El adelanto electoral en el País Vasco complica los planes de Partido Popular y Ciudadanos para armar una candidatura conjunta. La Ley Electoral Vasca plantea que las coaliciones tendrán un plazo de diez días desde la convocatoria electoral para formarse.
El artículo 49 del citado texto dice: “Los partidos y federaciones que establezcan un pacto de coalición para concurrir conjuntamente a las elecciones al Parlamento Vasco deberán comunicarlo a la Junta Electoral de Territorio Histórico en los diez días siguientes a la convocatoria. En la referida comunicación se deberá hacer constar la denominación de la coalición, las normas por las que se rige y las personas titulares de sus órganos de dirección o coordinación”.
Pablo Casado e Inés Arrimadas tendrán menos de dos semanas para darle forma a la idea de crear una lista bajo el mismo paraguas. La importancia de cerrar el acuerdo del País Vasco radica en que de él podría depender el entendimiento que ambas formaciones buscan también para Catalunya. El virtual candidato del PP a la lehendakaritza, Alfonso Alonso, nunca se ha mostrado favorable a la idea y ha estado en los últimos meses en el punto de mira de Pablo Casado.
El adelanto electoral podría salvar su deseo de evitar la coalición y también librarle de ser sustituido por otro candidato. Las prisas que conlleva el adelanto podrían resolver las dudas instaladas en el entorno de Pablo Casado sobre si deshacerse de Alonso antes de las elecciones o esperar a un mal resultado para hacerlo.
La relación de Alonso con la dirección de su partido en Madrid atraviesa su momento más tenso. Génova se resiste a proclamar su candidatura mientras su líder en Euskadi se pregunta en público a qué está esperando Pablo Casado. El adelanto electoral impulsado por Íñigo Urkullu obligará al PP a definirse en un tiempo récord.
País Vasco arrastra a Galicia
La decisión adoptada por el lehendakari vasco ha empujado otro adelanto: las autonómicas gallegas también serán el 5 de abril. Con el movimiento, el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, toma la iniciativa electoral sin que se haya aclarado qué va a suceder en el espacio de la izquierda que le pretende disputar la mayoría.
Con su movimiento Feijóo se permite adelantar los comicios, adaptándose al calendario vasco y sin tener que justificar motivos internos. La puesta en marcha del reloj electoral gallego coge a parte de la izquierda con el pie cambiado. Podemos no ha decidido quién será su candidato ni si pretende establecer acuerdos de coalición con Anova y el espacio de las mareas municipales. La ley gallega les da ahora diez días para tomar una decisión sobre el formato en el que concurren a unos comicios en los que la mayoría del PP está de nuevo en disputa.
Del mismo modo, Feijóo consigue activar la tensión electoral sin que Ciudadanos ni Vox hayan conseguido constituir un liderazgo en Galicia que les permita disputar los entre uno y dos escaños que les otorgan algunas encuestas. El líder gallego se libera, además, del debate impuesto en su partido sobre la búsqueda de acuerdos con Ciudadanos. Pese a que el líder gallego siempre fue contrario a un adelanto, ahora el optimismo impera en sus filas y se resume en la reflexión de una de las personas de su mayor confianza: “A Alberto se lo ponen como a Felipe II”.