Abascal mantiene a Mazón con respiración asistida para desgastar al PP

Santiago Abascal está dispuesto a rentabilizar electoralmente el acuerdo presupuestario que acaba de cerrar con Carlos Mazón, el presidente de la Comunitat Valenciana, con quien Vox pasó de gobernar conjuntamente al inicio de la legislatura a romper la coalición para, ahora, en su momento más difícil por su gestión de la DANA, darle oxígeno para que pueda continuar en el cargo. Pero además, la extrema derecha quiere utilizar ese acuerdo para presionar al partido de Alberto Núñez Feijóo en todas aquellas comunidades autónomas en las que gobierna exigiendo las mismas concesiones que en la Comunitat Valenciana para aprobar las cuentas de esos territorios.
Tratando de exprimir al máximo el acuerdo valenciano y consciente de la debilidad de sus antiguos socios y a la vez rivales en las urnas, la formación de extrema derecha ha organizado un gran acto el próximo domingo, 6 de abril, en la Feria de València donde el líder de Vox y diversos cargos del partido compartirán una paella con los afiliados y simpatizantes que deseen apuntarse. El acto no será gratis y costará a los mayores 25 euros y a los niños 15, según informa Vox en su propaganda, aunque aseguran que ese dinero estará destinado únicamente a poder pagar el catering.
Además de darse un baño de multitudes, Abascal podrá sacar de nuevo pecho y vender que ha logrado doblegar al PP para que acepte sus condiciones y haya presupuestos en la comunidad, muy necesarios para acometer la reconstrucción de los municipios afectados y ayudar a miles de familias que han sufrido los estragos de la DANA.
El partido de extrema derecha se ha jactado de que para poder sacar las cuentas adelante Mazón haya aceptado renunciar públicamente a las políticas sobre inmigración del Gobierno de Pedro Sánchez y al Pacto Verde “impuesto por el PP y el PSOE en Bruselas”, una condición que imponen también al resto de las comunidades en donde Vox es necesario y siguen en el aire los presupuestos, como Aragón, la Región Murcia, Illes Balears, Extremadura y Castilla y León, donde, sin embargo, el portavoz parlamentario, José Antonio Fúster, reconoció el pasado lunes que ve “muy complicado” poder emular el acuerdo cerrado en la Comunitat Valenciana.
“El PP está bastante desubicado”, aseguró el portavoz nacional, que insistió en que para lograr que apoyen las cuentas en esos otros lugares el PP tendría que hacer “una declaración expresa y contundente contra las políticas migratorias y el Pacto Verde” como hizo Mazón. “Es de sentido común”. “Mazón ha marcado el camino”, sentenció. Pese a todo, señaló que en Vox “no desesperan” y seguirán intentando que haya acuerdos.

La formación de Abascal quiere aprovechar el desplome del PP al que apuntan muchas encuestas, convencida de que los principales beneficiarios de esa situación serán ellos, al menos por la derecha. Los de Feijóo, sin embargo, ven en ese “pacto del Ventorro”, como lo ha calificado Pedro Sánchez, como la imperiosa necesidad de Abascal de superar el bache que ha atravesado Vox por el seguidismo hacia Donald Trump y su anuncio de imponer aranceles a los productos españoles.
La Comunitat Valenciana, que fue gobernada por la izquierda en las dos anteriores legislaturas, se ha convertido de nuevo en un nicho de votos muy codiciado tanto para la derecha como para la extrema derecha, que compiten por un electorado muy similar. El líder de Vox quiere estar preparado para asestar a Mazón una última estocada cuando llegue el momento y va a volcarse a partir de ahora con los valencianos para que se vea que su partido quiere poner todo el foco en la reconstrucción rentabilizando la pésima imagen que tiene el presidente autonómico entre los valencianos.
La última vez que se vio a Abascal por València –no fue a la 'zona cero' tras la catástrofe como sí hicieron Feijóo y Sánchez– fue durante la campaña de las elecciones municipales y autonómicas de 2023. En abril de 2019, año del despegue de Vox, el partido de extrema derecha ya eligió el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de la capital valenciana para celebrar el acto central de las elecciones municipales y autonómicas. Vox entonces no contaba con representación en las instituciones valencianas y logró diez escaños. En 2023 subió a 13 y cerró un acuerdo con el PP, que logró alzarse con la primera plaza con 40 diputados, desbancando a la izquierda. También compartieron gobierno en el ayuntamiento.
Poco duró el idilio. En julio de 2024 Abascal dio la orden de salir de todos los Ejecutivos autonómicos, entre ellos el de la Comunitat Valenciana, con la excusa de que los de Feijóo habían aceptado acoger en esos territorios un cupo de migrantes menores no acompañados, una medida que el partido de extrema derecha rechaza de plano. Mazón no se lo pensó mucho y cesó al vicepresidente primero y conseller de Cultura y Deporte, Vicente Barrera, y a los otros consellers de Vox del Gobierno de la Generalitat, los de Justicia y Agricultura. En el ayuntamiento se mantuvo el gobierno aunque allí Vox ha sufrido una seria crisis que ha llevado a la dirección a fulminar a su portavoz y segundo teniente de alcalde en València, Juan Manuel Badenas, cuestionado por los contratos de publicidad de la fundación que preside. Pocos días después, la concejala Cecilia Herrero, pareja de Badenas, se daba de baja en el partido dejando al equipo de gobierno de la popular María José Catalá en minoría.
La tragedia de la DANA propició que las relaciones entre ambos partidos se fueron agriando poco a poco. En Vox no escatimaron críticas contra la gestión del jefe del Consell y su gran fichaje, el teniente general jubilado, Francisco José Gan Pampols. Poco después de asumir su cargo de vicepresidente, el portavoz de Vox en las Cortes Valencianas, José María Llanos, le acusaba de “hacerle el juego” al Gobierno de Sánchez sobre el uso de los fondos europeos mientras cuestionaba la coordinación entre administraciones en la gestión posterior a la DANA. Después, advertía a Mazón de que podría tener “el enemigo en casa”, ya que Gan Pampols, a juicio de Llanos, había hecho algunas “declaraciones contradictorias” e incluso había “desautorizado” a la propia Generalitat.
Pese a todo, la formación de Abascal no llegó a apretar del todo la soga y en febrero no apoyó la dimisión de Mazón pedida por Compromís en el parlamento regional en una caótica sesión en la que la extrema derecha logró que la votación fuera secreta, telemática, y sin pantalla.
Con esta calculada estrategia Abascal solo busca beneficiarse del evidente desgaste que sigue sufriendo Mazón, convencido de que Vox fagocitará gran parte de sus votos en el futuro. Quizá mucho antes de lo que le gustaría al propio PP. Todo dependerá de la investigación judicial abierta sobre la riada que segó la vida de 225 personas y provocó la desaparición de otras tres en esa comunidad.
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