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Vox arrastra a toda la derecha en las horas finales de la campaña

Santiago Abascal, Albert Rivera y Pablo Casado, el pasado 12 de octubre.

Elena Herrera

En plena pugna por cada voto conservador y ante el imparable ascenso de Vox que auguran todas las encuestas, PP y Ciudadanos pelean por escenificar un discurso radical en la recta final hacia las apertura de las urnas este domingo. Los últimos movimientos de ambos partidos evidencian cómo han asumido el discurso de la extrema derecha tanto en la campaña electoral como en las instituciones.

A la colocación de banderas españolas en varios barrios de Madrid, ciudad en la que los de Pablo Casado y Albert Rivera gobiernan en coalición, se ha sumado en la tarde de este jueves el respaldo de ambas formaciones a una de las exigencias más polémicas del partido de Santiago Abascal: la ilegalización de “los partidos separatistas que atenten contra la unidad de España”.

El día comenzó con el Ayuntamiento de Madrid instalando dos grandes enseñas en los barrios de Montecarmelo y Las Tablas, en el distrito Fuencarral-El Pardo, presidido por el PP. Se trata de áreas residenciales ubicadas a las afueras de Madrid, los conocidos como PAU, que votaron mayoritariamente a Ciudadanos en las últimas elecciones. Fuentes municipales negaron que se tratara de una acción electoralista y explicaron que se instalarán más banderas en los próximos meses en ubicaciones similares. La inauguración de las colocadas este jueves se hará en diciembre.

Por la tarde, PP y Ciudadanos votaron a favor de una Proposición No de Ley (PNL), promovida por el grupo parlamentario de Vox en la Asamblea de Madrid por la que se insta al Gobierno central a la ilegalización de “los partidos separatistas que atenten contra la unidad de la nación con los instrumentos legales a su alcance o procediendo a las reformas legales que habiliten a ello”. Se trata de un gesto de carácter político, pues este tipo de iniciativas carecen de efectos prácticos.

Los reproches del debate

La iniciativa, que contó con el rechazo de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, se coló en el debate electoral de este jueves emitido por La Sexta. La representante del PSOE, María Jesús Montero, afeó al PP que se “tire al monte” siguiendo los postulados de Vox en materia territorial en un momento en que Catalunya atraviesa una “situación delicada” por la sentencia del procés.

Estos no son, sin embargo, los únicos hechos que evidencian cómo el auge de Vox que vaticinan todos los sondeos –incluidos los tracking internos de los partidos en estos últimos días en los que ya está prohibido publicar encuestas– está influyendo en los últimos movimientos en el arco conservador. Ni PP ni Ciudadanos se han posicionado, por ejemplo, sobre otro de los puntales de la estrategia de la crispación de Vox: sus vetos a determinados medios de comunicación.

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha pedido en varias ocasiones al partido de Santiago Abascal que “ponga fin” a su campaña de acoso contra periodistas y medios de comunicación, que ha calificado de “clara vulneración” de los derechos constitucionales a la libertad de expresión y de información.

Esta redacción, junto a ocho medios de comunicación más y dos programas de televisión, están incluidos en las listas negras difundida por la jefa de prensa del partido de extrema derecha en el Congreso a sus diputados, tal y como desveló eldiario.es. Ni una palabra, sin embargo, de Casado y Rivera al respecto.

El cara a cara con Vox

Los líderes de PP y Ciudadanos también rehuyeron el enfrentamiento con Abascal en el debate televisado de este lunes. El líder de Vox pudo hablar sin ser prácticamente cuestionado y aunque en un par de ocasiones buscó el cuerpo a cuerpo con Casado en el bloque sobre la cuestión territorial, no encontró respuesta.

De hecho, el líder del PP no se dirigió al candidato de Vox ni una sola vez en las dos horas y media que duró el programa a pesar de que le afeó que Mariano Rajoy no recuperara la penalización de la convocatoria de referéndums de autodeterminación o le reprochó que tuviera a Alberto Núñez Feijoo como referente cuando este defiende que Galicia es una “nacionalidad histórica”.

Con Rivera sí tuvo un encontronazo cuando le recordó los “chiringuitos políticos” en los que había participado antes de fundar Vox. “¿Cómo es eso de ir a un sitio en el que no hay que trabajar y cobrar 80.000 euros al año? ¿Cómo es eso de criticar las autonomías y vivir durante cuatro años de un chiringuito que usted dice que va a suprimir?”, le preguntó el líder de Ciudadanos.

En el debate del jueves, la representante del PP, Ana Pastor, se distanció de la estrategia que había seguido el líder de su partido tres días antes. Cargó contra Vox por su falta de experiencia de gestión y aseguró que el Estado de los Autonomías es “lo mejor que le ha pasado a España” en contraposición con el discurso del partido de extrema derecha, que ha hecho del supuesto “despilfarro de las autonomías” uno de los ejes de esta campaña electoral.

Los equilibrios de Casado

De hecho, durante los últimos días, Casado ha hecho malabares para conjugar los guiños al sector más centrista con la figura de la exministra Pastor, que fue la representante del PP en el debate de candidatas; con sus apariciones junto a Cayetana Álvarez de Toledo y el nuevo fichaje del PP, Rosa Díez, ante las que dijo en Barcelona que “la moderación no es el camino contra el nacionalismo”. Este jueves hizo una llamada al voto útil al afirmar que “Votar a Vox es votar a Vox y votar a Ciudadanos es votar a Ciudadanos, pero votar al PP es echar a Sánchez de la Moncloa”.

Rivera, por su parte, se ha enfrentado a la campaña electoral más difícil de su corta vida política ante la debacle que pronostican todas encuestas, que sitúan a Ciudadanos por debajo de Vox. Ante un escenario en el que puede perder muchos de los escaños que obtuvo en las elecciones de abril en las provincias menos pobladas, el líder de Ciudadanos ha asumido parte del discurso de Vox contra el independentismo catalán. Tras los disturbios después de la sentencia del procés pidió la aplicación del 155 asegurando que es la única “solución” y que “lo otro es la selva”.

A falta de los actos de cierre de campaña previstos para este viernes, los movimientos de PP y Ciudadanos en la recta final hacia el 10N sí evidencian cierto seguidismo de los postulados de la extrema derecha. Solo la apertura de las urnas en la noche del próximo domingo desvelará qué efecto ha tenido esta estrategia en los electores y si, como auguran la mayoría de encuestas, el partido de Santiago Abascal irrumpe como tercera fuerza en el Congreso de los Diputados.

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