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Sudán: ¿Y ahora qué?

Sudán: ¿Y ahora qué?

EFE

El Cairo —

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Nueve días después del asalto militar a la emblemática acampada de manifestantes en Jartum, que causó decenas de muertos el 3 de junio, y tras una campaña de desobediencia que arrancó con fuerza pero fue suspendida ayer de forma inesperada, Sudán vuelve a mirar a su futuro con más preguntas que respuestas.

Este país africano de 40 millones de habitantes comenzó un proceso de transición el 11 de abril con el derrocamiento por el Ejército del presidente Omar al Bashir tras meses de protestas en las calles por la mala situación económica, la inflación y la escasez de bienes.

La euforia de los sudaneses tras deshacerse del hombre que dirigió con mano de hierro el país durante tres décadas, un dictador reclamado por la Justicia internacional por crímenes de lesa humanidad, se fue apagando a medida que la junta militar reprodujo algunas de sus prácticas más odiadas y entró en conflicto con la oposición civil.

Dos meses después de la salida de Al Bashir, Sudán está en un punto muerto por el colapso del diálogo entre el Consejo Militar Transitorio y la coalición opositora Fuerzas de la Libertad y el Cambio, y solo la mediación etíope ha conseguido un compromiso de que volverán a negociar pronto.

DIALOGAR SOBRE QUÉ

Antes de que la violencia interrumpiera la semana pasada el diálogo entre las dos partes, las negociaciones avanzaban lentamente en la formación de un Gobierno de transición.

Los generales y los opositores habían acordado la formación de un Consejo Soberano, formado por representantes de ambas partes, y un periodo de transición de tres años para levantar pilares institucionales reales que permitieran un proceso democrático real.

La falta de consenso sobre el porcentaje de uniformados y civiles en el Consejo Soberano, sin embargo, dificultaba el progreso de las conversaciones.

LA FRACTURA

La oposición suspendió todos los contactos con la junta militar después de que las fuerzas de seguridad desmantelaran la acampada de protesta frente a la sede del Ejército en Jartum y después se enfrentaran a los jóvenes en las calles de la capital durante varios días, con un saldo de 61 fallecidos -según el cómputo oficial- y 113 -según un sindicato médico opositor-.

Por su parte, los generales rompieron todos los acuerdos adoptados anteriormente en el marco de las negociaciones y anunciaron la celebración de elecciones en un plazo de nueve meses, frente al periodo de transición de tres años pactado.

LA INICIATIVA DE ADDIS ABEBA

Para reconciliar a las dos partes, Etiopía lanzó el viernes pasado una iniciativa de mediación, que ha empezado a dar algunos frutos.

El embajador etíope, Mahmoud Dirir, anunció esta semana que los militares y las Fuerzas de la Libertad y el Cambio se comprometieron a retomar las negociaciones “en breve” y a tomar medidas para reconstruir la confianza.

Para ello, la oposición ha suspendido la desobediencia civil que dio comienzo el domingo y se prolongó hasta el martes en protesta contra la represión violenta de los manifestantes, a pesar de que se ha reservado el derecho a nuevas movilizaciones.

PRESIÓN INTERNACIONAL

La violencia también llevó a la Unión Africana (UA) a suspender “con efecto inmediato” a Sudán como país miembro de la organización hasta el “establecimiento efectivo” de una “Autoridad de Transición liderada por civiles”.

La medida fue adoptada tres días después del desalojo violento de la acampada, que fue condenado por el comisario de la UA, Moussa Faki Mahamat.

Por su parte, Estados Unidos nombró hoy al veterano diplomático Donald E. Booth como enviado especial para Sudán con el objetivo de “impulsar una solución política pacífica” en el país.

Booth viajó este miércoles a Jartum con el vicesecretario de Asuntos Africanos estadounidense, Tibor Nagy, para buscar “poner fin al ataque contra los civiles” y promover una transición liderada por ellos, tal y como dijo Nagy a través de su cuenta oficial de Twitter.

Algunas voces también han llamado a Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos a intervenir para ejercer presión sobre los generales, que han recibido el respaldo político de los tres polos de poder suníes tras el derrocamiento de Al Bashir.

A finales de mayo, el presidente del Consejo Militar de Transición, Abdelfatah al Burhan, se reunió en El Cairo con el mandatario egipcio, Abdelfatah al Sisi, que en agosto de 2013 aplastó la acampada de protesta islamista de Rabaa al Adauiya tras apartar del poder al presidente Mohamed Mursi.

Por su parte, el ministro de Estado de Asuntos Exteriores emiratí, Anwar Gargash, declaró en su cuenta de Twitter que el “alivio” de la tensión en Sudán en las últimas horas “invita al optimismo” y pidió que sea “la base de un acuerdo que lidere la fase transitoria a través de una asociación verdadera y firme”.

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