CRÓNICA

El manual de buenas maneras del PP: hablar de piolines, mal; acosar a un diputado, bien

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Cuca Gamarra tenía algo muy importante que comunicar a la presidenta del Congreso. Se levantó del escaño y exigió que se borrara del diario de sesiones la palabra 'piolines' utilizada por una diputada de Esquerra para referirse a los policías y guardias civiles enviados a Catalunya con la misión de impedir el referéndum del 1-O. Eso en un lugar como el hemiciclo, donde te llaman de todo menos asesino por dar mal los buenos días. Las risas que se hicieron por el barco decorado con personajes de dibujos animados son conocidas, al igual que las pésimas condiciones de hacinamiento y alimentación que el Gobierno de Rajoy regaló a los agentes.

Viniendo del partido que negó legitimidad democrática al Gobierno en la anterior legislatura, la reclamación era bastante osada. En vez de decirle que respetara la libertad de expresión de los parlamentarios y que, si había algo que le indignaba, se fuera a denunciarlo a una comisaría, la presidenta, Francina Armengol, le dio la razón con un añadido. Eliminará también “los insultos al presidente del Gobierno”.

Gran comienzo de la legislatura si los diputados deben tener cuidado de no ofender a sus rivales, cosa que no les preocupa lo más mínimo, sobre todo si están en la oposición.

En la última jornada del debate de investidura, con sólo cinco minutos de intervención por portavoz, sólo quedaba esperar que cada uno contara lo que ya sabemos. Siempre hay espacio para la improvisación o para reforzar los insultos con más mala fe. “Hemos visto cómo el virus del sanchismo sigue avanzando”, dijo Gamarra, refiriéndose al estilo agresivo del portavoz socialista, Óscar Puente.

Lo menos que se puede pedir a los políticos es que tengan algunas lecturas, las mismas que les permitan saber que la comparación de los rivales políticos con animales, insectos o enfermedades contagiosas es uno de los atributos del fascismo. Pero, oye, no llames piolines a los policías con algo de humor gamberro porque saco el lápiz del censor.

Alberto Núñez Feijóo afrontó el último día de su intento fracasado de ser presidente con buena cara, lo que quiere decir que lo empleó para seguir reforzando su posición como líder del partido. Su investidura tenía como objetivo llevar a cabo una moción de censura adelantada contra un Gobierno que todavía no existe, una alternativa singular que no encontrarás en la Constitución por mucho que busques. Pensemos en alguien que en mitad de una gresca en un bar desafía a su contrincante a salir a la calle a partirse la cara.

El líder del PP retó a Pedro Sánchez a que subiera a la tribuna para contar si concederá la amnistía a los políticos independentistas encausados. “Por eso, señor Sánchez, suba usted ahora. No se esconda”, dijo. “Hable aquí sin rodeos, sin comunicados a las ocho de la tarde”. A los diputados socialistas, les dijo que fueran como Tamayo, pero sin cobrar. “Apelar a la conciencia no es apelar al transfuguismo”.

Qué tacaño está ahora el PP. A los diputados de UPN que traicionaron a su partido en la votación de la reforma laboral les pagaron con puestos en las listas electorales y ahora están de vuelta en el Congreso.

Regresó a la tribuna Óscar Puente para hablar en nombre del PSOE. No estuvo tan colérico como el miércoles, pero endosó al PP unas cucharadas de su propia medicina.

Ante los elogios que la derecha ofreció a Gregorio Peces Barba como símbolo de la mesura a diferencia de Puente, recordó lo que siempre hace el PP. Idolatrar a los mismos dirigentes socialistas del pasado a los que años atrás insultaban sin freno: “Peces Barba abandonó el Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo en 2006 harto del trato que ustedes le dispensaron”.

Tenía motivos para estarlo. Al expresidente del Congreso le llamaron “comisionado para el diálogo y el amparo de los verdugos terroristas”, dijo Puente.

Puente había sufrido por la mañana en el AVE el acoso de una persona que se encaró con él con actitud amenazante. El incidente hizo que el tren saliera con 45 minutos de retraso. El PP no necesitaba saber más. Cuenta con un miembro de la dirección de la máxima confianza de Feijóo desde hace años que se llama Miguel Tellado y que es el encargado del juego sucio. Es el que sale a revolcarse en el barro cuando su partido le necesita, que es todos los días.

Tellado llamó “matones de patio de colegio” a los socialistas dando por hecho que Puente había pegado o maltratado a alguien. Lo peor es lo que vino después: “Ya no pueden salir a la calle. Por eso, Sánchez viaja en Falcon”.

Cuando ya se conocían los antecedentes violentos del hombre que había acosado a Puente, el vicesecretario general de Organización del PP no cedió ni un centímetro y lo definió como una víctima que podía haber sufrido un “abuso de poder” por parte del diputado socialista.

Es una forma de animar a la gente a que se enfrente a los dirigentes del PSOE en el caso improbable de que se atrevan a coger el AVE si no tienen el Falcon a mano.

Feijóo trajo a Tellado de Galicia para que hiciera exactamente esta función.

Varios columnistas de la derecha criticaron esta semana a Puente por su discurso del martes. Lo que importa es cómo lo hicieron. Uno de El Mundo escribió que el vallisoletano encarna “ese engorilamiento progresivo de la política española que está a cuatro plenos de retroceder del pinganillo al hacha de sílex”. Una del ABC decidió tirar por todo lo alto y relacionó a Puente con la violencia verbal en la España de los años treinta y “las aireadas columnas en las que se señalaba públicamente al siguiente intelectual que debería ser purgado y eliminado”.

Santiago Abascal no podía faltar a la cita de las amenazas y las reiteró en el mismo pleno: “Es una agresión (por la política del Gobierno) de la que el pueblo español tiene el deber y el derecho de defenderse. Y lo hará. Después, no vengan ustedes lloriqueando”.

Con estos comentarios, no es raro que los fanáticos de la extrema derecha crean que ha llegado el momento de dar un paso al frente.

Unas pocas horas después del incidente, se supo que el tipo que se había enfrentado a Puente cuenta con un historial violento que incluye acosar y atacar a dos policías municipales –por haberle multado unos días antes– y por lo que fue detenido. Uno de ellos acabó en el hospital. En la comisaría, el agresor amenazó a un policía con esta frase: “Te voy a enseñar lo que es una corbata colombiana. Ten cuidado con la moto, que te voy a cortar los frenos. Sé dónde vives”.

Seguro que la alusión a la corbata colombiana le habrá hecho reír a Tellado. Ahora estará pensando en si la une a su repertorio.