El 6 de mayo de 2015 Ada Colau y Manuela Carmena celebraron en Madrid un acto de apoyo a las candidaturas municipalistas que, lideradas por ellas mismas y otros, iban a dar la campanada dos semanas después en las elecciones locales. Dos referentes de la sociedad civil, reunieron a cientos de personas en la explanada aneja al Museo Reina Sofía en la capital. La plaza, donde Podemos ha celebrado sus éxitos desde 2014, y donde ha digerido algunos de sus fracasos, ambas dirigentes apelaron a la necesidad de que las dos principales ciudades de España dejaran de vivir de espaldas la una de la otra como símbolo del nuevo tiempo político que se abría en el país.
Cinco años después, han vuelto a coincidir en Madrid, en el cierre de campaña de las elecciones generales del 10N. Pero esta vez desde bandos enfrentados para pedir el voto a dos candidatos distintos: Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
En aquél acto de 2015 se pusieron los cimientos de un proyecto municipalista: las llamadas 'Ciudades del Cambio'. Zaragoza, A Coruña, Santiago, Ferrol, Cádiz,… La idea no acabó de cuajar y, salvo apoyos puntuales, como las presiones para eliminar o, al menos, modificar la regla de gasto para los ayuntamientos, no se estableció una red de apoyo político entre los distintos gobiernos municipales.
Pese al fracaso del proyecto más ambicioso, Colau y Carmena sí han mantenido un contacto constante desde entonces. Ambas alcaldesas lograron hermanar a dos ciudades tradicionalmente enfrentadas e hicieron de esa alianza bandera. En múltiples ocasiones, ambas regidoras se han respaldado la una a la otra con mensajes de apoyo en redes y reconociéndose referentes de un mismo espacio político. Y en los peores momentos de la crisis catalana tras el 1 de octubre, Colau se apoyó la entonces alcaldesa de Madrid para abogar por el diálogo.
Su gestión y esos nuevos modos de hacer política fueron utilizados como reclamo por los líderes políticos estatales de Podemos, primero, y de Unidas Podemos, después. Hasta enero de este 2019. La escisión de Podemos, liderada por Errejón, marcó una frontera. Las ya de por sí difíciles relaciones internas en el autodenominado ‘espacio del cambio’ se complicaron aún más. Las por entonces candidatas a reeditar las Alcaldías de Madrid y Barcelona intentaron mantenerse al margen de las disputas. Pero ya en las campañas electorales de abril y de mayo se percibió un alejamiento y se establecieron los bloques: Carmena con Errejón y Colau con Iglesias.
En las generales de abril, la alcaldesa de Barcelona respaldó la candidatura de Unidas Podemos. Un mes después, Iglesias le devolvió el favor y protagonizó varios actos municipales con Colau, mientras renegaba, con intensidad creciente, de Manuela Carmena, pese a que Podemos no presentó formalmente alternativa a la Alcaldía de Madrid.
La ruptura entre Errejón e Iglesias, que pidió el voto para el candidato de Madrid en Pie, Carlos Sánchez Mato, en plena jornada de reflexión, sin embargo, no frustró la buena sintonía de las alcaldesas después de los comicios de mayo. Carmena ganó las elecciones pero no pudo revalidar mandato. Colau lamentó la pérdida del gobierno de Madrid y en un cariñoso mensaje público reivindicó la buena sintonía de las ciudades durante su mandato: “En estos cuatro años, en medio de la tempestad, nuestras ciudades se han querido más que nunca. Pase lo que pase, esa ternura no podrá borrarla nadie. Te quiero”.
Esa buena sintonía se mantuvo incluso después. Colau invitó a Manuela Carmena como pregonera de la Mercè, las fiestas de Barcelona, el pasado mes de septiembre. La ya exalcaldesa de Madrid abogó por el diálogo e insistió en la necesidad de que las dos ciudades dejen de estar de espaldas.
Fue su último acto conjunto. Este viernes, Colau y Carmena se han enfrentado, al menos dialécticamente. La decisión de Errejón de presentar una lista de Más País en Barcelona, con el consiguiente riesgo para la candidatura de En Común Podem, llevó a la alcaldesa a volcarse en la campaña de Iglesias. A modo testimonial, Colau cerró la papeleta de su partido en esa provincia. Y, por primera vez, asistió al mitin de cierre en Madrid.
Colau se acordó de Errejón en su mitin de clausura y le mandó un recado: “No vamos a permitir que nos dividan a la gente común, a la gente trabajadora, a las clases populares. Es una vieja estrategia de los de arriba intentar dividir a los de abajo. Porque unidas, solo unidas, podemos”.
A la misma hora y a apenas unos pocos kilómetros de diferencia, Carmena pedía un hermanamiento de las fuerzas progresistas desde el acto de Errejón, a cuya caravana se ha subido durante la recta final de la campaña. Fiel a su particular manera de entender la pelea electoral, la exacaldesa de Madrid elogió una de las intervenciones de la número dos de Unidas Podemos, Irene Montero, en el debate de mujeres del jueves, cuando reprochó a la derecha que dejara toda la gestión en manos privadas.
“Me pareció que fue una frase muy acertada y quiero citarla aquí ahora, porque quiero que es importante que todo el progreso nos sintamos hermanos, que toda la izquierda se sienta hermana, que se sienta que tenemos los mismos objetivos y que no nos dejemos engañar por dimes y diretes, insultos y todo lo demás”, abogó la exalcaldesa de Madrid.