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Competencia virtuosa: la idea que defiende Íñigo Errejón para la relación entre Podemos y el PSOE

Íñigo Errejón, en la Universidad de Verano de Podemos en 2017.

Aitor Riveiro

¿Dónde está la izquierda? El título del programa Salvados que emitirá este domingo La Sexta plantea una duda que atraviesa desde 2016 a buena parte de la ciudadanía y los partidos que se definen como progresistas. Jordi Évole ha sentado frente a frente a dos referentes de estos espacios, de tradiciones muy distintas, con propuestas no siempre coincidentes y que transitan hoy por caminos diferentes: el dirigente de Podemos Íñigo Errejón y el ya exdirigente del PSOE Eduardo Madina.

El secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos sigue su paulatino regreso a la primera línea política con su participación en Salvados. Íñigo Errejón tiene la mirada puesta en su candidatura para arrebatar al PP la Comunidad de Madrid, donde gobierna desde 1995. El cofundador del partido sabe que cualquier opción en este sentido pasará, sí o sí, por algún tipo de pacto con un PSOE que, probablemente, liderará electoralmente Ángel Gabilondo.

Las encuestas, todas, apuntan a que en el próximo ciclo electoral (2019-2020) ningún partido gozará de una mayoría suficiente para gobernar en solitario en amplias zonas del país. Una situación muy similar a la vivida en el ciclo 2014-2016. Durante el programa de este domingo Errejón planteará la idea central de la reflexión teórica que viene desarrollando en los últimos meses. Ya desde 2016 pero, especialmente, en 2017 y este comienzo de 2018: La competición virtuosa.

Errejón plantea que, ante un tablero de juego que se mantendrá similar durante un tiempo, la colaboración entre las llamadas “fuerzas progresistas” debe convertirse en la norma. Confrontar en las elecciones siendo conscientes de que, después, habrá que entenderse para gobernar.

El dirigente de Podemos lo explicaba recientemente en la presentación del libro La superioridad moral de la izquierda, escrito por el sociólogo Ignacio Sánchez-Cuenca y que prologa el propio Errejón. Durante el turno de preguntas, el secretario de Análisis Estratégico de Podemos planteó su escaso optimismo sobre la posibilidad de un entendimiento a corto plazo con el PSOE a nivel estatal. Un error, en su opinión, que tendrá consecuencias nefastas para unos y otros, según explicó.

“Si las fuerzas progresistas en España no aprenden a desarrollar un tipo de competición virtuosa, lo pagarán. Y lo pagarán todas”, apuntaba. Errejón lo ejemplifica en lo que ocurre entre Ciudadanos y el PP. “No les desgasta. Y mientras compiten, derechizan la agenda. Es una competición en la que los dos ganan”, zanja. El reciente debate de la prisión permanente revisable podría ser un ejemplo: “Compiten delante de las cámaras pero votan juntos”.

“La sociedad española penaliza más el juego táctico, el golpe de efecto, el regate corto. Y pone más en valor la capacidad de ofrecer un horizonte común de cooperación”, concluye.

¿Tiene herramientas la izquierda para reequilibrar las fuerzas? Errejón cita el renacer de las movilizaciones sociales, con mujeres y pensionistas a la cabeza. 

Cambiar el “sentido común” neoliberal

¿Cuál es el objetivo de esa competición virtuosa? Comenzar a remover el “sentido común” con el que el neoliberalismo ha conseguido impregnar a las sociedades occidentales. “No se trata de renunciar a los principios”, explica Errejón. Los “gobiernos progresistas no lo pueden hacer todo pero pueden transformar cosas para que cuando vuelvan a ganar las elecciones, en 10, 12 o 24 años, el terreno sobre el que peleen reproduzca más fácilmente sus valores”.

Es decir, “generar hábitos, cosas concretas e inmediatas que generen una irreversibilidad”. Aprovechar los momentos de “auge” para que, cuando llega “el reflujo”, las estructuras creadas puedan “resistir”.

¿Renuncia Errejón con este planteamiento a la hipótesis fundacional de Podemos? ¿A “ganar”? ¿A “pateaer” el tablero y fundar un nuevo país? El diputado explica a eldiario.es que “una política transformadora no puede ser la que solo tiene un registro, la que lo fía todo a la excepcionalidad” y sostiene que “los ciclos políticos siempre se mueven en una tensión entre lo popular y lo institucional”

La irrupción de Podemos fue “una entrada acelerada en un momento político más cálido” en la que primaba “la dimensión popular sobre la institucional”. Hoy, la realidad es diferente y “se impone una verdad aritmética”, asegura. “Solo hay gobiernos de cambio donde las fuerzas progresistas somos capaces de colaborar . Durante un tiempo largo de transición va a ser así y es bueno asumirlo en nuestros análisis. Tengo la sensación además de que la gente nos lo demanda. Sobretodo cuando la alternativa a eso es ceder la iniciativa y caer en la parálisis”, explica a este medio.

Entonces, ¿hay algún tipo de renuncia sobre la idea inicial de Podemos? No a largo plazo. “En absoluto”, señala Errejón, que reconoce que “formar gobiernos alternativos al PP no es la profunda transformación democrática que necesita España”. “Pero sin lo primero no habrá lo segundo”, añade.

“El objetivo a largo plazo sigue siendo liderar un nuevo acuerdo de país que equilibre la balanza y para ello es necesaria una lenta generación cultural de voluntad colectiva desde abajo, que solo se va a poder dar con escenarios institucionales favorables”, apunta Errejón.

Del fracaso de 2017 a la oportunidad de 2019

El PSOE y Podemos ya intentaron durante 2017 un entendimiento a nivel estatal. Infructuoso.

Las primarias socialistas que devolvieron a Pedro Sánchez a la Secretaría General sirvieron para lanzar un mensaje: “Hay que intentar entenderse con Podemos y dejar de demonizarlo”. Era junio. Un mes después se produjo un primer acuerdo: Podemos entraba en el Gobierno del socialista Emiliano García-Page, en Castilla-La Mancha.

Ese mismo mes, los grupos parlamentarios de PSOE y de Unidos Podemos acordaban una mesa permanente de coordinación para intentar revertir determinadas políticas y normas aprobadas por el PP.

Fue la primera y última reunión. En septiembre llegó Catalunya, que ya se presentaba como uno de los principales escollo entre ambos espacios desde la infructuosa legislatura del primer semestre de 2016.

Hoy por hoy el acuerdo estatal es inviable. Pero no lo es a nivel municipal y autonómico. El País Valencià, donde Podemos apoyó la investidura de Ximo Puig y apoya desde fuera al Govern. En Baleares, en iguales condiciones. O en Madrid, donde Manuela Carmena logró la Alcaldía gracias a los votos del PSOE.

Íñigo Errejón cree que en 2018 “mucha gente demanda” un entendimiento. “La repetición de Rajoy ha sido un golpe en la moral de la sociedad española que ha creído que nuestro país tiene arreglo. Ese anhelo necesita una esperanza concreta y alcanzable. Los ayuntamientos del cambio y algunos de los gobiernos autonómicos más avanzados representan un camino posible de transformaciones cotidianas . Con contradicciones y dificultades pero de avance en favor de la gente. Esas posiciones institucionales han contribuido a impedir que el proceso político español se cierre en falso y hoy siga abierto. 2019 va a ser el año decisivo al respecto”, explica el futuro candidato de Podemos en Madrid.

¿Y cuáles son las condiciones para esta colaboración? Errejón cree que no se pueden establecer condiciones a priori y para todos los lugares. Para el dirigente de Podemos esta es “una estrategia de transición” y replantea la pregunta: “¿Están los gobiernos del cambio o de acuerdo progresista dando pasos que dejen atrás el modelo chapucero-neoliberal de los últimos años? ¿Producen transformaciones culturales, jurídicas, de urbanismo o económicas que dejen un suelo mínimo consolidado, de comunidad, de derechos, de justicia social, de innovación, digamos relativamente irreversible, por el que las siguientes oleadas de movilización política ya no partirán de cero?”. “Donde la respuesta sea positiva, estamos avanzando”, concluye.

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