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Pablo Iglesias lo fía todo a un Gobierno de coalición con el PSOE tras la debacle del 26M

Pablo Iglesias, en la rueda de prensa de este lunes.

Aitor Riveiro

Un mes separa las elecciones generales del 28 de abril de las europeas, municipales y autonómicas de este domingo. Un mes en el que Podemos, IU y el resto del llamado espacio del cambio, ha pasado de respirar aliviados y armarse de moral la noche de las generales a observar, perplejos, cómo caían como piezas de dominó casi todas las Alcaldías logradas en 2015 y aumentaba, lejos de detenerse, el flujo de votos hacia el PSOE. Con todo, Pablo Iglesias, que ha comparecido este lunes para valorar los malos resultados, mantiene el plan inicial: presionar con todo para lograr un Gobierno de coalición con el PSOE de Pedro Sánchez o pasar a la oposición si los socialistas apuestan por un acuerdo con Ciudadanos. Sin descartar la repetición electoral.

Un día después del 26M, el secretario general de Podemos comparecía por sorpresa ante los medios de comunicación en la sede del partido. En la rueda de prensa, Iglesias reconocía los malos resultados del domingo y culpaba de ellos a la desunión de la izquierda.

En las elecciones de abril hubo una cierta unidad de acción casi en toda España. Eso, sumado al regreso de Pablo Iglesias, al surgimiento del caso del espionaje que investiga la Audiencia Nacional y a la buena campaña de Unidas Podemos, con especial mención a los debates, permitieron aguantar mejor de lo esperado y convertirse en una de las llaves que puede dar el poder a Pedro Sánchez.

El 26M ha confirmado el carácter estatal del proyecto liderado por Iglesias. Salvo alguna excepción, el espacio del cambio ha aguantado mejor donde ha permanecido unido. En el ámbito municipal la debacle es especialmente dolorosa. Barcelona, donde Podemos tenía puestas sus esperanzas este domingo, se ha perdido por apenas 5.000 votos. A Coruña, Santiago y Ferrol tampoco aguantan. Zaragoza o Valladolid son otras ciudades donde el espacio político no ha resistido.

A nivel autonómico el resultado no es ni mucho menos mejor, lo que por otra parte debilita cualquier opción de que se plantee una alternativa al liderazgo de Pablo Iglesias dentro de Podemos. Los movimientos surgidos tras la ruptura de Íñigo Errejón bajo el paraguas del secretario general de Castilla-La Mancha se han visto abruptamente cortados. José García Molina ha dejado al partido sin representación y Emiliano García Page se ha hecho con la mayoría absoluta.

Podemos tampoco será fundamental en Extremadura, donde el PSOE ha arrasado. En otras comunidades la suma podría parecer más clara. Pero ni mucho menos está hecho. Allí donde los socialistas suman con Unidas Podemos también lo hacen con Ciudadanos, como en La Rioja. En algunos lugares el partido de Rivera es el único socio posible, como en Madrid o Castilla y León.

Este mismo lunes el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, insistía en que su socio preferente es Podemos, pero para un “pacto programático”. “Todos los partidos debemos entender lo que han dicho los ciudadanos, ser realistas y humildes y ver dónde nos han situado a cada uno con su voto en las urnas”, aseguraba el número tres del partido, quien recuperaba la idea de un “Gobierno socialista con independientes” como oferta para arrancar la negociación.

Iglesias, por su parte, lo tiene claro. Y el resto del partido, también. La apuesta es única: una coalición proporcional al resultado de abril, sin tener en cuenta los de mayo. Así lo señalaba este lunes el secretario general de Podemos en una entrevista en Al Rojo Vivo. “Vamos a pedir un Gobierno de coalición que cumpla artículos de la Constitución ”, decía, después de señalar que la correlación de fuerzas “se define por los resultados en las generales” y tras reconocer que “el PSOE tiene una posición de privilegios”.

La negociación entre Unidas Podemos y el PSOE, que de momento no ha arrancado, se puede extender durante semanas. Y en Podemos temen que Ciudadanos pueda entrar en la partida. Ábalos ha abierto la puerta a pactar con el partido de Albert Rivera a nivel autonómico y municipal, lo que dejaría casi sin bazas a Iglesias, que ha planteado “construir un bloque de gobernabilidad en todos los niveles”. Es decir, apoyar al PSOE allí donde lo necesite a cambio de espacio en el Gobierno central.

Si Sánchez ofrece un acuerdo programático, como ha ocurrido en el final de la pasada legislatura, en Unidas Podemos se inclinan por no firmarlo. O hay corresponsabilidad de Gobierno, o nada. En caso de que Sánchez cierre del todo la puerta, no descartan una repetición electoral.

En Unidas Podemos hay dirigentes que sostienen que Sánchez optará finalmente por un pacto con Ciudadanos. Este mismo lunes, el jefe del Ejecutivo ha visitado al presidente de Francia, Emmanuel Macron. Y Ábalos tenía palabras para su aliado español: “Que Ciudadanos no insufle aire a Vox. Que no se convierta en la llave que dé acceso a la ultraderecha en gobiernos locales y autonómicos”.

La opción de un acuerdo PSOE-Ciudadanos en el Gobierno central, que miembros de los dos partidos niegan, hace pensar a algunos dentro de Unidas Podemos en la posibilidad de pasar a la oposición y permitiría al espacio político rearmarse e intentar recobrar el voto que, desde 2016, se ha ido hacia el PSOE o a la abstención.

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