Las elecciones del 12J confrontan las dos corrientes del PP: Casado se la juega en Euskadi y Feijóo, en Galicia
Las elecciones vascas y gallegas del 12 de julio convocadas el pasado lunes por el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, servirán de examen para los dos modelos políticos en liza –el moderado y el más derechista– desde las primarias de 2018 en el Partido Popular. Determinarán, además, el camino estratégico que adoptará la formación conservadora a lo largo de una legislatura en la que su máximo dirigente, Pablo Casado, pretende consolidarse como el principal líder de la oposición, tratando de consumar también su ansiada “reconstrucción del centro derecha” a través de la recuperación para el PP de los votantes fugados en los últimos años a Vox y Ciudadanos.
Los comicios confrontarán el modelo que representa el perfil moderado del presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijóo, y el más derechista que defiende Casado, que se expuso de lleno para las elecciones vascas destituyendo al que hasta finales de febrero era el candidato de su partido a la lehendakaritza, el también exlíder del PP vasco Alfonso Alonso, e imponiendo a un candidato propio, Carlos Iturgaiz, vinculado al sector cercano al padrino político de Casado, el expresidente del Gobierno José María Aznar.
Euskadi servirá además de ensayo para otra de las grandes obsesiones del líder del PP, la fusión de PP y Ciudadanos en el marco de la reunificación de la derecha que Casado, inspirado por Aznar, se ha fijado como objetivo para la presente legislatura a nivel nacional, con la intención de sumar también en el medio plazo a Vox.
Esta integración se ha visto en cambio dificultada esta misma semana en la que a raíz del giro al centro del partido de Inés Arrimadas las tres derechas han evidenciado sus discrepancias en la votación de la quinta prórroga del estado de alarma: Ciudadanos votó 'sí' tras su acuerdo con el Gobierno, Vox votó 'no' y el PP, que hasta ahora se había resistido a alinearse con la extrema derecha, acabó consumando su amenaza y también se posicionó en contra.
PP y Ciudadanos acordaron en febrero concurrir en el País Vasco en una única candidatura encabezada por Iturgaiz, lo que no fue posible en Galicia por el rechazo de Feijóo, que parte con una posición más ventajosa –en Galicia el PP acumula cuatro mayorías absolutas mientras en Euskadi es una fuerza minoritaria–, por la que insiste en que el centro derecha ya está aglutinado en el PP, al que según él también votan en las autonómicas los electores que en otros comicios apuestan por Ciudadanos.
Las grietas de la coalición PP-Ciudadanos en Madrid
Los comicios del 12 de julio llegan en un momento en el que los dos partidos –PP y Ciudadanos– han evidenciado también sus profundas diferencias de gestión en uno de sus gobiernos de coalición, el de la Comunidad de Madrid –al que Casado cita continuamente como laboratorio de sus políticas–, principal foco de la pandemia del coronavirus.
Allí ya han quedado en evidencia las discrepancias entre los dos socios, PP y Ciudadanos, precisamente por la gestión de la epidemia. Estas diferencias provocaron la dimisión de la directora general de Salud Pública, Yolanda Fuentes, por su negativa a respaldar la petición del Gobierno regional de pasar de fase en la desescalada, dado que a su juicio esa solicitud no estaba basada en “criterios de salud”.
En ese contexto de grave crisis en la Comunidad de Madrid, con amenazas de ceses por parte de Ayuso a los consejeros de Ciudadanos y desconfianzas mutuas que son públicas, Casado y Arrimadas mantuvieron la pasada semana una reunión para tratar de mejorar la relación entre los dos partidos. Ambos líderes destacaron durante el encuentro “la capacidad de gestión socioeconómica y de respuesta de los ejecutivos regionales” gobernados por ellos ante la crisis sanitaria y reafirmaron “el acuerdo para la defensa del constitucionalismo en el País Vasco” por el que acordaron concurrir conjuntamente a las urnas.
Rozando la irrelevancia en Euskadi
El País Vasco es la comunidad autónoma donde el PP se encuentra en una situación más debilitada, rozando incluso la irrelevancia. 2019 fue un año especialmente aciago para los populares vascos. En las generales del 28A no lograron ni un solo escaño por ninguna de las tres provincias vascas. Y el escenario no mejoró especialmente el 10N, aunque en ese caso el recuento final de los votos de los españoles en el extranjero sí dio al PP un escaño por Bizkaia.
El hundimiento de los populares vascos se reflejó también en los comicios municipales del 26 de mayo. Entonces, el PP logró apenas 66.000 votos (el 5,87% del total) y solo dos alcaldías. La última encuesta publicada, la elaborada por la radiotelevisión pública EiTB que salió a la luz el 13 de febrero, auguraba que, de ir en solitario, el PP seguiría en descenso y pasaría de los nueve escaños que tiene en la actualidad en el Parlamento Vasco a cinco o seis.
De momento no hay datos empíricos que evidencien que la suma con Ciudadanos vaya a aportar a los populares vascos mejores cifras en los comicios de dentro de dos meses, ya que el partido de Inés Arrimadas no tiene por ahora ningún tipo de representación en Euskadi.
Pero si se confirma la caída en escaños de la coalición PP-Ciudadanos en el País Vasco que auguran las encuestas, el resultado se interpretará como una nueva debacle de la dirección de Casado, que en su trayectoria histórica más reciente protagonizó el hito de haber encajado el peor resultado del PP en unas generales, las del 28A en las que los populares tan solo consiguieron 66 escaños en el Congreso, que tan solo pudo mantener sus gobiernos autonómicos con la ayuda de Ciudadanos y Vox y que no logró remontar de forma clara en las generales del 10N, cuando se quedó 89 diputados, treinta menos que el PSOE.
Feijóo se mantiene como favorito en Galicia
El escenario es completamente diferente en Galicia. Aunque por la mínima, todos los sondeos sitúan al PP como la fuerza favorita para mantener la Xunta con mayoría absoluta. En caso de confirmarse, sería la cuarta mayoría absoluta consecutiva que lograría el líder de los populares gallegos. Pero lejos de interpretarse como un triunfo de la estrategia Casado, la victoria solo serviría para reforzar internamente a Feijóo, que precisamente se ha esforzado mucho en mantener un perfil propio frente a la estrategia de derechización de Génova 13, huyendo de las siglas del PP con una campaña personalista y que ha pedido reiteradamente al líder de su partido a nivel nacional que vuelva a situar a partido en la moderación.
Tras semanas de apelaciones a la unidad nacional frente al coronavirus, en las que Feijóo –a diferencia del líder nacional de su partido– evitó en todo momento criticar al Gobierno y destacó incluso la “coordinación” entre la administración gallega y la central, a las puertas de la campaña electoral el presidente gallego asegura en cambio estar ahora de acuerdo con la estrategia de ataque permanente contra el Ejecutivo seguida por Casado.
Este viernes, el presidente de la Xunta ensalzaba la labor de oposición realizada por el PP durante la crisis del coronavirus, a la que calificaba de “muy razonable”, al contrario que la de Vox. “A mí la oposición de Vox no me gusta. No ha tenido este comportamiento. Nosotros somos un partido de Estado y España necesita una alternativa y eso es responsabilidad del PP”, opinaba en una entrevista en la Cadena Ser.
Los argumentarios internos
La propia dirección del PP hace una distinción clara entre sus candidatos en Galicia y Euskadi en sus documentos internos. En los argumentarios que Génova 13 envía a todos sus dirigentes, y a los que ha tenido acceso eldiario.es, la cúpula popular presenta a Feijóo como un “referente de gestión, eficacia y defensa de Galicia”. “Ha conseguido que su sanidad, educación y servicios sociales sean de los mejores de Europa en estos 11 años. Tiene a todo el PP detrás y estamos seguros de que merecerá de nuevo la confianza mayoritaria de los gallegos”, sostiene el equipo de Casado.
Iturgaiz, en cambio, es para Génova 13 un “referente moral para País Vasco”. A juicio de la dirección de los populares, “la coalición PP+Cs es la única alternativa al nacionalismo y la izquierda radical”, un argumento que según el equipo de Casado ha ganado peso esta misma semana a raíz del polémico acuerdo suscrito por PSOE y Unidas Podemos con EH Bildu para derogar la reforma laboral.
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