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El PSOE se abre a negociar una coalición con Unidas Podemos

Pedro Sánchez junto a su esposa y la vicepresidenta, Carmen Calvo, en la noche electoral.

Irene Castro / Aitor Riveiro / Iñigo Aduriz

PSOE y Unidas Podemos vuelven a la casilla de salida condenados a entenderse y con una aritmética endiablada. Pedro Sánchez se ha mostrado convencido ante la dirección de su partido de que esta vez habrá gobierno, pese al complicado tablero que han dejado las urnas. Los socialistas, que aseguran haber “tomado nota” de lo ocurrido en las urnas, negociarán con Pablo Iglesias sin, a priori, líneas rojas, es decir, que hablarán de la fórmula de un Gobierno de coalición que es una condición sine qua non para el grupo confederal, aunque las mismas fuentes evitan anticipar el resultado.

La resaca electoral ha sido distinta en Ferraz a la del 28 de abril, cuando el PSOE dejó claro que su aspiración era gobernar en solitario al día siguiente de las elecciones. A pesar de que esa ha sido la consigna durante la campaña –el ofrecimiento era un “acuerdo programático” a Unidas Podemos–, la bajada en votos y escaños, que contradicen su aspiración de reforzarse en las urnas para garantizarse un Ejecutivo monocolor, ha llevado a la dirección socialista a modificar su punto de partida ante el miedo a un nuevo escenario de bloqueo que podría derivar en otra repetición de elecciones.

El PSOE se abre ahora a negociar un Gobierno de coalición con Unidas Podemos, aunque en la dirección socialista evitan anticipar cuál será el resultado. “Estamos abiertos a una negociación con Unidas Podemos –señalan fuentes de Ferraz–. Los españoles han votado, una vez tenemos los resultados, buscamos el desbloqueo y en eso vamos a trabajar”. “Estamos abiertos a escuchar y tenemos una actitud de enfrentarnos a una etapa nueva. Vamos a escuchar lo que plantean, lo que proponen, e intentar llegar a acuerdos de lo que creemos que interesa al país”, ha sido la respuesta de José Luis Ábalos a la pregunta de si negociarán un Gobierno conjunto con Iglesias.

La idea de Sánchez es conservar la Moncloa gracias a un acuerdo que englobe a varias formaciones políticas, entre ellas lo que queda de Ciudadanos. Según admitió Ábalos, su cálculo pasa por buscar el sí de Unidas Podemos, Más País, PNV y Ciudadanos con alguna formación regionalista (con el PRC, que fue el único grupo que votó a favor de Sánchez en julio, bastaría). “Habrá que sentarse con todos, pero no es matemática pura, se trata de tener mano izquierda y voluntad de no bloqueo”, señalan fuentes de la dirección. La aspiración de Sánchez es no depender de los independentistas, aunque la prioridad será evitar una nueva repetición electoral.

“Vamos a ser responsables y generosos, pero pedimos responsabilidad y generosidad”, insisten las mismas fuentes socialistas. Así se pronunció también Sánchez la noche electoral al hacer un “llamamiento” al resto de formaciones para sacar a España del bloqueo. En el entorno del presidente hablan ahora de “flexibilidad” en la negociación.

Algunos dirigentes de la cúpula socialista asumen que, con un empeoramiento de los resultados, el PSOE tendrá esta vez que ceder y aceptar a Unidas Podemos dentro del Gobierno. “Para este viaje no habían hecho falta alforjas”, dice un miembro de la Ejecutiva, que resume el sentir de cargos consultados por eldiario.es. Lo que no ha sentado bien es que Iglesias saliera desde su primera comparecencia tras el cierre de las urnas reclamando ya su cuota de poder. En las filas socialistas también advierten de que la bajada del grupo confederal (que ha perdido siete diputados) les puede servir como baza para rebajar las expectativas de Iglesias.

Iglesias: una coalición con él como vicepresidente

En Unidas Podemos sostienen en cambio que el resultado de la repetición electoral respalda su apuesta por una coalición. El secretario general de Podemos lo dejó muy claro en la rueda de prensa que ofreció en la misma noche electoral. “Lo que era una ocasión histórica ahora es una necesidad histórica”, dijo Iglesias, señalando al auge de Vox. Y añadió que había escrito al candidato socialista para “tenderle la mano” y “negociar un Gobierno de coalición” en el que las fuerzas que lo integren estén “representadas exclusivamente en función del apoyo obtenido” en las urnas.

Los de Iglesias sostienen que el buen resultado de la extrema derecha y la posibilidad de una recesión económica, en el peor de los casos, obliga a un amplio entendimiento parlamentario y a lograr un Gobierno con una base de diputados sólida que dé estabilidad a la legislatura. En palabras del líder de Unidas Podemos: “La única manera de frenar a la extrema derecha es con un Gobierno que tenga la mayoría suficiente y que garantice las políticas sociales imprescindibles”. Esas políticas, insisten, tienen que ver con los “artículos sociales” de la Constitución: derecho a la vivienda, a un trabajo digno o a pensiones ajustadas al coste de la vida.

Es la misma posición que ya mantuvo Unidas Podemos tras las elecciones de abril y supondría que la formación que integra a Podemos e IU aspira a un tercio de los asientos del Consejo de Ministros. Pero, a diferencia de lo ocurrido en las negociaciones tras el 28A, esta vez Pablo Iglesias está dispuesto a aguantar la presión y a no retirarse de la carrera por formar parte de ese Gobierno como vicepresidente. Todo, después de haberse dejado siete escaños y más de 600.000 votos tras pedir el apoyo de los votantes para forzar a Sánchez a aceptar un gobierno de coalición.

El lema de la campaña del 10N (“Un gobierno contigo”, al lado de una imagen de Iglesias) podía leerse en las dos direcciones. “Contigo”, refiriéndose al votante. Y “contigo”, refiriéndose al candidato.

La estrategia de Podemos la defienden también sus aliados, aunque con algunos matices. El coordinador federal de IU, Alberto Garzón, que ya durante la negociación de julio se mostró partidario de un acuerdo programático sin exigir la coalición sostuvo este lunes su apuesta por un Gobierno conjunto: “Esperamos que Pedro Sánchez haga una oferta de Gobierno de coalición a Unidas Podemos. Si es buena, IU la aceptará”, decía ante los medios tras la reunión de la Comisión Colegiada del partido.

A diferencia de Iglesias, Garzón se abre a “explorar todas las opciones” antes que permitir una tercera cita electoral. Una posición que coincide con la mantenida por IU tras las elecciones de abril aunque, llegado el momento, se mantuvo la unidad de voto en el grupo confederal, no sin que dentro de IU hubiera voces que pedían desmarcarse.

Por su parte, los ‘comunes’ de Ada Colau llamaron también este lunes al PSOE “a escuchar a su propia militancia y a buscar con sentido de la responsabilidad el apoyo necesario para conformar un Gobierno de coalición con Unidas Podemos y el apoyo de fuerzas como el PNV y ERC”. Un Ejecutivo que sería “estable y reflejaría la plurinacionalidad del Estado”, según un comunicado de En Comú Podem.

La referencia a ERC no es gratuita. La suma de los cuatro partidos citados da 175 diputados. Uno más y la investidura de Pedro Sánchez estaría garantizada por mayoría absoluta y sin contar con los tres diputados de Más País. Sin embargo, los socialistas no quieren depender de los independentistas catalanes. La presencia en Barcelona de una candidatura avalada por Íñigo Errejón ha sentado muy mal en los dominios de Colau, quien en el cierre de campaña criticó la decisión de Errejón, sin mencionarlo.

Desde Galicia, por último, los dos diputados de En Común también reclaman a Sánchez que negocie ya un Gobierno de coalición.

Resignación en el PSOE

En las filas del PSOE existe cierto estupor por el resultado del 10N, aunque no se han producido críticas en público y, en la reunión de la Ejecutiva este lunes, solo tres dirigentes se salieron del guión para cuestionar la estrategia de la campaña así como la negociación tras el 28 de abril. La mayoría de las intervenciones fueron de refuerzo a la posición de Sánchez e incluso se criticó la línea informativa de algunos medios de comunicación por ir supuestamente contra de los intereses de este partido.

En privado, dirigentes socialistas cuestionan la estrategia diseñada por el jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo, por haber dirigido el primer tramo de la campaña a lo que en Moncloa se definía como “mayoría cautelosa” con un mensaje basado en la estabilidad y el necesario desbloqueo. Algunas fuentes apuntan ahora que ese discurso no moviliza a los suyos. El eje se cambió en la recta final de la competición, cuando el PSOE azuzó de nuevo miedo al auge de la extrema derecha, sobre todo tras la intervención de Santiago Abascal en el debate televisado. En la dirección del partido también hay quien trata de restar responsabilidad a Redondo: “Una campaña tiene varias fases”.

Otro de los momentos de “ideologización” de la campaña fue cuando Sánchez decidió entrar en el cuerpo a cuerpo con Iglesias negando que fuera a buscar una gran coalición con el PP y preguntándole si volvería a bloquear su investidura. Este lunes, el PSOE no solo ha rechazado la gran coalición sino que ha dado por hecho que no peleará siquiera por la abstención de Pablo Casado. “Creo que no cabe esperar la abstención del PP, su margen es muy escaso por la presión de la ultraderecha –expresó Ábalos–. No merece la pena seguir insistiendo”.

El domingo, al final de la noche, Casado jugó a la ambigüedad sobre una posible abstención de su partido para dejar gobernar al PSOE. “Vamos a ser muy exigentes, a ver qué plantea Sánchez y ejerceremos nuestra responsabilidad porque España no puede seguir bloqueada”, dijo el presidente popular ante apenas una veintena de personas que se congregaba ante la sede del partido en la calle Génova de Madrid. Sin embargo, aunque aseguraba que “España no puede esperar más”, a renglón seguido Casado señalaba que el programa de Sánchez es “es incompatible” con el PP. Fuentes de la dirección popular descartaban después la abstención para facilitar un Ejecutivo de Sánchez.

Este lunes, en distintas comparecencias en medios, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, mantenía cerrada esa opción. El número dos de los populares matizaba que Sánchez ya mandó el domingo “un mensaje claro” al decir que quiere un Gobierno progresista y se quiere apoyar en la izquierda, como ya le ha ofrecido Pablo Iglesias. Por eso afirmaba que “hasta que no se vaya Sánchez, la política española no se desbloquea” y solo a él corresponde tomar la iniciativa: “Es quien nos ha llevado a elecciones, no ha conseguido sacarnos del bloqueo y alguien debe asumir esa responsabilidad”, zanjaba.

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