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Santiago Abascal, el político con pistola que lucha contra la inmigración

Santiago Abascal, presidente de la formación ultraderechista  Vox

Carmen Moraga

Hace justo tres años, el 20 de diciembre de 2015, cuando Santiago Abascal se presentó por primera vez a unas elecciones generales después de abandonar el PP, el ahora presidente de Vox celebraba el nacimiento de Santi, su cuarto hijo. “Ojalá nuestro hijo llegue con #EscañoBajoelBrazo”, escribía en su cuenta de Twitter horas antes de conocer los resultados de esos comicios.

Su deseo no se cumplió. Vox obtuvo en aquellas elecciones 58.114 sufragios, un 0,23%. Tampoco entró en el Senado. Pero Abascal perseveró en el intento. Volvió a presentarse a las generales de junio 2016. Pese a su peculiar campaña electoral, con su eslogan a lo Trump -“Hacer a España grande otra vez”- y en la que terminó detenido en Gibraltar por desplegar una bandera española, tampoco logró sacar escaño en ninguna de las dos cámaras. Su partido incluso bajó en porcentaje de apoyos, quedándose en solo el 0,2% y 46.638 votos. Lejos de desanimarse, Abascal se puso a preparar la siguiente batalla.

Ahora Vox, de la mano de un perseverante Abascal, ha logrado entrar con fuerza en el Parlamento andaluz, nada menos que con 12 diputados, lo que le convierte en la llave para poder configurar un gobierno alternativo de derechas tras cerca de 40 años de hegemonía del PSOE.

Durante los últimos años de travesía en el desierto Abascal ha construido su personaje. Ha hecho videos promocionales que rozan lo absurdo y fotos que se han convertido en memes. Esa estrategia de márketing de tintes tragicómicos ha estado trufada con mensajes racistas, islamófobos, anticatalanes y polémicos en general, con los que ha ido colando sus ideas de extrema derecha en los medios.

“Siempre voy armado con una Smith & Wesson”

Santiago Abascal era hasta hace unos meses un dirigente político prácticamente desconocido para la mayoría de los españoles. Pero en pocas semanas ha logrado, no sin ayuda, que esa percepción haya dado la vuelta. Sin tener siquiera representación parlamentaria, en esta campaña andaluza sus rivales -aunque el candidato a la Junta fuera otro- no han disimulado el temor a su fantasma. Vox es básicamente Santiago Abascal, aunque presuma de 16.000 militantes.

Él mismo ha ido descubriendo detalles de su personalidad y sobre su pasado en algunas entrevistas, como en la que concedió en mayo de 2017 a El Español en la que se ‘desnudó’ contando algunas intimidades.

“Voy siempre armado con una Smith & Wesson. Al principio para proteger a mi padre de ETA; ahora, a mis hijos”, presumió en aquella entrevista, explicando que tiene licencia de armas solo para España.

Por aquellas fechas se celebraban elecciones a la presidencia del Gobierno en Francia y el dirigente de Vox no ocultó tampoco sus preferencias por el Frente Nacional de Marine Le Pen con la que se acababa de entrevistar en Perpiñán.

“No sé si Le Pen va a ganar, pero le van a votar el 40% de los franceses. Es la salvación de Europa”, sentenció. Sus pronósticos no se cumplieron. En la primera vuelta Emmanuel Macron había alcanzado cerca del 23,8% de los votos, seguido por Marine Le Pen con alrededor de 21,4% . Finalmente, Macron logró ocupar El Eliseo con un 66% de los votos, frente al 34% que consiguió Le Pen.

Abascal nació en 1976 en Bilbao un 14 de abril en el seno de una familia acomodada. Su padre, Santiago Abascal Escurza, propietario de un negocio textil en Amurrio (Alava), ya despuntaba en política. Primero, en Unión Nacional Española -partido de la derecha más tradicionalista, conservadora y carlista, fundado por Gonzalo Fernández de la Mora-. Y, posteriormente, en Alianza Popular. Fue concejal y diputado y estuvo amenazado por ETA. Su hijo Santiago siempre recuerda que esa circunstancia marcó su vida, por lo que justifica el hecho de salir a la calle con la Smith & Wesson, dado que él también fue blanco de los terroristas.

Hace poco contó lo orgulloso que estaba de su hijo mayor porque un día, al ver pasar una manifestación a favor de los presos etarras, gritó “¡Viva España”.

Su carrera política siempre ha estado vinculada al País Vasco hasta su salto al escenario nacional. Su padre le afilió al PP siendo muy joven, con 18 años. “Me encontré el carné en casa. No tuve opción”, desveló el propio Abascal en su página personal en la que ha colgado fotos de su trayectoria política y algunas familiares, de su padre, fallecido el año pasado.

Al poco tiempo de su ingreso en el PP comenzó a medrar en el partido: fue miembro del Comité Provincial de Álava y después de su comité ejecutivo. En el 2000 fue elegido presidente de Nuevas Generaciones del País Vasco, hasta 2005 año en el que fue nombrado secretario de Educación del PP.

Concejal de Llodio con tan solo 23 años

Antes, en 1999, con tan solo 23 años, obtuvo su primer cargo público al ser elegido concejal del PP en el Ayuntamiento de Llodio (Álava), un puesto que revalidó hasta 2007. Entre 2003 y 2004 fue procurador de las Juntas Generales de Álava. Y entre 2005 y 2009, diputado del Parlamento Vasco, tras sustituir en dos ocasiones a dos de sus compañeros que tuvieron que renunciar al acta por diferentes circunstancias. Abascal, que no había salido elegido, era el siguiente de la lista. En las nuevas autonómicas no logró escaño.

Poco después del triunfo de Mariano Rajoy en las generales de 2011, Abascal pudo volver a entrar en el Parlamento Vasco por otro rebote en las listas. Sin embargo, el nuevo líder del partido en el País Vasco, Antonio Basagoiti -que había sustituido en el cargo a la crítica Maria San Gil- vetó su regreso. “Me pidieron la renuncia preventiva y previa al acta de diputado que me correspondía en caso de que [Carlos] Urquijo tuviera que renunciar a ella para asumir el cargo de delegado del Gobierno en el País Vasco”, desveló el propio Abascal. Y accedió. Este episodio agudizó su malestar y su distanciamiento con la dirección del partido, que había comenzado prácticamente desde la marcha de Aznar.

Esperanza Aguirre, con la que siempre ha mantenido muy buena relación, ya le había echado un cable nombrándole en febrero de 2010 director de la Agencia de Protección de Datos de Madrid en donde se mantuvo hasta diciembre de 2012. Tras el cierre de la empresa pública -“para ahorrar gastos”, según Aguirre- Abascal fue recolocado por la expresidenta regional como director gerente de la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social, cuya actividad era casi inexistente. Por no tener no tenía ni empleados, como denunció el exdiputado autonómico de UPyD Alberto Reyero. Sin embargo, él percibía un sueldo de cerca de 83.000 euros brutos anuales.

Abascal ocupó también durante varios años la presidencia de la Asociación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), cuya sede social, un elegante inmueble en el madrileño distrito de Chamberí, era propiedad de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid. Dicha sede acabó siendo denunciada por los vecinos por el impago de las cuotas de mantenimiento.

Su marcha del PP y el nacimiento de Vox

En noviembre de 2013 Abascal abandonó el PP enviando una dura carta a Rajoy en la que acusaba a la dirección de entonces de “secuestrar” al partido, “traicionar” sus “ideas y valores” y de actuar con pasividad ante “la corrupción”.

Tan solo unos meses después de ese portazo nace Vox y Abascal deja todo para dedicarse en cuerpo y alma a su nuevo proyecto. En enero de 2014, los promotores ofrecieron una rueda de prensa para presentar el partido en la que participaron, entre otros, el exfuncionario de prisiones secuestrado por ETA, José Antonio Ortega Lara -que también había abandonado su militancia en el PP- , y el exministro de UCD, Ignacio Camuñas.

Vox decidió que el cabeza de lista para las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014 fuera el exvicepresidente de la Eurocámara y exlíder del PP catalán, Alejo Vidal-Quadras, que no consiguió salir elegido. Su militancia no duró mucho y Vidal-Quadras dejó la formación un año después.

Abascal volvió a la carga en las elecciones andaluzas de marzo de 2015 cosechando otro fracaso absoluto: Vox acabó como novena fuerza política con 18.017 votos, un 0,45 % del total, por debajo del partido animalista PACMA.

De derrota en derrota desde la fundación de Vox

Después, en las elecciones autonómicas del 24 de mayo de 2015, llegaron más derrotas. A pesar de estar en contra del sistema autonómico, Vox se presentó en nueve comunidades -Asturias, Cantabría, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana y Canarias- de las 13 en las que se celebraban elecciones, sin conseguir entrar en ningún parlamento regional.

En las municipales, celebradas en esa misma fecha, Vox se presentó en más de 120 municipios y obtuvo dos alcaldías y un total de 22 concejales en toda España.

También Santiago Abascal padre, que recaló en Vox tras abandonar el PP por los mismos motivos que su hijo, probó suerte aunque no pudo hacer campaña por su delicada salud. Su candidatura a lehendakari en septiembre de 2016 cosechó tan solo 774 votos, el 0,07%.del total de los sufragios.

El despegue llegó con el mitin en el Palacio de Vistalegre de Madrid el pasado 7 de octubre de 2018 y supuso todo un revulsivo para Abascal. Llenar la antigua plaza de toros madrileña, un recinto emblemático para la izquierda, fue considerado el primer aviso de que Vox podría irrumpir en el tablero político en estas andaluzas. Como así ha sido. La última encuesta del CIS, ya lo vaticinaba. Como también pronostica que la formación ultraderechista podría entrar en 2019 en otros parlamentos regionales, en el europeo y en el Congreso cuando se convoquen las generales.

Católico y ultraconservador pero partidario del divorcio

Sobre el líder de Vox se han ido conociendo muchas más cosas de su vida personal que no tendrían mayor importancia si no chocaran con sus ideas sumamente conservadoras. Abascal profesa la religión católica pero al divorcio no le ha hecho ascos. Tiene dos hijos de su primera mujer y otros dos de su actual esposa. En una entrevista que concedió al suplemento de EL Mundo -LOC- reconoció que era un férreo defensor de la familia pero añadió que si alguien le criticaba por haberse divorciado “le importaba un bledo”. También afirmó que no le importa que le llamen “racista”, “xenófobo” y “fascista”, “porque yo sé lo que soy. No me molesto ni en mostrar a mis amigos negros o extranjeros”, replicó.

Él mismo ha ironizado en sus actos de campaña sobre los epítetos y las etiquetas, que, salvo Ciudadanos y el PP, muchos les lanzan. “¿Qué es un fascista? Yo ni lo sé cuando en España hasta a Felipe González le llaman así”, dijo en la misma entrevista de El Mundo.

Pero sus propuestas electorales y las manifestaciones que ha hecho en sus mítines de campaña le desmienten. Vox pide el cierre de fronteras; la construcción de un muro en Ceuta y Melilla; la deportación de los inmigrantes ilegales y de aquellos que estén de forma legal en territorio español pero que hayan reincidido en la comisión de delitos leves o hayan cometido algún delito grave; y aboga por cerrar también todas las mezquitas financiadas por el fundamentalismo, entre las que incluye a la de la M-30 de Madrid.

Además rechaza el aborto, la ley de Memoria Histórica y la ley de Violencia de Género. Precisamente, dos días antes de las elecciones andaluzas, Abascal anunció una querella por delito de odio contra Susana Díaz por afirmar que su formación es “machista” y acusarle de justificar la violencia contra las mujeres. El dirigente de Vox se mostró muy ofendido por las palabras de la presidenta en funciones de la Junta de Andalucía. “Ha dicho que justificábamos la violencia machista ¡será sinvergüenza! ¡Pero cómo te atreves, Susanita!”, exclamó en uno de sus últimos mítines celebrado en Huelva.

El autor del libro No me rindo, con su perseverancia, ha logrado por fin su objetivo de meter a Vox en un parlamento regional. Ahora está dispuesto a presentar batalla en las próximas citas con las urnas de 2019. Esa derecha extrema que algunos tertulianos tanto parecían echar de menos y a la que se ha dado alas en diferentes medios de comunicación, ha entrado ya en las instituciones.

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