“A los narcos gallegos les daba igual acercarse al PP o a otro, lo que les importaba era el dinero”
- El periodista Nacho Carretero relata en Fariña (Libros del KO) el origen y la prevalencia del narcotráfico gallego, además de su aceptación social y connivencia con la política
El narcotráfico en Galicia no ha logrado el impacto social de las organizaciones mafiosas en otros países. La narcocultura, la connivencia de la política con los narcos o la aparente poca violencia por el negocio se han encargado de enterrar una problemática que castigó al territorio gallego. Los jóvenes que cayeron en las drogas y sus padres fueron las principales víctimas de unos capos que casi siempre se enfrentaron entre ellos. Y que aprovecharon para pasar desapercibidos por ser vistos en algunos casos como benefactores.
El narco gallego surgió mucho antes de los años 80. En Fariña (Libros del KO), el periodista Nacho Carretero recuerda los orígenes del negocio en el contrabando y en las necesidades de una tierra pobre que se lanzó a esta práctica debido a que sus vecinos portugueses tenían todo lo que necesitaban. Que degeneró en un negocio de millones de pesetas (y de euros). O que se llevó por delante a 53 muertos por sobredosis solo en 1995. Aunque los grandes capos estén en la cárcel, se recuerda que el negocio sigue muy vivo.
¿Sobrevive el narcotráfico en Galicia?
El narcotráfico parece algo del pasado. Y la realidad es que sigue ahí. La idea del libro es reflejar que en los 80 y 90 había un punto de ostentación, muy espectacular, por parte de los narcos. Pero que cuando esto se acabó no fue su fin. Entre 2001 y 2003 fue cuando más cocaína entró en Galicia. Hay un juez que estima que entraron 150.000 kilos en ese tiempo, lo que supone el 90% de lo que entraba en Europa. Ahora tenemos el narcotransporte, y Galicia sigue siendo un sitio privilegiado para los cárteles colombianos. El problema sigue, pero pasa más desapercibido. Y ya no cuenta con esa tolerancia social que había.
¿El narco gallego mataba con pistolas?
El nivel de violencia no se puede comparar con otros movimientos como la Mafia o la Camorra. Pero claro que hubo ajustes de cuentas. Una de ellas lo protagonizó Manuel Baúlo, un narco de Arousa, líder de los Caneos y que era socio de los Charlines. Baúlo y su hijo decidieron ir a hablar con el juez Garzón sobre el negocio. Los Charlines respondieron contratando a sicarios colombianos, que le tirotearon junto a su mujer, a la que dejaron en silla de ruedas. También sufrió la violencia Danielito Carballo, que era lugarteniente de Sito Miñanco. Le volaron la cabeza en un pub de Vilagarcía en 1993.
Además, aparecieron chavales en cunetas, carbonizados... Pero es verdad que en la época de las grandes organizaciones la violencia fue poca. Había una aceptación social y había impunidad. Vivían como querían, no necesitaban competir entre ellos. Cuando llegó el narcotransporte en el siglo XXI esas segundas generaciones de chavales sí empezaron a hacer ajustes de cuentas y la violencia se multiplicó.
¿Por qué no se les considera violentos?
No hubo ausencia de violencia. Desde el punto de vista estadístico, operacional e incluso mediático, la percepción es que sin una violencia desmesurada no hay problema. Pero no fue así. Ocurre porque la violencia fue mayoritariamente entre ellos, y apenas afectó a la sociedad de allí. Eso fue fundamental para su éxito. Pero el verdadero problema fue el producto que comerciaban. Se produjo una generación perdida, que se vio envuelta en la ola en general que se dio en España en los 80. Además de lo que comerciaban, había una narcocultura. Esas fueron las víctimas principales, y hubo muchas. Ese fue el punto de inflexión que hizo reaccionar a los padres y las madres que plantaron cara a los narcos.
¿Por qué fue tan grave el impacto de la droga entre los jóvenes en Galicia?
El relato lo enmarcamos en un lugar que es una esquina de un país pequeño. Localidades de 10.000, 15.000 habitantes, con el máximo de Vilagarcía de Arousa con 40.000. Que en una zona así estén asentadas las mayores organizaciones de narcotraficantes de Europa tiene que tener unas consecuencias bestiales. Era tal la impunidad, la cantidad de coca, hachís y heroína que llegaba... Unido a que no se sabía muy bien qué eran esos productos. Los chavales no tenían mucha información, y las prevalencias de sida, sobredosis y muertes por droga en Arousa eran siempre mucho mayores que en otra parte de España.
¿Cuánta gente afectada hubo? Se llegó a hablar de “epidemia”.
Epidemia si lo comparamos con los datos del resto de España. La prevalencia del sida, que a principios de los 80 estaba relacionada con la droga, era altísima en Galicia y aún más en la zona de O Salnés. Solo aquí había 147 casos por cada 100.000 personas, mientras en España había 105.
¿Financiaron los narcos a los partidos políticos gallegos?
La connivencia entre la política gallega y el contrabando de tabaco está fuera de duda. Manuel Fraga era amigo personal de Vicente Otero, Terito, que era el jefe de los contrabandistas. Este hombre tenía la insignia de oro y brillantes de Alianza Popular. También está el caso de Nené Barral, que era alcalde de Ribadumia, mano derecha de Terito y miembro de AP. No se relacionaban con AP porque fuese más corrupto, sino porque estaban en el poder. Les daba igual el color. Lo que les importaba era el dinero.
Cuando se da el salto al narcotráfico, la gente miró para otro lado y los políticos también. Aquí volvemos a encontrar casos de connivencia. Está el ejemplo de Alfredo Bea Gondar, alcalde de O Grove y condenado por narcotráfico, que salió elegido en el pueblo tras su condena. Esa connivencia continuó y va a pesar siempre en la política gallega.
¿Cuánto sabían los políticos del narco?
Eso es un debate abierto en Galicia. A mí un juez me dice una frase: “No hay un solo partido en Galicia que no haya sido financiado por el narcotráfico”. Pero no hay pruebas que respalden esa afirmación. Laureano Oubiña amenazó en su día con sacar papeles que mostraban la financiación al partido de Adolfo Suárez. Antes de morir, Vioque dijo que iba a tirar de la manta. Nunca se ha hecho tal cosa, pero el fantasma de la narcopolítica siempre estuvo ahí. Y se aireó con las fotos de Feijóo en 2003 con Marcial Dorado, asegurando que cuando él era amigo de éste era solo contrabandista. Imagina hasta qué punto está tolerado el contrabando en Galicia.
¿A qué responden esas fotos de Feijóo?
Dorado y él eran amigos, y esas fotos son un ejemplo de la tolerancia que había. Marcial Dorado era el contrabandista de tabaco más fuerte. Cuando Feijóo se relacionaba con él es muy probable que solo se dedicase al tabaco. Lo que parece seguro es que Feijóo desconocía o prefería no saber que era narco, pero no es creíble que no supiera que se dedicaba al contrabando porque lo sabía toda Galicia. Además, esas fotos están hechas en una época donde no había necesidad en Galicia. Las imágenes hablan de normalización y de que había mucho dinero en juego.
Las reacciones a las fotos en el resto de España fueron muy distintas a las de Galicia.
Fuera de allí la gente se llevaba más las manos a la cabeza al ver que un presidente de la Xunta se llevaba con un capo del contrabando de tabaco que actualmente cumple condena por narcotráfico. Aunque Dorado siempre lo ha negado y hay gran parte de Galicia, como policías y periodistas, que dicen que no llegó a tocar la droga, la última sentencia de este año le condena por narcotráfico. Que el presidente de la Xunta se haya ido de viaje con un personaje como este hace que la gente flipe. En Galicia también, pero Feijóo sigue en el puesto. Esto habla de la narcocultura que existe.
Que el PP haya gobernado casi siempre en Galicia, ¿ha influido en que no se haya respondido mejor al narco?
No creo que por el hecho de que fuera el PP. Si ha estado tanto en el poder es porque la sociedad gallega es conservadora. Si hubiese sido otro el partido conservador, habría gobernado y habría pasado lo mismo. Al final, los capos se arrimaban al que mandaba. Que hubiese uno u otro no hace pensar que se comportaran mejor. Obviamente, el PP está más salpicado porque estaba arriba. Pero, personalmente, creo que fuera el que fuera los narcos se hubieran arrimado a ellos.
Los grandes capos
Los narcos como Sito Miñanco u Oubiña, ¿eran hábiles o excéntricos?
Eran inteligentes. Pero no tenían formación ni estudios. Y eso les perdió un poco en el sentido de que se creyeron invulnerables. Empezaron a comprarse pazos, como Oubiña, que compró el de Baión, que lo llaman el Falcon Crest de la ría. Oubiña desde chaval era contrabandista. Pero era y es un bruto y un maleducado. Le perdió la ostentación, sus insultos a los jueces... En el primer juicio de la Operación Nécora se presentó en zuecos, para recalcar su imagen de hombre aldeano que no tenía nada que ver con el negocio. No le hicieron falta, ya que a la tercera frase dijo: “Yo no soy ni contrabandista ni narcotraficante ni hostias”. Su chulería le condenó, porque además es uno de los que ha pasado más años en la cárcel en democracia.
Luego está Sito Miñanco, que supo buscarse la vida desde niño. Pero iba en Ferraris por la Ría, cuando ese coche no lo tenían ni los jugadores del Depor. Miñanco también tenía el Club Juventud Cambados, y los jugadores ganaban más que los del Depor y los del Celta. Esta actitud fue su perdición. Y creo que vino porque no tenían un coco para pensar que si lo hacían bien, podían controlar Galicia. Pablo Vioque, que era el más listo y el abogado de todos, el que les blanqueaba dinero y que controlaba el PP en las Rias Baixas, tuvo un plan para hacer un sindicato del narco en la Cámara de Comercio de Vilagarcía. Si llega a coordinarlo bien, el narco habría entrado en las instituciones.
¿La Operación Nécora pudo acabar con el narcotráfico?
No. Ni muchísimo menos. Pero contribuyó a adecentar el paisaje que había en Galicia. Es fundamental porque fue el punto de inflexión. Hasta que se produjo, nadie había hecho nada contra el contrabando ni el narco. Hubo un intento de hacerlo por parte del juez coruñés José Luis Seoane Spiegelberg, que, apoyado por el gobernador civil de Pontevedra, hizo una redada. De esa operación nadie salió condenado, Spiegelberg acabó en Cantabria y el gobernador, en Albacete. No digo que les echaran por esto, pero es lo que pasó. Y después, el contrabando vivió sus mejores años y salta al narcotráfico sin que nadie hiciera nada. Hubo un comisario, Enrique León, que pinchó un teléfono en Vilagarcía para perseguir el contrabando y escuchó a un capo colombiano. No sabían quién era. Indica lo perdidos que estaban.
¿Qué daño hizo la Nécora a los narcos?
Les hizo ver por primera vez que no eran invulnerables. Abrieron el telediario de TVE, sus caras salieron en los medios... y vieron que el Estado por primera vez se movía contra ellos. Luego, judicialmente, no tuvo éxito porque no hubo penas severas. Pero dejaron la ostentación. Se acabó lo de gastarse un millón de pesetas en una mariscada una noche. Pero el narco siguió, y sigue. Al final, la Nécora sirvió para visibilizar el problema pero no para acabar con él.
¿Cuál es la situación actual del narco en Galicia?
Sigue siendo una puerta de entrada a la cocaína en Europa, pero ya no es la única. Como todo, el mercado está globalizado y los cárteles intentan meter el producto por donde sea más fácil. Galicia tiene una particularidad: está especializada en grandes cantidades. El menudeo, por ejemplo, se da en el Estrecho. El caso gallego responde a la narcocultura, y hay una tercera generación, que siempre está dispuesta a introducir cocaína para sacarse un dinero. La policía cree que actualmente hay como 15 planeadoras, listas para cargar, y una decena de clanes activos. No son las organizaciones mafiosas del pasado, pero tienen la capacidad de relacionarse entre ellos y de organizar las descargas. Están Os Lulus, Los Pasteleros u Os Burros, que son clanes potentes.
¿Hay medios para hacerles frente?
Los hay. Pero también quejas de la Policía y la Guardia Civil. Hace unos años, el jefe del Greco (Grupos de Respuesta Especial para el Crimen Organizado), Ricardo Toro, advirtió de que los clanes gallegos se estaban rearmando y reorganizando. Los miembros de UDYCO Galicia dicen que, aunque los clanes están controlados, hay un cierto repunte. Y los periodistas gallegos están convencidos de que después de un bajón se está volviendo a un nivel de narcotráfico bastante importante. Los narcos gallegos son muy buenos, para desgracia de la sociedad y la policía. Aunque hoy en día están más vigilados y tienen que tomar más precauciones, consiguen llevar a cabo operaciones todos los años.
¿Cuál fue la influencia de las madres contra el narco?
Las madres fueron importantes e hicieron mucho ruido, pero no fueron las únicas. Fueron una representación de una parte de la sociedad gallega que decidió moverse. La sociedad estaba acomodada y miraba a otro lado. Fue ver las consecuencias de lo que pasaba entre la juventud lo que hizo reaccionar. En Vilagarcia, la Fundación Galega contra el Narcotráfico, que eran dos o tres padres que levantaron la voz jugándose la vida, organizaban la jornada de la bandera blanca para ir a firmar contra el narcotráfico y nadie les apoyó. Y en Vigo, unas madres lideradas por Carmen Avendaño hicieron una rueda de prensa para recitar una lista con los bares donde se vendían drogas duras en Vigo y los nombres y apellidos de los dueños. Desde ahí empezaron a acudir a las Rias Baixas a dar charlas o a tener reuniones, en zonas donde su entrada era airear una habitación que llevaba años sin ventilar. Cuando se consolidaron, atosigaron a los narcos, haciendo lo que ahora llamamos escraches. Y este ruido de padres y madres fue lo que en opinión de muchos hizo reaccionar al Estado, e hizo que algunas autoridades dijeran qué estaba pasando en Galicia. Así se puso en marcha una actividad conjunta contra el narco.
Avendaño se reunió con Fraga.
La primera vez que se reunieron ella llevaba un listado de 13 puntos que explican lo que está pasando. Ella cuenta que Fraga le está escuchando con la mano en la cara, mirando para abajo, y que cuando terminó Fraga estaba llorando. Y él le pregunta que si de verdad está pasando todo eso. Avendaño y otra gente cree que Fraga y los altos cargos no eran conscientes de hasta dónde estaba llegando el problema, aunque él bien sabía de dónde venían los lodos. Otros dicen que eso es mentira, que sabían perfectamente lo que había. Es un debate que perdura en Galicia: hasta qué punto llega la culpa de los políticos.
¿Hubo represalias contra los padres que protestaron?
A Carmen Avendaño intentaron matarla un par de veces. Le cortaron los frenos del coche y la amenazaron. A los periodistas de la zona también les amenazaron. Incluso a uno de los veteranos le pegaron una paliza. Pero ellos nunca se atrevieron a ir contra el Estado, contra las autoridades. Hubo capos como Falconetti que abogaban por ir contra ellos con violencia, pero la mayoría siempre prefirió no hacerlo.
La herencia de las drogas
¿Cuál es la herencia de estos años del narco? ¿Se ha aprendido algo?
La línea entre la sociedad y el narcotráfico ya está trazada. Ahora el narco es un criminal. Ya no es un benefactor, como lo fue. La línea entre la política y las drogas, también. Apoyar a los capos ya no da votos como un día sí los dio. Pero queda narcocultura. Quedan rastros, como muchísimos negocios de hostelería, hoteles o empresas en las que se invirtió lo último que quedaba del narco. Hay empresarios en Galicia que han hecho y hacen descargas puntuales sin mancharse las manos, y luego se dedican a tener empresas náuticas. Y queda una pasividad contra eso. Una de las madres, con un hijo que se suicidó por las drogas, me dijo: “¿Tú sabes lo de que antes se miraba para otro lado con el narco? Pues hoy se mira para otro lado con el dinero del narco”. Además, en zonas más pequeñas, aldeas o pueblos, la gente no le da importancia. También hay mucha gente que no se atreve a hablar. No hay una generalización de dar la cara.
¿Cuál fue el papel de los medios gallegos?
Siempre estuvieron a la altura. La gente que estaba sobre el terreno, los periodistas históricos de las Rías... estaban amenazados y sufrieron muchas presiones. Y todos dieron la cara. Sería interesante que muchos de ellos profundizaran sobre el tema algún día. Pero los que tendrían que hacerlo son los narcos. Los capos deberían hablar. Y no sé si cuando lo hagan se les creerá.
¿Qué ha sido de los grandes capos?
Miñanco está en segundo grado, y puede estar fuera trabajando de lunes a viernes pero tiene prohibido entrar en Galicia. Para muchos agentes Sito sigue en el negocio, y controla clanes poderosos desde la cárcel, por eso le prohíben volver a casa. Oubiña saldrá el año que viene de la cárcel, y Marcial fue condenado este año. El patriarca de Los Charlines está libre, pero sus nietos son los que llevan el negocio. Siguen activos los otros clanes poderosos, como Los Pasteleros, Os Burros y Os Lulus, que hacen operaciones.
¿Cuál es la anécdota que puede ejemplificar lo que ha sido el contrabando?
Había un contrabandista de tabaco, de los pioneros de los años 60. Uno de los señores de O Fume, que era presidente del Celta y aviador en la República. El tipo sobrevolaba Balaídos de vez en cuando para hacer saber a los jugadores que estaba ahí. Y estaba casado con una mujer cuyo padre era coronel de la Guardia Civil, con el que iba a misa los domingos. Esto representa hasta qué punto estaba tolerado el contrabando.