Han pasado poco más de diez días desde que el exministro José Luis Ábalos amagase con retirar al Gobierno su apoyo en el Congreso. “Desde ahora votaré en conciencia, ya no seré seguidista del PSOE”, afirmó en una entrevista a El Español. Una declaración de intenciones que aprieta más las negociaciones entre Moncloa y sus socios parlamentarios y que este miércoles ha tenido su primera concreción: dos abstenciones en sendas iniciativas del PP.
El exministro de Transportes, ahora relegado al Grupo Mixto, se ha desmarcado del PSOE por primera vez en la legislatura y lo ha hecho por partida doble. Primero en un texto que instaba al Gobierno a reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela y a continuación en una moción que apostaba por un modelo de financiación autonómica negociado de forma “multilateral”, un movimiento del PP en respuesta al acuerdo entre PSC y ERC para un concierto en Catalunya.
Estaba previsto que la primera iniciativa saliese adelante gracias a los votos del PNV, que anunció su apoyo el martes por la mañana. Y era probable que el PP también consiguiera sacar la segunda moción una vez que Junts había anunciado que se ausentaría del pleno para acudir a las celebraciones de la Diada en Catalunya. Pero nadie había calculado que en el resultado de las votaciones iba a aparecer un punto amarillo, el que indica una abstención, en el escaño del ‘gallinero’ que ocupa desde febrero Ábalos.
Ninguna de las votaciones tiene un efecto práctico. Ambas iniciativas son movimientos impulsados por el PP contra el Gobierno con mero carácter simbólico. Tampoco la abstención de Ábalos habría cambiado el resultado de ninguno de esos dos referendos: la coalición progresista sigue dependiendo de Junts para sacar adelante sus propuestas en el Congreso.
El gesto del exministro no ha pasado inadvertido en las filas socialistas pero creen en el grupo parlamentario que se trata de un movimiento sin efectos prácticos que difícilmente repetirá en votaciones importantes para el Gobierno. Cuando pasó al Grupo Mixto, sin dejar su escaño como le pedía el PSOE a raíz de las informaciones sobre el ‘caso Koldo’ que llenaban las portadas en aquel momento, aseguró que no sería un problema para la mayoría parlamentaria del Gobierno.
Una idea que comenzó a cambiar en su cabeza hace poco. En concreto, un viernes de finales de agosto. Su sucesor en el cargo, Óscar Puente, comparecía en el Senado a petición del PP por la situación de los ferrocarriles y en su intervención el ministro anunció la publicación de los resultados de una auditoría interna a raíz de la supuesta corrupción en el departamento por contratos de mascarillas durante la pandemia. El informe, publicado horas más tarde, señalaba la responsabilidad de Ábalos y de su equipo en la compra del material sanitario.
La investigación llegaba a mencionar al exministro, que firmó, según la documentación aportada, una orden que duplicaba la compra de mascarillas en menos de una hora. Puente destituyó tras los resultados de esa auditoría a dos altos cargos durante la etapa del exministro que todavía formaban parte del gabinete, Jesús Manuel Gómez y Michaux Miranda.
El efecto más inmediato de aquella investigación fueron aquellas declaraciones en las que el ex ‘número tres’ del PSOE mandaba un mensaje a su partido. “Más que un informe o una auditoría, parece un tribunal de honor, que está prohibido por la Constitución”, dijo más tarde en una entrevista en Cuatro.
En aquel momento, tanto en el PSOE como en la Moncloa optaron por no tomarse como una amenaza real esas declaraciones. El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, aseguró estar convencido de que el exministro seguiría “apoyando y defendiendo propuestas progresistas” en el Congreso. Una percepción que no ha cambiado demasiado a pesar de las dos votaciones de este miércoles.
Ábalos considera que hay una estrategia contra él y asume que terminará imputado en el ‘caso Koldo’, la causa que investiga una supuesta trama de corrupción para cobrar comisiones millonarias a través de las compras de material sanitario durante la pandemia. La causa que dirige el juez Ismael Moreno señala al que fuera asesor del exministro, Koldo García, como el cabecilla de una red que se extiende entre los cargos del departamento. La investigación busca saber si Koldo y varios empresarios como Víctor Aldama consiguieron que contratos públicos millonarios para comprar mascarillas y material sanitario durante el primer año de pandemia fueran adjudicados a personas ligadas a la trama.
“Quienes intentan llegar a un acuerdo con la Fiscalía aceptan su culpa y yo no he hecho nada. Quieren imputarme, lo van a intentar, pero veremos lo que dice el Tribunal Supremo. Es evidente que toda esta investigación es para mí. Es que saben hasta el nombre de mi pareja, dónde voy, qué hago. Y nadie dice aquí la palabra 'presuntamente'. Esto es un linchamiento”, denunció Ábalos en una entrevista en Onda Cero esta misma semana.
Ese mismo día, no obstante, el juez desechó una petición de la asociación ultraderechista Iustitia Europa de imputarle por las conclusiones de la investigación impulsada por Puente. Por el momento, el magistrado queda a la espera de las conclusiones de un informe reciente de la UCO fruto de los registros realizados en el domicilio personal de Koldo García.
Ábalos también respondió en esa entrevista a una serie de correos electrónicos filtrados y publicados recientemente sobre sus viajes como ministro y la presencia de una mujer que le acompañaba, y que era trabajadora de una empresa pública dependiente de su Ministerio. El exdirigente socialista aseguró que esa persona era su pareja en esa época y que todos los gastos acarreados de esos viajes fueron asumidos por él mismo. “Siempre iban a mi cargo, nunca se ha pagado con dinero público”, dijo.
Sobre ese mail, en el que se puede ver un desglose de gastos asociados a comidas y viajes, y que supuestamente le reclama esa mujer, Ábalos argumentó que se trata de un “correo fake”. “Yo tengo los correos y los hice yo, era una trampa para pillar a una persona y por circunstancias de la vida ahora se está utilizando de esta manera, pero esto es del 2019 y no tiene nada que ver con la pandemia. Esta persona no me reclama nada y yo no pagaba nada, pero han conseguido viralizarlo y son campañas con mucho desprecio”, dijo en la entrevista.
En su estrategia por mostrarse como una víctima de una persecución, Ábalos decidió solicitar personarse en la causa como perjudicado, algo que el juez ha rechazado este mismo miércoles. En el escrito que envió al juzgado, el exministro argumentaba que a pesar de que el instructor no le ha solicitado “petición de información alguna” ni ha sido citado “en ninguna condición”, continuaban “apareciendo informaciones y noticias que le afectan de forma personal y directa”. También la Fiscalía ha presentado, a petición del exministro, una denuncia por las presuntas filtraciones de la causa.
Sin embargo, el juez entiende que para ser perjudicado en el proceso penal “se ha de exigir un plus superior al de simple afectado por los hechos que están siendo investigados o por alguna diligencia que se haya practicado”. Y añade que la auditoría “no puede considerarse una circunstancia que acompañe o derive de la comisión de los delitos investigados”.