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Casado es el hijo de su madre y otras cosas que descubriste en el debate con más sangre en el escenario

Rivera y Sánchez en el juego de entregar la tesis del presidente y recibir un libro sobre Abascal.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Había gente que se quejaba de que el debate del lunes había sido demasiado civilizado. Demasiados monólogos. Pocas interrupciones. Antena 3 y La Sexta tenían la solución: abrir la Cúpula del Trueno y colgar de los laterales martillos, mazas, motosierras y otros instrumentos cortantes. Hagamos un debate “más periodístico”, el que gusta a los periodistas. El que apasiona a Twitter. Uno que no pueda superar ni una banda entera de trols rusos cargados de vodka hasta las cejas.

“Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”, dijo esa gran experta en propaganda que fue Santa Teresa de Jesús. Tuvimos la penitencia que nos merecíamos por haber querido más marcha. Estaba diseñado para que fuera un gran espectáculo televisivo de la misma forma que 'Mad Max Fury Road' fue un gran espectáculo cinematográfico. El resultado era el previsible: insultos, risas sarcásticas, desplantes, intentos de boicotear el mensaje del otro, mentiras...

Si dejas que los políticos se sacudan en campaña electoral, los argumentos quedan sepultados por el ruido y la furia. Se juegan demasiado. Se juegan la vida.

El debate fue perfecto para los ya convencidos. Vieron a sus líderes muy seguros de sí mismos. Los que no habían sido tan agresivos el día anterior, doblaron la dosis. Los indecisos, sean muchos o no tantos, se habrán quedado igual, aunque eso es imposible de saber. Igual muchos de ellos están furiosos y quieren más de lo que vimos.

Pablo Iglesias utilizó el mismo truco que en la anterior campaña. Cuando volaban los cuchillos, él apelaba a la dignidad. “Creo que los espectadores no se merecen este intercambio de libros”, dijo cuando Albert Rivera sacó una copia encuadernada de la tesis de Pedro Sánchez y este, que venía preparado, le ofreció el libro en el que Santiago Abascal conversa con Sánchez Dragó. Al menos, no se los tiraron a la cabeza.

“Esta táctica que tiene de interrumpir a todo el mundo. Es muy maleducado”, dijo a Rivera. Hasta comentó que estaba “sintiendo mucha vergüenza por cómo se está desarrollando este debate”. Fue otro debate en el que Iglesias se mostró moderado, casi pragmático. Esta vez, no con artículos de la Constitución, pero sí recordando la reforma del 135. Quedó, eso sí, algo desactivado para impedir el voto útil en la izquierda en favor del PSOE cuando Pedro Sánchez descartó en el primer minuto la idea de un pacto con Ciudadanos: “No está en mis planes pactar con un partido que ha levantado un cordón sanitario al Partido Socialista”.

El problema, para Iglesias, es que quizá tampoco entre en sus planes aceptar a Podemos en un Gobierno de coalición.

Rivera y Casado ya no son tan amigos

Fue un duelo a dos. Dos contra dos. Hasta que muy pronto Rivera, dispuesto a empitonar a todo el que se le pusiera por delante, empezó a interrumpir a Pablo Casado, que estaba en una versión mucho más agresiva y contundente que el lunes. Empezaron a hablar uno encima del otro y no se les entendía nada. Cada uno jugaba a ver quién era más condescendiente con el otro.

Abascal –que dio un poco antes un mitin ante 5.000 personas en Las Rozas, Madrid– habrá disfrutado de ese fragmento. Quedarse sin participar en ningún debate es algo que nunca agradecerá lo suficiente.

Es indudable que Casado y Rivera apretaron con fuerza a Sánchez. Es lo que les correspondía. La base de su argumentación ya había sido expuesta el día anterior. No por repetir la palabra “Torra” va a ser más efectiva que en el resto de la campaña. Cada votante debe valorar la credibilidad que le merece cada político, pero en eso Sánchez no pudo ser más claro. “No va a haber ni independencia ni referéndum” en Catalunya. Es la clase de promesa que no se puede abandonar. En ERC y JxCat habrán tomado nota.

Muy pronto, Casado entró en una espiral de datos falsos sobre economía y valoraciones imposibles de justificar. “La desigualdad se produce cuando hay paro”, dijo. El desempleo en EEUU no llega al 4% y es una sociedad mucho más desigual que cualquiera de Europa occidental. En Reino Unido, ocurre algo similar, un 3,9% de paro y más desigualdad que en España.

El líder del PP denunció que en España el déficit es “insostenible” precisamente el día en que la Comisión lo redujo al 2,48% en 2018 tras los últimos ajustes.

Los parientes de Casado

Lanzado como estaba, Casado ofreció uno de los momentos singulares del debate cuando salió a colación la violencia machista. 'Yo también tengo hijas' es una frase que hemos escuchado unas cuantas veces y que no sirve de nada como argumento. Casado la superó con creces: “Soy hijo de una madre, esposo de una esposa, padre de una hija. Le estoy preguntando si va a indultar a los presos de La Manada”, lanzó sobre Sánchez. Era una información que la madre del líder del PP tenía confirmada desde hace tiempo, exactamente 38 años.

Por alguna razón, Casado relacionó violencia de género con empleo con la idea de que sería un problema menos grave si las mujeres tuvieran “independencia económica”. Sánchez le estaba esperando: “Estoy indignado. ¿Usted no es consciente de que hay mujeres que son catedráticas de universidad y que sufren agresiones sexuales? Está diciendo que son las personas que no tienen empleo las que sufren agresiones sexuales”. Iglesias aportó ahí propuestas concretas, “alternativa habitacional” para las mujeres que denuncian y un salario mínimo de seis meses en casos de necesidad.

Sobre el tema del consentimiento en las relaciones sexuales y para rechazar nuevas reformas del Código Penal, Casado dijo que ese tema ya estaba regulado, por tanto, solucionado, desde 1822. No es una errata. Mil ochocientos veintidós. Ya se sabe que el siglo XIX fue un chollo para las mujeres.

Sánchez traía preparada la fotocopia de un papel con membrete de la Junta de Andalucía. Lo presentó como prueba de la “caza de brujas” iniciada por culpa de PP y Ciudadanos contra los trabajadores de organismos dedicados a la lucha contra la violencia de género. No es cierto. Justo después de una campaña de Vox, una persona solicitó a la Junta “los datos de las personas que trabajan para prevenir la violencia de género”. Por ley, la Junta está obligada a notificarlo a esos psicólogos, trabajadores sociales y médicos forenses por si quieren presentar alegaciones.

Una apuesta a todo o nada

La guerra civil de la derecha ha forzado a Casado y Rivera a pisar el acelerador a fondo desde la moción de censura. El debate del martes fue su punto de llegada. Lo han intentado todo contra Sánchez y si los números no les dan con la ayuda de Vox quedarán en una posición muy vulnerable. Es imposible ser más agresivos de lo que han sido.

Al otro lado, a Sánchez sólo le traicionó la suficiencia. Un exceso de risas en algunos momentos daba a entender que ya se ve ganador, una actitud muy distinta a la que tuvo en las primarias socialistas en las que regresó de entre los muertos. Es lo que tiene el poder. En algún momento después de las elecciones, si tiene éxito, le estará esperando Iglesias y algunos más con el precio de la factura. En los restaurantes caros es cuando se te congela la sonrisa.

Nota: texto actualizado con información sobre la acusación de Sánchez a PP y Ciudadanos por el personal dedicado a luchar contra la violencia de género en Andalucía.

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