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El nuevo PP escenifica la vuelta al aznarismo en una convención que pone fin a la era Rajoy

José María Aznar y Pablo Casado, este sábado.

Iñigo Aduriz

Eran las doce y cuarto pasadas del sábado, segunda jornada de la Convención Nacional del PP. Siguiendo el calendario programado por la dirección de Pablo Casado en el plenario intervenía el portavoz del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, encargado de presentar al siguiente orador, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. De repente, Pons interrumpía su discurso. “Está entrando el presidente José María Aznar”, anunciaba, con pompa.

El cónclave se paralizaba entonces durante varios minutos. La entrada del expresidente en el Pabellón 1 de la Feria de Madrid (IFEMA) donde se está celebrando este fin de semana el congresillo para el “rearme ideológico” del PP se convertía también en el inicio de una nueva era, la de la reconciliación de Aznar con su partido después de años de distanciamiento por sus discrepancias con Mariano Rajoy. El equipo de Casado decidía centrar toda la atención en el presidente de FAES que, lentamente, conseguía avanzar por el plenario.

Todas las cámaras le enfocaban a él y los miles de asistentes al cónclave, espectantes, le recibían en pie aunque con un aplauso tibio. Aznar llegaba con la cabeza alta, consciente de que la nueva dirección de los populares es la principal defensora tanto de su legado como de sus ideas políticas, más a la derecha que las de Rajoy. A su lado, visiblemente emocionada, avanzaba también a duras penas su esposa, la exalcaldesa de Madrid Ana Botella.

La reconciliación del PP con el aznarismo se ponía en escena siete meses después de que uno de los pupilos políticos del expresidente, su exjefe de gabinete Pablo Casado, llegara a la presidencia del partido tras ganar las primarias.

Un Tajani desconcertado por el parón de la convención para recibir al expresidente utilizaba su turno de palabra, previo al de Aznar pero con él ya presente, para destacar su lucha contra el terrorismo, como justificando la participación de España en la guerra de Irak.

“Una de la páginas más brillantes”

El secretario general del Partido Popular Europeo, Antonio López Istúriz, presentaba después a Aznar como el gran líder que “unió al dividido centro-derecha español y supuso una de las páginas más brillantes de la historia económica de España. Creó miles de empleos y, gracias a él, nuestro país entró en el Euro en tan sólo 18 meses. Todavía tengo grabadas las caras de asombro de expertos económicos y dirigentes de la Unión Europea así como el orgullo que sentimos todos los españoles”.

Con esa carta de presentación, el expresidente se subía al escenario con un evidente gesto de satisfacción. El auditorio volvía a ponerse en pie y le aplaudía esta vez con fuerza. En la primera fila del público, Botella lloraba de emoción.

Entre los asistentes estaban algunos de los más estrechos colaboradores del expresidente durante sus gobiernos, como el exsubdirector de Gabinete y exsecretario de Estado Gabriel Elorriaga, el exministro Federico Trillo o la exministra expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. El cónclave estaba pilotado por otro de sus fieles, el hoy jefe de Gabinete de Casado Javier Fernández-Lasquetty, con la ayuda de Teresa Benjumea, una de las grandes críticas de Rajoy y exponente del aznarismo.

Aznar sentía de nuevo la fortaleza de antaño para impartir doctrina y, por primera vez en un lustro, volvía a pedir el voto para el PP con condescendencia: “Los votos que España necesita para responder con éxito a su desafío existencial son los votos que deben ir al PP y que desde ahora pido para el PP”. Llamaba la atención ese “desde ahora” con el que Aznar trataba de remarcar que desde este sábado el nuevo PP de Casado tiene su bendición y no ningún otro partido por el que había mostrado sus simpatías en las últimas semanas, como Ciudadanos o Vox.

La “gran casa común”

“No pidamos el voto del miedo. El voto que ha de pedir el PP es el voto de la esperanza y del patriotismo (...). No dejemos atrás aquello que nos identifica como la gran fuerza política integradora que ha traído progreso y estabilidad a España. No renunciemos a la pluralidad. Afirmemos nuestra vocación mayoritaria”, añadía el expresidente presentando a la de los populares como la “gran fuerza integradora del centro derecha español” que lleva reclamando durante años.

Aznar consideraba a Casado -que este domingo será el protagonista absoluto de la convención- como su sucesor natural 15 años después de que dejara la presidencia del PP. En su discurso el expresidente ignoraba en todo momento a Mariano Rajoy, al que él mismo eligió como sucesor a dedo en 2004. No le dedicó ni una sola palabra en su intervención. El presidente de FAES emulaba entonces a Manuel Fraga, quien en 1990 reconoció el liderazgo de Aznar “sin tutelas ni tutías”. Parafraseando al presidente fundador de los populares, también consideraba que Casado es líder “sin tutelas ni tutías”.

“Pablo Casado tuvo el coraje y el acierto de dar un paso al frente cuando el partido lo necesitaba y sabemos que no dará un paso atrás. Cada vez más españoles van a reconocer en Pablo Casado la mejor razón para encontrar de nuevo su sitio en esta gran casa común asentada sobre España y la libertad”, apuntaba.

Aznar se ponía como ejemplo a sí mismo: “Hace casi 30 años un joven que entonces tenía 37 algo parecido a mí, exactamente la misma edad que tiene Casado, llegó a la presidencia del PP. Ese joven, como Casado, venía desde Ávila, pero a diferencia de ese joven de hace 30 años el joven de hoy es mucho más listo y sabe mucho más de política. No solo tenemos un gran presidente del PP, tenemos un gran líder, sin tutelas ni tutías, un líder como un castillo”, zanjaba.

“Cada uno en su estilo”

El discurso del expresidente causaba furor entre el equipo de Casado. “Ha sido espectacular, mucho mejor que Rajoy”, apuntaba uno de los integrantes de la nueva dirección del PP. Las comparaciones con el expresidente Rajoy, que intervino el viernes en el cónclave aunque en un formato bien distinto al de Aznar –fue una conversación enlatada con la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y no un mitin al uso– eran inevitables.

“Cada uno ha estado en su estilo”, aseguraba diplomático otro de los colaboradores de Casado, que no ocultaba que Aznar había supuesto un elemento “motivador” para los afiliados. Especialmente gustó su apelación a la pluralidad del PP. Además, los dirigentes que se agolpaban en los pasillos de IFEMA destacaban que el expresidente “se había preparado mucho su discurso, no era cosa de dos días”.

Aznar se convertía así en una figura emergente en el PP, mientras Rajoy y su legado se veían ya como algo del pasado. En la segunda jornada de la convención no había rastro de los más estrechos colaboradores del expresidente gallego que sí estuvieron el primer día para escuchar a Rajoy. Ni Soraya Sáenz de Santamaría, ni el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso ni la exministra Fátima Báñez se dejaron ver este sábado por el plenario.

El entorno de Casado se esforzaba por tratar de dejar claro que no ha tratado de manera diferente a Rajoy y Aznar durante la convención, a pesar de la evidente ruptura con el legado del primero que se ha escenificado durante los últimos siete meses y que se pronunciaba aún más en el cónclave. “Los días de los expresidentes ya han pasado y ahora toca mirar al futuro”, apuntaban fuentes cercanas al presidente del PP.

Al Gobierno, “a la primera”

Génova insiste que el PP es “un partido con historia que reivindica a sus líderes”. Por eso restaba importancia al hecho de que Aznar y Rajoy no quisieran coincidir el mismo día en la convención. “Lo que está claro es que el PP está más unido que nunca”, considera el equipo de Casado, que insiste en que “el espacio del centro derecha está fragmentado en tres”, pero que la convención servirá para unirlo entorno a los populares y “para remar en la misma dirección”.

Las fuentes cercanas al líder del PP consideran que el cónclave “ratifica” su estrategia de “respeto al pasado, ambición de futuro y no insultar a los exvotantes” que se hayan podido marchar a Ciudadanos o a Vox. Casado está convencido de poder llegar al Gobierno “a la primera” oportunidad, en cuanto Pedro Sánchez convoque elecciones generales, a diferencia de Aznar, que tardó siete años tras ser elegido líder del PP o Rajoy, que lo logró “a la tercera”.

“El PP ha perdido el 40% de los votos, pero tiene que aspirar a las mayorías de antes, de los 10 millones de votos”, apunta el equipo de Casado. En su mente está la reunificación del centro derecha que reivindica Aznar y no Rajoy, que ya es un líder del pasado para la dirección del PP.

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