Abascal trata de irrumpir en Galicia a cuenta del indulto y la amnistía de Feijóo con una campaña personalista
Santiago Abascal se ha propuesto pelear contra las encuestas –entre ellas, la última del CIS– que insisten machaconamente en apuntar a que Vox no obtendrá representación en Galicia el 18 de febrero, primera prueba de fuego para el presidente del partido de extrema derecha dentro del intenso ciclo electoral al que todos los partidos se enfrentan este año.
Galicia es el único territorio donde Vox no tiene aún representación parlamentaria, motivo por el cual Abascal se está dejando allí la piel, fiándolo todo a su hiperliderazgo cada vez más acentuado. El dirigente de Vox lleva ya varios días arropando a su candidato a la Xunta, Álvaro Díaz-Mella, y al resto de los cabezas de lista, convencido de que allí su presencia es más necesaria que nunca para poder “influir” y evitar una mayoría absoluta del PP o, en el peor de los casos para la derecha, un gobierno entre nacionalistas y la izquierda.
Para ello no ha parado de hacer un llamamiento a los “abstencionistas” y los desencantados con el PP, que pueden ser la clave para una hipotética subida de Vox, utilizando para ello como ariete la ley de amnistía que está en plena tramitación en el Parlamento nacional, un asunto que en el partido de extrema derecha están convencidos de que les puede dar réditos electorales. En este sentido, la estrategia de Abascal es seguir insistiendo en poner en evidencia, también en Galicia, el “doble juego” de Feijóo, que ejerce en Madrid “como jefe de la oposición a tiempo parcial” y no es un líder de “fiar” ya que “por la mañana critica la amnistía y anima a la gente a salir a la calle a protestar” pero “por la tarde pacta con Sánchez la reforma de la Constitución o la renovación del CGPJ”.
A esos argumentos se ha sumado otro este fin de semana que la extrema derecha no va a dejar pasar de largo: los detalles que se van conociendo de la negociación con Junts. Fuentes de la dirección del PP han confirmado en las últimas horas que el partido estaría dispuesto a indultar al expresidente catalán Carles Puigdemont si vuelve a España, es juzgado y reniega de la vía unilateral. Las mismas fuentes también reconocieron que sobre la mesa de la negociación con el partido independentista estuvo también la ley de amnistía, aunque la dirección del PP asegura que se descartó a las 24 horas. El propio Feijóo durante el mitin del sábado en la localidad lucense de Sarria, admitió los contactos con Junts y que su partido llegó a analizar la medida de gracia.
La respuesta de Abascal no ha tardado en llegar. “Si no existiera Pedro Sánchez el señor Feijóo acabaría de protagonizar la mayor estafa al electorado jamás realizada en España. Se queda en segunda posición, pero cerca del primer puesto”, dijo el líder de la extrema derecha en la red social X.
Abascal acusó a Feijóo de propiciar “un grave insulto a los españoles”. Y de paso desbarató con contundencia una de las tesis que el líder de la oposición repite desde su investidura fallida: que él no es presidente del Gobierno porque se negó a pactar lo que sí concedió Sánchez. Las palabras de Abascal contra cualquier hipotética amnistía ratifican que en caso de que Feijóo acordase con Junts esa medida de gracia, no iba a contar con los votos de Vox y por tanto se quedaría todavía más lejos de la mayoría parlamentaria.
Las revelaciones del equipo de Feijóo se producen solo unas horas más tarde de que Puigdemont amenazase en una carta con revelar las conversaciones que mantuvo su partido con el PP antes de la investidura fallida del candidato popular.
El líder de extrema derecha ha encontrado un nuevo flanco por el que atacar al PP y no va a dejar de alertar al electorado de que Vox debe ser decisivo el próximo domingo. El segundo mantra de su campaña es que Galicia corre el riesgo de que nacionalistas y socialistas reediten el mismo modelo de Gobierno pactado por Sánchez a nivel nacional, y todo ello por culpa de la debilidad del PP, que no para de hacer llamamientos al “voto útil”.
Un panorama difícil para Vox, en plena crisis interna
Las circunstancias con las que Abascal había aterrizado en estos comicios no eran nada halagüeñas. Su partido está sumido en una grave crisis interna, cuya existencia negó el líder de Vox durante su discurso en la Asamblea General extraordinaria en la que fue aclamado por cuarta vez consecutiva presidente de la formación de extrema derecha sin necesidad siquiera de que le votara la militancia.
Ese día, Abascal se esforzó por vender una imagen de unidad que choca con la realidad de Vox en donde las dos facciones que conviven dentro, un ala más liberal –purgada antes del 23J– y otra más conservadora y ultracatólica, mantienen un pulso por el poder, como quedó al descubierto tras el descalabro que sufrió Vox en esas últimas generales en las que perdieron 19 escaños en el Congreso. La dimisión pocos días después del portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, acentuó más esa división interna que llevaba tiempo latente en el partido. Pocos días después de aquel cónclave estalló la crisis de Vox en Baleares que ahora Abascal aparentemente ha logrado arreglar, después de reconocer que ha hecho “daño” a la formación, aunque ha celebrado que se haya cerrado.
Galicia tampoco es ajena a esos movimientos telúricos internos. Allí la designación de Díaz-Mella, después de varios intentos frustrados de Abascal para colocar en ese cartel a un nieto de Manuel Fraga o a otro independiente, llevó a un grupo de críticos a escenificar en Pontevedra su malestar durante el acto de presentación de su candidatura y la de otros tres candidatos provinciales: Manuel Fuentes, por A Coruña; María Jesús Fernández, por Ourense; y Sonia Tijeiro, por Lugo.
Díaz-Mella –que ya fracasó en las elecciones municipales como aspirante a la alcaldía de Vigo y en las generales del 23J abriendo la candidatura por su provincia–, sufrió un boicot en presencia del propio Abascal. Justo cuando iba a tomar la palabra, los críticos abandonaron la sala donde se celebraba el acto en señal de protesta, mientras entre los asistentes al mitin se cruzaban gritos de “fuera, fuera”, “lárgate, payaso” y algún insulto que otro. La dirección del partido obvió el incidente y lo atribuyó a “dos o tres personas” con ganas de hacer daño a Vox.
Pero el descontento interno existe y ha llevado a este grupo de díscolos a hacerle llegar a Santiago Abascal una carta en la que le explican sus discrepancias. En el escrito, según desveló La Voz de Galicia, acusan a Díaz-Mella de llevar “cuatro años arruinando el partido en Pontevedra como presidente de la gestora”. Además, insisten en sembrar dudas sobre su gestión en lo referente a los gastos de la formación en la provincia en las últimas elecciones municipales. “El patriotismo, los afiliados, votantes y simpatizantes de Vox en Galicia estamos de luto. De nuevo nos sentimos abandonados, ignorados, despreciados y a bordo de un buque con un rumbo muy oscuro”, señalan en la carta entregada a Abascal. Los críticos concluyen afirmando que “es muy difícil seguir apoyando al partido con estas decisiones”, advirtiendo de que abandonarán la militancia si el partido se estrella el 18F. Sin embargo, tanto aquellas denuncias internas como la petición de realizar una auditoría sobre esos gastos electorales fueron desoídas por la dirección nacional de Vox.
Críticas a Vox del anterior candidato
Las críticas en Galicia a la cúpula del partido, no obstante, no son nuevas. El anterior candidato, Ricardo Morado, que solo alcanzó el 2,05% del apoyo del electorado en las anteriores elecciones autonómicas, abandonó la formación entre duras acusaciones a Abascal y a la anterior cúpula de Bambú (sede de Vox), que plasmó a través de una carta publicada en las redes sociales. “Nos han tratado como basura orgánica”, llegó a decir Morado, afirmando también que “lealtad no es sumisión”.
Vox culpa a los medios de comunicación
Abascal sigue achacando esas malas perspectivas electorales de Vox a un ensañamiento contra su formación y a una campaña de desprestigio e “invisibilización” impulsada por la mayoría de los medios de comunicación, contra los que habitualmente profiere duros insultos mientras veta a los que le resultan incómodos. En esa campaña “orquestada” con su formación también mete al PSOE y sus socios, y al propio PP, pese a gobernar juntos en varias comunidades.
De hecho, para enfado e indignación de Abascal, tanto Alberto Núñez Feijóo como su heredero y aspirante del PP a la Xunta, Alfonso Rueda, le han estado pidiendo que no se presenten a esas elecciones, petición que ha sido considerada por el líder de Vox como un “insulto” y una “falta de respeto” a los votantes de su formación. Ambos dirigentes conservadores, además, no han dejado de apelar al “voto útil” para poder conservar allí la mayoría absoluta y evitar que gobierne la izquierda. Para Abascal, en cambio, el “verdadero voto útil” es que los gallegos pueden dar a su partido para impulsar en Galicia “los cambios” que ya han ejecutado en otras autonomías, como derogar las leyes de memoria histórica, plantar cara a la inmersión lingüística, retirar las subvenciones a los sindicatos o eliminar las leyes sobre igualdad o violencia de género.
Dentro de esa campaña contra Vox también engloban la decisión de la televisión pública gallega, TVG, de excluirles del debate electoral que se celebró el pasado lunes, día 5, entre los principales candidatos a la Xunta. Vox recurrió la decisión ante la Junta Electoral de Galicia, pero este organismo desestimó su apelación con el argumento de que allí no son un “grupo político significativo” porque, a diferencia de Sumar y Podemos, no obtuvo el 5% en las generales de julio de 2023. Aquel debate terminó mal para Alfonso Rueda, que se ha negado a participar en los demás organizados por otros medios de comunicación.
El propio Abascal, en el último mitin celebrado este viernes en Ourense, calificó de “guarrada” la exclusión de su candidato en el debate y lo achacó al “nerviosismo” que aprecia en el PP. En su opinión, a Rueda le fue “muy mal” y “perdió” frente a los demás candidatos, algo que le ha llevado a sentenciar que con Vox en el plató “le habría ido mejor”. “Cuando el PP va solo a los debates, lo hace mal y pierde porque no sabe competir con la izquierda”, aseguró Abascal, que aprovechó su intervención para insistir ante los gallegos en que allí es necesaria la presencia de Vox para “poner al PP en libertad vigilada” y evitar que aplique las misma políticas “socialistas” desde la Xunta. El fracaso del candidato de Feijóo en ese debate fue acogido con un indisimulado regocijo en Vox, en donde ven ahora mayores posibilidades de que el PP se desinfle con la revelación de este fin de semana sobre la amnistía.
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