres años–.

Esa batalla les está llevando a plantear propuestas similares, dirigidas a pelear por cada voto del electorado de centro derecha. El planteamiento político que realizan tanto los de Casado como los de Rivera tiene también un punto de vista común: el liberalismo económico. Ambas formaciones proponen iniciativas centradas en la privatización, la desregulación y la bajada de impuestos.

Ante la debilidad de las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox) en el nuevo Congreso de los Diputados, donde son minoría frente al bloque de los partidos de izquierda y los nacionalistas, PP y Ciudadanos quieren llevar esas propuestas económicas a las comunidades autónomas en las que puedan puedan gobernar tras el 26M, para que sirvan de escaparate de sus políticas y puedan ser percibidos por la ciudadanía como “contrapeso” o “alternativa” al Ejecutivo que previsiblemente formará Pedro Sánchez en las próximas semanas.

La “revolución fiscal” de Casado

“Si ellos suben impuestos, nosotros, en los gobiernos regionales los bajaremos en los tramos autonómicos: si ellos paran infraestructuras, nosotros utilizaremos los presupuestos autonómicos para hacerlas”, aseguraba el pasado domingo Casado.

“El 26 de mayo no solo se está planteando quién es el mejor gestor de nuestros impuestos. La capacidad de gestión no nos la pueden discutir, mucho menos aquellos partidos que no han dirigido ni una concejalía en un pequeño pueblo. Estas elecciones servirán para hacer de contrapeso. Eso es lo que ahora se vota: un contrapeso al Gobierno de Pedro Sánchez con los ruinosos dirigentes de Podemos, que ya han arruinado Venezuela, Grecia y todos los ayuntamientos que han gestionado esta legislatura”, añadía este jueves, en un acto en Santander.

El líder del PP llegó a las generales anunciando lo que denominó “una nueva revolución fiscal”. En su camino a La Moncloa, Casado pretendía bajar todos los impuestos y paralizar medidas planteadas por el Gobierno como la subida del Impuesto de las Rentas de las Personas Físicas (IRPF), Sociedades, cotizaciones sociales, patrimonio, sucesiones y donaciones, así como la creación de un impuesto a las transacciones financieras y a las tecnológicas y el aumento de la fiscalidad medioambiental con el impuesto al diésel.

Lo que planteaba era bajar desde el Ejecutivo central el IRPF por debajo del 40% a las rentas más altas, el de Sociedades por debajo del 20%, así como suprimir los tramos que mantienen algunas comunidades autónomas en Sucesiones, Donaciones, Actos Jurídicos Documentados y Patrimonio.

Como finalmente fue Sánchez quien ganó las generales, a los populares solo les ha quedado la opción de poner en marcha esa “revolución” allí donde gobiernan. En los últimos días Casado y los suyos han puesto como ejemplo la Junta de Andalucía.

Su gobierno de coalición con Ciudadanos que preside Juan Manuel Moreno Bonilla adoptó entre las primeras medidas la supresión, en la práctica, del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, una bajada del IRPF y beneficios fiscales para familias numerosas, empresas y autónomos en el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados.

En en el caso de sucesiones, se trataba de un impuesto que ya estaba bonificado para la inmensa mayoría de la población: no pagaban los familiares directos que heredaban (cada uno) 900.000 euros. Y lo que ha hecho el Gobierno de las derechas en Andalucía ha sido ir un paso más allá y establecer rebajas para las grandes herencias.

El ejemplo de Andalucía

Ese camino iniciado en Andalucía es el que el PP pretende emprender también en aquellas comunidades autónomas donde logre gobernar, si bien las últimas encuestas, como la del CIS, apuntan a que por culpa de la fragmentación de las derechas y el impulso de la izquierda los populares podrían perder algunos de sus feudos como la Comunidad de Madrid, Castilla y León o la Región de Murcia.

Precisamente la candidata de los populares para presidir el Gobierno madrileño, Isabel Díaz Ayuso, anunciaba esta semana en esa misma línea que incluirá una rebaja del IRPF de medio punto “para todos los contribuyentes”, estén en el tramo de renta que estén. La medida tendrá un impacto en la recaudación de 300 millones de euros, que el fisco dejará de ingresar. “Supondrá un ahorro para sus bolsillos de 300 millones”, anunciaba Díaz Ayuso.

Como líder de Ciudadanos, Albert Rivera también ha entrado en esa pugna fiscal con el PP en contra de los que llama “impuestazos” de Pedro Sánchez, en su afán por ocupar el papel de jefe de la oposición en lugar de Casado. “Votar a Ciudadanos es un freno a las subidas de impuestos de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias”, insistió el martes en Ávila en donde anunció que otra de sus primeras medidas cuando comience la legislatura será impulsar un “Pacto de Estado contra la Despoblación”.

Dentro de ese acuerdo Rivera se compromete a impulsar una rebaja fiscal del 60% para las personas que no abandonen los pueblos, así como implantar una tarifa plana especial de 30 euros para las mujeres que trabajan en el campo.

El pasado domingo aprovechó el acto de presentación de la candidatura de Luis Garicano a las elecciones europeas para adelantar que en todas las comunidades donde logre gobernar Ciudadanos, bajarán el IRPF en la misma medida en la que lo suba el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. “Por cada euro del IRPF que suba Sánchez, nos comprometemos a bajarlo nosotros en los tramos autonómicos de las comunidades autónomas que gobernemos”, aseguró, presentando la medida como “un salvavidas naranja” para aquellas familias “que no llegan a fin de mes”.

“Ya estamos aquí”

Como el PP, el líder de Ciudadanos ya había incluido en su programa económico para las generales la bajada de un punto en el tipo marginal máximo en el IRPF para que fuera del 44% en vez del 45% actual y que en el caso de algunas autonomías supera el 50%. También la supresión del Impuesto de Sucesiones en toda España.

“A los viejos partidos les decimos que ya estamos aquí y a los españoles que nos han votado, que hemos entendido el mensaje, que hemos asumido que Sánchez ha ganado las elecciones pero nosotros debemos liderar una oposición firme y vamos a estar vigilándole de cerca”, zanjaba Rivera el lunes ante sus diputados, en la primera reunión de su grupo, en el Congreso.

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