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Casado impone el discurso duro en la convención del PP pese a las llamadas a la moderación de sus barones

Martínez-Almeida, Aznar, Casado, Díaz Ayuso y García Egea.

Iñigo Aduriz

“No hay más PP que este, el nuestro. Muchos quieren imitarnos, pero no les sale. Recuperemos nuestro orgullo y mostrémonos como somos. Y digamos una y otra vez que quien quiera que gobierne el PP tiene que votar al PP”. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, empleaba estas palabras este domingo para remarcar que la Convención Nacional que su partido ha celebrado este fin de semana en Madrid es “un punto de inflexión” que le sitúa como líder indiscutible del centro derecha español.

Casado se ve como el único capaz de aglutinar en torno a él a los votantes que en los últimos años hayan podido marcharse a otros partidos como Ciudadanos o Vox, tras ahondar durante el cónclave en el giro a la derecha que emprendió hace siete meses cuando fue elegido presidente del PP en las primarias, desoyendo así a barones como el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo o el candidato a la presidencia de las Islas Baleares, Biel Company, que en la convención pedían a la dirección de su partido huir de los radicalismos y mantener la “centralidad” y la “moderación”.

Al regreso el sábado por todo lo alto del expresidente Jose María Aznar y de sus arengas políticas –así como de la corriente aznarista y de algunos de sus máximos exponentes como la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre– a un PP del que se había distanciado en los últimos años por la tibieza de la gestión de Mariano Rajoy, se unía este domingo un durísimo discurso de Casado que vertía sus proclamas contra el feminismo, la inmigración, los nacionalismos y, en especial, contra la izquierda política.

Tan solo dos días antes, el viernes, Feijóo abogaba por atemperar ese viraje hacia el radicalismo. “Reivindico la política más allá del tuit, la moderación, el sentido común, la cercanía, la honestidad y los políticos que hacen política con los pies en la tierra”, apuntaba el dirigente gallego. “No hacemos política desde trincheras, no estamos con los fundamentalismos, y no buscamos acentuar la diferencia. Es más lo que nos une que lo que nos divide”.

Objetivo cumplido

“Hay que aportar soluciones y no pueden ser ni radicales ni extremistas”, advertía después Biel Company durante el diálogo con los principales cabezas de lista a las elecciones autonómicas. “Para eso están otros, pero el PP nunca ha sido de aplicar soluciones ni extremistas ni radicales. Debemos ser radicales buscando las soluciones pero no aplicar resoluciones radicales”, añadía. A su juicio, la “radicalidad” se debe aplicar “al sentido común”.

El principal objetivo que se había marcado la dirección nacional del PP para la convención ideológica era sin embargo encumbrar a Casado como líder estatal más allá del partido así como lograr la adhesión de sus propios exvotantes, en la línea de la estrategia de los últimos meses de pugnar con Ciudadanos y Vox por el electorado más conservador. A pesar de desoír esas llamadas a la moderación de algunos barones, el objetivo de dirigirse a toda la derecha se ha cumplido, según el equipo del líder de los populares, y con creces, sobre todo después de escuchar al presidente popular en su discurso final.

Casado decidía mirar a los ojos a quienes dejaron de ver en su partido una opción política y les advertía de que “cada voto menos para el PP ha sido un paso más para los enemigos de la Nación”. “El gran acierto de nuestro partido ha sido aunar todo lo que estuviera a la derecha del socialismo”, insistía y, por ello, aseguraba que “aquellos que se fueron a buscar al PP fuera del PP no lo han encontrado y no lo van a encontrar”.

Como si en los últimos años de gobiernos populares con Mariano Rajoy al frente –se mantuvo en el poder hasta el pasado mayo– las siglas se hubieran desdibujado y tratando claramente de marcar distancias con su predecesor, que ya es pasado para la dirección del PP, Casado concluía que “el PP ha vuelto fuerte y unido”. Pero Rajoy apenas tenía protagonismo en el cónclave, a diferencia de Aznar, que este domingo volvía a la convención a escuchar al líder de los populares desde la primera fila. El expresidente gallego tan solo asistió el viernes, intervino en un coloquio con Ana Pastor, y pasadas dos horas se marchó para no volver.

La “rendición socialista”

“Somos el partido de los moderados y reformistas, de los responsables inconformistas, de los gestores cumplidores, de los patriotas soñadores. somos la fuerza tranquila pero implacable frente al nacionalismo y el populismo y somos la garantía segura de prosperidad y libertad”, sostenía Casado este domingo.

Al inicio de su intervención en el cierre de la convención nacional hubo apelaciones al centro político cuando aseguraba que el PP quiere “una mayoría centrada y con ambición de futuro, que rechace cordones sanitarios y exclusiones tácticas y que anteponga los intereses de España a un sectarismo egoísta”. Pero a medida que Casado avanzaba sobre las 30 páginas del discurso ese centralismo se desdibujaba y giraba por momentos más a la derecha.

El líder popular pedía el voto “para liberar a España de la amenaza nacionalista y la rendición socialista” y, a renglón seguido, ofrecía un decálogo que resumía las principales propuestas políticas de los últimos meses que han consumado el viraje del PP hacia las posiciones más reaccionarias.

A la aplicación indefinida del artículo 155 de la Constitución en Catalunya se sumaba la ilegalización y la asfixia económica de los partidos independentistas. Sin mencionar el aborto, Casado se mostraba a favor de que el poder político “actúe siempre a favor de la vida” y de la familia. Y elevando aún más el tono, volvía a equiparar los crímenes machistas con otras violencias, en la misma línea de la extrema derecha.

El miedo al terrorismo

En ese punto lanzaba una de sus acusaciones más graves contra la izquierda. “El PSOE y sus aliados quieren que condenados por asesinatos monstruosos salgan a la calle (...) Los asesinos, violadores o pederastas donde tienen que estar es en la cárcel, no reincidiendo en la calle por el síndrome de Estocolmo de la progresía española”, decía.

En materia de seguridad, Casado aventuraba que “el terrorismo islamista no se ha acabado y no podemos limitarnos a esperar a ver cuánto tardan en matar a otro puñado de personas”, y en cuanto a la inmigración, repetía que a su juicio solo pueden llegar a España quienes “respeten el modo de vida” de los españoles.

El equipo del líder del PP se mostraba después exultante. “Ha sido un impulso para todos y especialmente para los candidatos a las autonómicas y municipales”, explicaba una de las integrantes del Comité de Dirección de Casado poco antes de finalizar la convención. La dirección popular aseguraba que entre los mensajes recibidos destacaban uno que consideraba el discurso del presidente como “un manual de éxito”.

A por la “big society”

Pese a la radicalidad de su intervención, el entorno de Casado insiste en que la convención ha situado al PP “en la centralidad”. Sobre todo porque sus dos grandes rivales, los líderes de Vox y Ciudadanos, Santiago Abascal y Albert Rivera, respectivamente, “no se hablan”. “El desbloqueo de la política va a pasar por nosotros. No va a haber mayorías alternativas a la izquierda sin el PP y, en el caso de que Ciudadanos optara por otros socios, sería su defunción política”, advertían.

Para Génova las reflexiones realizadas por su máximo líder en la convención ideológica “no es sectarismo” ni “son dogmas”. Son “ideas”, propias del liberalismo que instauran “el nuevo conservadurismo español” en la línea de la “big society” impulsada por David Cameron y que buscó un enfoque “transversal” del centro derecha.

Casado ha demostrado este fin de semana, según su entorno, que es “más Reagan que Trump” y ha dado por inaugurada la larguísima campaña electoral que se avecina desde este lunes hasta el próximo 26 de mayo, día de las elecciones autonómicas, municipales y europeas.

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