El PP afronta unas elecciones definitivas con sus siglas hundidas y un líder cuestionado que se juega su futuro
Tras cosechar hace menos de un mes el peor resultado de su historia en unas elecciones generales –66 diputados, menos de la mitad de los 134 de 2016– el PP afronta los comicios autonómicos, municipales y europeos del domingo como una cita decisiva que determinará su papel de los próximos cuatro años como principal partido de la oposición, título que se disputa con Ciudadanos, y como fuerza hegemónica de la derecha fragmentada en tres.
Las encuestas publicadas, como la del CIS, y algunos trackings internos que manejan los populares arrojan cierta incertidumbre sobre lo que podría pasar el 26M. El PP podría ver en riesgo los gobiernos de algunos de sus feudos históricos, como la Comunidad de Madrid o Castilla y León o quedarse sin ser primera fuerza en plazas como la ciudad de Madrid donde llevan acumulando victorias desde los años 90, e incluso no lograr representación en la ciudad de Barcelona.
Las elecciones serán, por tanto, definitivas para determinar el futuro de la formación conservadora y de su líder, Pablo Casado, que llegó a la presidencia hace 10 meses con la idea de “refundar” el centro derecha, pero que por el contrario ha ahondado en la brecha entre PP, Ciudadanos y Vox hundiendo a su partido en las urnas con el giro a la derecha que emprendió nada más ganar las primarias y que tras el 28A ha tratado de corregir virando al centro.
La marca PP está dañada y así lo confirma que numerosos candidatos municipales como los de Málaga, San Sebastián, Badalona o Boadilla del Monte hayan ocultado por completo las siglas del partido en sus campañas electorales y hayan puesto en marcha unas estrategias personalistas alejadas de la línea marcada por la dirección nacional de la formación conservadora.
Dirigentes populares reconocen que del calibre de la derrota de este domingo dependerá la continuidad de Casado y de su equipo al frente del PP. Tras la debacle del 28A, barones territoriales críticos con la dirección del partido abogaban por centrarse en la campaña del 26M, pero abrían la puerta a pedir responsabilidades al líder popular si en los comicios de este domingo se vuelve a repetir el mismo escenario y el PP pierde aún más poder que el que se dejó hace un mes en las urnas. “Hasta el 26 de mayo nos tenemos que volcar con los candidatos, luego se tendrán que asumir responsabilidades”, explicaba un presidente autonómico.
El lunes “empieza la era Casado”
La dirección nacional de los populares no se plantea en ningún caso el escenario de un congreso extraordinario para suceder al líder del PP sea cual sea el resultado de este domingo. Es más, uno de los dirigentes con más peso orgánico del partido señalaba esta semana que el lunes, una vez pasen las elecciones, “empieza la era Casado”. Consciente de las malas expectativas para el 26M, Génova quiere que la cita con las urnas se pase cuanto antes para ponerse “a trabajar” en consolidarse como “alternativa” al Gobierno de Pedro Sánchez “a medio o largo plazo”.
Para ello Casado se ha dotado de un Grupo Parlamentario Popular en el Congreso completamente afín, que considera fiel y que confía en que le sostenga en el puesto de líder del PP durante los próximos cuatro años, sin hacer demasiado ruido al menos en la Cámara Baja.
De ello dependerá el peso que las voces críticas quieran tener tras las elecciones y si destacados dirigentes del partido como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que se ha erigido en portavoz del sector más moderado del PP, optan por remover el descontento interno con Casado y su equipo ante la falta de resultados en las urnas.
Feijóo y otros barones forzaron a Casado a suavizar su perfil tras la derrota del 28A. Dos días después de las generales, el líder del PP llamó por primera vez “extrema derecha” a Vox –algo a lo que se había resistido durante meses–, formación a la que en la campaña de los anteriores comicios se acercó hasta el punto de asumir algunos de sus postulados más radicales y a la que en el último minuto, justo antes de la votación, llegó a ofrecer ministerios si la suma de las derechas permitía al líder de los populares llegar a la Moncloa.
Ese intento giro al centro que se evidenció durante los primeros días de la campaña del 26M en los que el PP se propuso “hablar menos” de Catalunya –uno de sus principales frentes en la campaña de las generales, pero donde el partido se llevó uno de sus mayores batacazos– y más de “la gente” se fue desdibujando en las últimas dos semanas y, sobre todo, después de la sesión de constitución de las Cortes del pasado lunes, a pesar de que el lema escogido por los populares para estos comicios ha sido “centrados en tu futuro”.
Las acusaciones al Gobierno
Recuperando su tono más hostil y radical contra el Ejecutivo –al que apenas 15 días antes tendió la mano durante su reunión con Pedro Sánchez en la Moncloa–, en los últimos días Casado ha resucitado la idea de la supuesta connivencia del PSOE con el independentismo y los “batasunos” por el saludo que se cruzaron Sánchez y el líder de ERC, Oriol Junqueras, en el primer pleno de la legislatura, asegurando que ya existe un “pacto de escaños para la investidura por indultos” para los políticos independentistas en prisión provisional.
Uno de los principales objetivos a batir por el PP –y también por Ciudadanos– en los últimos días de la campaña ha sido también el único cargo que por el momento ha sido elegido después de las generales, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Los populares que cuando ostentaban la presidencia de la Cámara permitieron cualquier fórmula de acatamiento de la Constitución para los nuevos diputados, han cargado en las últimas horas contra Batet por dejar que parlamentarios independentistas prometieran sus cargos haciendo alusión al 1 de octubre de 2017 o a los “presos políticos”.
Desde el PP han llegado a considerar la actitud de la presidenta del Congreso como “una humillación” para España y han amenazado con pedir su reprobación e incluso denunciarla ante los tribunales si no suspendía a los diputados presos.
En esa línea este viernes el PP se arrogaba la decisión de la Mesa del Congreso de suspender a esos parlamentarios. “Es una victoria evidente del PP, que ayer amenazó con utilizar toda su fuerza parlamentaria”, aseguraba el número dos de los populares, Teodoro García Egea, que añadía que “el corazón de Batet está por favorecer a los presos”, por su decisión del jueves de solicitar a los letrados de la Cámara que aclararan si era el máximo órgano de gobierno del Parlamento el que debía suspender a los diputados encarcelados.
La apelación al voto útil
En una estrategia prácticamente idéntica a la del 28A y que no funcionó en las urnas, todos los esfuerzos de Casado durante la campaña del 26M –en la que ha repetido su hiperactividad volviendo a recorrer todas las comunidades autónomas– se han dedicado a apelar al voto útil, pidiendo a los votantes que en las generales apostaron por Ciudadanos o Vox “unan el voto” entorno al PP.
Este viernes el líder de los populares aseguraba que el Partido Popular sigue siendo la “casa común” del centro derecha y que, a pesar de que otras formaciones han “imitado su ideología, ”el original“ es su partido. ”Cuando hemos gobernado, a la gente le ha ido bien“, concluía. ”Nuestro único enemigo es la abstención“, señalaba en el cierre de la campaña, porque si no se acude a votar el próximo domingo, a su juicio, ”tendremos a Sánchez por partida doble cuatro años“ y si se fragmenta el voto del centro derecha ”gana el PSOE“.
Otro de los principales mensajes de Casado ha sido presentar al PP como posible “contrapeso” del Gobierno socialista. Entre sus propuestas estrella ha estado plantear bajar los impuestos en las comunidades o ayuntamientos donde gobierne cada vez que desde el Ejecutivo se realice una revisión fiscal al alza, una iniciativa que también ha planteado Ciudadanos, formación con la que mantiene una cruenta batalla por el electorado, durante la campaña.
Su mensaje final también ha estado centrado en apelar al voto útil de las tres derechas para el PP: “O vamos juntos los que queremos a España unida o veremos que España se desune”. Ante unas 2.000 personas a las puertas de la Casa de Campo de Madrid, Casado aprovechaba el acto de cierre de campaña de los populares para pedir a los votantes de derechas que no vuelvan a castigar al PP por la corrupción: “No hagan pagar a una nueva Ejecutiva por algo que hizo una ínfima minoría hace ya mucho tiempo”, señalaba.
También ponía el foco en el día siguiente del 26M ante una posible debacle: “Este partido tiene que pensar en grande, todo empieza el próximo lunes, para aglutinar, porque separados no podemos gobernar”.