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Dos semanas de pelea para seguir en Moncloa: Sánchez centra sus esfuerzos en combatir la abstención

El presidente, Pedro Sánchez, en el acto de apertura de la campaña en Dos Hermanas.

Irene Castro

Es la primera vez que Pedro Sánchez arranca una competición electoral como favorito, y esa cómoda ventaja sobre sus rivales que arrojan las encuestas se ha convertido en preocupación: que los buenos augurios desmovilicen al electorado progresista y la derecha acabe teniendo más apoyo del que han dibujado las encuestas y llegue al poder. El presidente, acostumbrado a resistir y a no colgarse el cartel de favorito peleará estás dos semanas contra la abstención. El alto porcentaje de indecisos también inquieta a los socialistas, cuya estrategia en estos quince días se enfocará a que se decanten por el PSOE.

“Está todo abierto, puede pasar cualquier cosa”, aseguraba uno de los hombres de confianza de Sánchez horas antes del pistoletazo de salida de la campaña oficial. “Tenemos que hablar al conjunto de españoles: a los que han decidido no ir a votar hay que decirles que su voto cuenta; a los que han decidido ir a votar pero no a quién, yo les digo que confíen en el PSOE, el único proyecto cabal”, dijo el presidente en ese acto.

El candidato socialista eligió uno de sus lugares fetiche para comenzar oficialmente la que es su tercera campaña de unas generales: la localidad sevillana de Dos Hermanas, donde anunció hace dos años que se presentaría a la batalla de las primarias para reconquistar el liderazgo del PSOE. El 'espíritu de Dos Hermanas' le llevó a una histórica victoria sobre Susana Díaz, con quien este jueves ha compartido escenario, y Patxi López en la que fue una de las piruetas que ha dado su carrera política.

La siguiente carambola de la carrera política de Sánchez fue su llegada a Moncloa a través de una moción de censura que reivindica con fervor en un momento en el que en Ferraz cundía el desánimo y casi la desesperación por el encallamiento que sufría. El PSOE recuperó el pulso en ese momento, aunque el mandato de Sánchez no ha sido fácil por su debilidad parlamentaria. No obstante, la creencia generalizada en el partido es que están en las mejores condiciones de la última década para encarar unas generales y han ideado una campaña de marcado perfil presidencialista. Uno de los llamamientos del PSOE a las urnas busca precisamente aumentar esa mayoría para tener las cosas más fáciles en el Parlamento.

La suma de PP, C's y Vox, el gran temor de Sánchez

El principal miedo que sobrevuela en los cuarteles generales del PSOE, repartidos en Moncloa y Ferraz, es que la buena marcha en las encuestas relaje al electorado progresista y se quede en casa. “Cada voto cuenta”, subrayan constantemente los socialistas. Con un panorama absolutamente fragmentado, ganar o perder un escaño es cuestión de muy pocas papeletas. “Si la derecha suma se van a entender -dijo Sánchez en el mitin de apertura oficial de la campaña-. Hay un riesgo importante de que la derecha sume, por eso es importante que vayamos a las urnas”. Esa es la otra constante advertencia de los socialistas, que ven el “peligro real” de que PP, Ciudadanos y Vox logren la mayoría absoluta en escaños y, con ella, se hagan con el Gobierno de España.

Los avisos de la alianza de las tres derechas están presentes en todos y cada uno de los mensajes del PSOE en sus mítines, en sus entrevistas, ruedas de prensa... y han llegado incluso a determinar la participación de Sánchez en los debates electorales: el presidente ha aceptado la invitación de Atresmedia precisamente por ser un formato a cinco que incluye a Santiago Abascal. Esa imagen, que supone dejar plantada a TVE, llegará a millones de telespectadores: tres candidatos de derechas -uno de ellos de la derecha extrema- unidos contra Sánchez.

En la retina del presidente y su equipo de colaboradores está lo que ocurrió en Andalucía el pasado 2 de diciembre, cuando Susana Díaz quedó en primera posición pero perdió la mayoría en favor de PP, Ciudadanos y Vox que arrebataron la Junta al PSOE por primera vez en 36 años. “Necesitamos que gane el PSOE y que gane bien. Tenemos que ganar muy bien porque si suman”, se unen -alertó la expresidenta andaluza junto a Sánchez-. “Si no vamos a votar la derecha vuelve y vuelve el peor rostro”.

No es casualidad, por tanto, que Sánchez haya comenzado la campaña en Sevilla, provincia en la que el CIS le otorga cinco escaños y uno en disputa, y que haya pasado por todas las circunscripciones andaluzas en las semanas anteriores. Unas horas después de anunciar la fecha del anticipo electoral, Sánchez celebró su primer mitin de la precampaña también en la capital hispalense. Según el plan diseñado por Ferraz, en estos quince días repetirá en Granada -la coincidencia de la campaña con la Semana Santa complica su presencia en la primera parte de la competición-.

Una tregua en la guerra con Susana Díaz

En más de la mitad de esos actos Sánchez ha compartido escenario con la que fue su principal rival interna, Susana Díaz. El candidato se la juega, pero también la expresidenta andaluza, a la que Ferraz señaló la puerta de salida tras los comicios autonómicos. Las generales son un regalo envenenado para la otrora poderosa líder andaluza: si Sánchez saca un voto más que ella, será señalada; si la federación andaluza no moviliza, también será su responsabilidad. De hecho, en Ferraz estaban molestos con la federación andaluza por el 'pinchazo' en Sevilla el pasado fin de semana, a las puertas del arranque de la campaña, aunque el acto de apertura formal no fue mucho más numeroso.

El ciclo electoral ha provocado una tregua en la batalla interna, pero la dirección socialista da por hecho que Díaz acabará cayendo. De hecho, creen que la propia federación andaluza le acabará dando la espalda y ven una muestra de ello en que cuatro direcciones provinciales acordaron las listas a las Cortes directamente con Ferraz. En las otras cuatro circunscripciones, Sánchez modificó a su antojo la propuesta de Díaz. En los últimos mítines, la expresidenta ha dejado caer ante Sánchez que quiere intentar recuperar la Junta, pero el líder del PSOE ni siquiera ha contestado. “Cuando hemos estado unidos hemos conseguido grandes cosas”, se limitó a decir este jueves.

Tras la debacle en Andalucía, el miedo se apoderó de los socialistas, especialmente de los barones que tenían que enfrentarse a las urnas el 26 de mayo y empezaron a ver el peligro de que el apoyo de los independentistas les estuviera pasando factura. Fue una lectura que hicieron muchos en el PSOE y que la dirección descartó. No obstante, Sánchez optó en aquel momento por anunciar que presentaría los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso tras haber renunciado previamente.

Catalunya fuera del debate

En Moncloa creyeron que era una jugada ganadora: si salían adelante las cuentas, Sánchez podría agotar la legislatura; si fracasaban, podía marcar distancias con los independentistas. La ruptura con el Govern dejó cojo el argumentario de PP y Ciudadanos contra el Gobierno y dio aire a Sánchez, que ahora ha recuperado su “no es no” para la independencia de Catalunya y el referéndum de autodeterminación. “Desde entonces -dijo Sánchez al relatar los últimos meses desde la moción de censura- nos están diciendo que hemos pactado con los independentistas. Otra mentira más”.

El conflicto catalán es uno de los asuntos más delicados dentro del PSOE. De hecho, la apuesta por la plurinacionalidad ha desparecido del argumentario socialista y Catalunya se ha quedado fuera de las 110 principales medidas del programa, que es lo único que por ahora ha publicado el PSOE. No obstante, Sánchez está convencido de que su política de distensión en Catalunya ha surtido efectos y que la situación es mejor que hace unos meses y por eso avisa de que la vuelta del PP aumentará de nuevo la “confrontación territorial”. “Las grandes mayorías de este país siempre han tenido dos bastiones, Andalucía y Catalunya. Cuando intentan enfrentarnos saben lo que hacen, esta derecha es de todo menos tonta” reconoció Díaz.

En una campaña personalista -en la que ni siquiera se ha contado con los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero como en las anteriores-, diseñada al milímetro y con el objetivo fundamental de no cometer errores, el conflicto territorial estuvo a punto de arruinarle la fiesta al presidente cuando Miquel Iceta dejó entrever que el referéndum podría considerarse si el porcentaje de independentistas aumenta. El líder del PSC rectificó sus palabras y el PSOE ha conseguido salir al paso de la polémica. El PSC tiene opciones de recuperar el granero de votos de hace una década.

Precisamente el no depender de los independentistas es otro de los argumentos de la campaña de Sánchez para reclamar el voto masivo al PSOE: cuanto más abultado sea su resultado, menos dependerá de los aliados de la moción de censura y más difícil tendrá Albert Rivera votar en su contra en una investidura. “Queremos depender de nosotros mismos”, ha sido el mantra más repetido desde la sede de Ferraz. Pese a la insistencia de Pablo Iglesias por la necesidad de un Gobierno de coalición, Sánchez ha dejado claro que su intención es seguir en solitario, con apoyos parlamentarios puntuales y variados.

El PSOE evita hablar de pactos

La directriz oficial del PSOE ha sido, en ese sentido, la de no entrar en el debate de los pactos postelectorales, que a juicio de los responsables de la campaña es un error porque puede hacerles perder votos por el camino. Los socialistas están convencidos de que el “cordón sanitario” que les ha puesto Ciudadanos les ha impulsado: “Se han dado un tiro en el pie”. Lo que esta vez no ha descartado Sánchez es mantenerse en Moncloa con el apoyo de los independentistas, algo que no sienta bien en las filas del PSOE. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, admitió que un Gobierno que dependa de esos apoyos no puede ser estable.

No obstante, la dirección del PSOE mantiene la vista puesta en un entendimiento con Unidas Podemos, con los que ha evitado confrontar: para Ferraz un desgaste excesivo de los de Iglesias pone más cuesta arriba la configuración de un Gobierno tras el 28A.

Sánchez ha conseguido cruzar el 'charco' de los pactos sin mojarse en la precampaña, a pesar del acoso y derribo de PP y Ciudadanos. Enfundado en su traje de presidente y haciendo gala de su perfil más moderado, Sánchez está convencido de que los errores y tropiezos de Casado y Rivera, a quienes en el PSOE ven “desesperados”, le han dado aire.

Lanzado a la carretera desde hace semanas para recorrer la España rural y centrado ahora en la captación de indecisos que según sus cálculos se concentran en las ciudades, Sánchez encara estos quince días, 360 horas como recuerdan en su equipo, con mejor ánimo que en ocasiones anteriores, según reconoce uno de sus más estrechos colaboradores, pero con la obsesión de evitar la relajación del electorado progresista alentando el “riesgo real” de que el PP vuelva con una influencia determinante de la extrema derecha y le saque de Moncloa.

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