Alberto Garzón: “Hay una derecha capitaneada por Ayuso y por Vox que hace bandera de la desigualdad en España”
2021 ha arrancado como un torbellino político: la salida de Salvador Illa de Sanidad, las elecciones catalanas, la fracasada moción de censura en Murcia (y en Castilla y León) y el consiguiente adelanto electoral en Madrid, la decisión de Pablo Iglesias de postularse como candidato contra Isabel Díaz Ayuso, su obligada marcha del Gobierno, el ascenso de Yolanda Díaz… Pero entre tanto han pasado otras cosas. Por ejemplo, que Alberto Garzón (Logroño, 1985) ha sido reelegido coordinador general de Izquierda Unida con el aval de una amplia mayoría de los militantes que participaron en la XII Asamblea federal de la coalición.
El ministro de Consumo responde sobre el proceso interno en IU, pero sobre todo de la actualidad política, en su primera entrevista desde su reelección. Garzón explica la decisión adoptada en Madrid en la urgencia por “parar” el proyecto de Isabel Díaz Ayuso que, asegura, es la antesala de “una posible fractura donde nadie se lo hubiera esperado”. “Ayuso ha desistido de ser aliada de comunidades donde gobierna el propio PP, como Galicia o Andalucía”, señala Garzón, quien insiste: “Ganar a la derecha en Madrid no es fácil, pero es urgente y por eso ponemos todos nuestros recursos”.
El líder de IU desgrana también los relevos en el Gobierno, con el encumbramiento de Yolanda Díaz como vicepresidenta. Habla de fondos de reconstrucción y de la crisis “ecosocial” que vive el planeta, entre otros asuntos.
Empecemos por Madrid, otro elemento que ha revolucionado este 2021. ¿Cree acertada la decisión de Pablo Iglesias de postularse como candidato a la Comunidad de Madrid por Unidas Podemos?
Absolutamente sí, es una buena decisión para el país y también para el espacio político. Manda un mensaje de que las elecciones del 4 de mayo no son simplemente unas elecciones regionales, sino que hablan del futuro político del conjunto del país.
Llevamos bastante tiempo viendo cómo se reproduce en nuestro país una dinámica centro-periferia dentro de las relaciones entre comunidades, entre territorios, entre regiones. Madrid absorbe cada vez más el potencial económico aprovechando su figura de capital y determinadas dinámicas económicas que están inscritas en el largo recorrido de las últimas décadas.
Estamos viendo una posible fractura de nuestro país donde nadie se hubiera esperado, con una derecha española que utiliza las instituciones madrileñas para decir aquello de “Madrid es España”, dejando sin instrumentos y sin opciones de desarrollo a gran parte del país. Este mensaje es perverso, nacionalpopulista a similitud de Donald Tramp o [Jair] Bolsonaro, y tiene consecuencias económicas de enorme profundidad para la cohesión de nuestro país y entre clases sociales. Por no hablar, naturalmente, de que en este último año la oposición real y práctica frente al Gobierno de coalición ha sido Isabel Díaz Ayuso.
Pablo ha demostrado una gran capacidad de lectura y también una gran valentía al asumir una responsabilidad que evidentemente le implica directamente. Porque no olvidemos que Pablo Iglesias es ahora mismo la persona probablemente más odiada por todos los reaccionarios de este país. Tiene literalmente asediada su casa. Asume sobre sus espaldas una gran responsabilidad en representación de un espacio político, yo creo que con enorme valentía.
Dice que Madrid se ha convertido en una suerte de aspiradora de recursos de todo el Estado. Pero ese discurso no le va mal a Ayuso. ¿Con qué argumentos se puede convencer a los madrileños de que renuncien a lo que podría considerarse, de una forma egoísta, ventajoso para ellos?
Las dinámicas centro-periferia son consustanciales al desarrollo del capitalismo, donde se dan este tipo de fondos que absorben capital humano, capital físico, dinero, recursos, etcétera. El problema es que siempre se ha entendido que hacen falta mecanismos de compensación para mantener una cohesión y un desarrollo lo más equilibrado posible. Y la excepcionalidad de este momento histórico es que hay una derecha en España capitaneada por Ayuso y por Vox, que pertenecen al mismo proyecto político, que hace bandera de un proceso de desigualdad que se está generando en España.
Se ha hablado en los últimos años mucho de la posibilidad de fractura del Estado español por la vía independentista. Pero la derecha española desde Madrid promueve la competición no solo con su vecindad más inmediata, sino también, por ejemplo, con Andalucía. Ayuso ha desistido de ser aliada práctica y teórica de comunidades donde gobierna el propio PP, como pueden ser Galicia o Andalucía.
El PP ha construido una base social material fuerte durante todos los años que ha gobernado, sin olvidar que lo hizo con el tamayazo. Y ha consolidado determinadas bases sociales y materiales que hacen que ganar a la derecha en Madrid no sea tarea fácil, pero es urgente y necesaria. Por eso ponemos todos nuestros recursos para intentar darle la vuelta.
¿No es un riesgo descabezar el liderazgo de Unidas Podemos en el Gobierno? ¿La opción, por ejemplo, que se barajó con usted al frente de la candidatura no hubiera quizá preservado ambos elementos?
Valoramos muchas opciones y se decidió colectivamente que Pablo Iglesias era la persona más adecuada e idónea. Unidas Podemos es un espacio político relativamente joven que aúna tres partidos políticos, Izquierda Unida, Podemos y En Comú Podem, que estamos presentes en la Mesa Confederal [órgano de coordinación]. Hay diferentes liderazgos y capacidades, y entre todos repartimos los papeles como nos parece oportuno para poder conseguir nuestros objetivos. No existe ese riesgo que se apunta. Como bien dijo Pablo, y haciendo referencia a una tradición política con la que yo me identifico, cada militante tiene que estar donde se le dice que esté.
Iglesias también designó a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como sucesora al frente de Unidas Podemos en el Gobierno. ¿Qué le parece la elección para que sea la vicepresidenta?
Es una muy buena decisión que a nadie habrá sorprendido. Se trata de nuestro mejor activo público en este momento. Es una persona con una gran trayectoria institucional, y por lo tanto de gestión. Con amplios conocimientos, en la materia de sus competencias actuales y también en ámbitos generales. Y está haciendo con su gran capacidad de trabajo una gestión extraordinaria desde el Ministerio de Trabajo en este último año, que ha sido muy difícil. Eso está reflejado en las encuestas que hablan sobre los liderazgos y a todo el mundo le parecía evidente en un espacio político que tiene que maximizar sus opciones. Yo creo que va a ser una gestión extraordinaria.
Iglesias ha sido muy criticado por las exigencias del cumplimiento del programa, por ser quien marcaba las líneas rojas. ¿Será Yolanda Díaz quien asuma ahora ese rol? ¿Cree que puede poner en riesgo esa gestión en el Ministerio de Trabajo?
Hay una distorsión conceptual cuando hablamos de las relaciones entre el PSOE y Unidas Podemos dentro del Gobierno. Esas tensiones que existen en el seno del Gobierno están traducidas por actores políticos que son los medios de comunicación. La ciudadanía a veces se encuentra con titulares que dicen “Pablo Iglesias tensiona”, es una grave distorsión conceptual. En Unidas Podemos hemos sido siempre muy claros, defendemos el acuerdo de coalición. Hay muchas cosas que nos gustaría poner en marcha que no están recogidas en el acuerdo, pero todo lo que recoge el acuerdo de coalición tiene que cumplirse. En el momento en el que se producen incumplimientos por una de las partes, el foco debería estar en quien está incumpliendo.
Sorprendentemente, se le da la vuelta y se convierte a Pablo Iglesias en responsable de todo. Esto obedece al objetivo político de acabar con Pablo Iglesias. Y no es un problema de Pablo Iglesias ni de Unidas Podemos. Es un problema de la relación y de cómo se visualiza esa relación, y de que generamos mucha incomodidad para determinados actores que quieren preservar sus privilegios y que quieren que haya cosas que no cambian. Por lo tanto, la nueva asignación que tiene Yolanda Díaz no va a distorsionar ni a cambiar en absoluto el compromiso de Unidas Podemos por el cumplimiento íntegro de lo pactado.
Pablo Iglesias es ahora mismo la persona probablemente más odiada por todos los reaccionarios de este país
Ese papel que hacemos los medios de comunicación, que a veces ocurre lo que dice, ha permitido también que algunas medidas que no salían adelante, se me ocurre el ingreso mínimo vital en su momento, o la ley de vivienda ahora, o incluso cuando usted quiso poner en marcha la prohibición de anuncios de casas de apuestas o de juego online, se aceptaran por parte del PSOE. ¿Los socialistas se pueden sentir ahora más libres a la hora de de no cumplir esos acuerdos?
El objetivo de Unidas Podemos es que se cumpla el acuerdo. Hay ocasiones en las que en privado no se aceptan cosas que sí se aceptan en público. El problema de Unidas Podemos es que se materialice lo que se ha acordado y vamos a seguir pensando exactamente igual.
Para nosotros, para los socios del Gobierno de coalición y para la sociedad sería mucho más cómodo, más sencillo, que se aceptase desde el inicio que lo que se ha firmado se cumpla. Todo lo que viene después son ruido e interferencias absolutamente innecesarias. Somos muy cabezones con esta cuestión, porque es un mandato imperativo de la propia democracia. Nosotros no estamos en el Gobierno por estar, sino porque tenemos unos objetivos políticos acordados y porque queremos transformar este país en la medida de que nuestra correlación de fuerzas lo permita. Si no se consigue eso, se está produciendo un fraude democrático a nuestros electores y eso no lo podemos permitir.
¿Se va a modificar ahora la relación orgánica entre las distintas partes que forman Unidas Podemos?
Es un proceso continuo y progresivo con independencia de los fenómenos que van sucediendo, como el cambio de rol de Pablo Iglesias de vicepresidente a candidato. Unidas Podemos es una coalición electoral que es joven, pero aspira a convertirse en una coalición social. En algunos territorios opera como tal para ser capaces de coordinar la acción política en su conjunto. Movilizaciones en la calle, en la sociedad civil, etcétera.
Vamos consolidando y aspiramos a que se consolide de manera inequívoca e irreversible la confluencia en nuestro país. Somos tradiciones políticas distintas. Yo acabo de ser reelegido coordinador de Izquierda Unida, una formación que tiene más de 35 años y una tradición política muy larga. Podemos tiene muchos menos años, es una formación muy joven. Sincronizar y coordinar estas dinámicas es algo que requiere esfuerzo. Lo estamos haciendo muy bien para el tiempo que llevamos.
Volviendo a las elecciones de Madrid, ¿qué expectativas tienen, qué calificarían como un buen resultado la noche del 4 de mayo?
Un buen resultado es que se frenen las ansias de la extrema derecha y de la ultraderecha por reproducir esa larga noche neoliberal ya tintada de valores reaccionarios y xenófobos. Si somos capaces de interrumpir esa operación, de frenar a la extrema derecha, muchos madrileños de familia trabajadora, gente humilde, gente sencilla, van a dormir mucho más tranquilos. Ese es un objetivo político de primer orden y por eso ponemos a nuestro activo público más reconocido, Pablo Iglesias, a la cabeza de una candidatura que será reflejo de la sociedad civil, de los diferentes partidos y tradiciones. Ponemos todo lo que podemos poner para conseguir ese objetivo político de frenar a las dos extremas derechas que existen en Madrid.
IU también tendrá sus candidatos en la lista, este lunes se han hecho públicos los resultados de las primarias para elegirlos. Unas primarias que han tenido también ciertos roces, como ya ocurrió en 2019. No es el escenario de entonces, pero, ¿puede afectar de alguna manera a la campaña?
Unidas Podemos tiene una consistencia máxima. El ecosistema de la izquierda siempre es complejo. Y según pones la lupa, te das cuenta de que efectivamente hay muchas vidas distintas, muchas diferencias dentro de ese ecosistema. Pero cuando eres capaz de tomar perspectiva, es decir, dejas la lupa, empiezas a dar pasos hacia atrás y te encuentras ya en la panorámica con un adversario político, como es la extrema derecha de Díaz Ayuso y de Vox, te das cuenta de que ese ecosistema en realidad actúa como una entidad monolítica. Y esto es lo importante. Saber de qué lado de la trinchera estamos, saber a quiénes estamos defendiendo y aparcar esos pequeños matices que sólo son perceptibles cuando estás muy, muy, muy dentro para conseguir los objetivos políticos, que son los que nos conectan con nuestra gente, con nuestros barrios, con nuestra clase. Esa es la perspectiva de la unidad que siempre hemos defendido algunos.
Con el resultado que se ha dado en las primarias de Madrid, en las que había dos listas, ¿deberían estar las dos representadas en la candidatura final de Unidos Podemos?
Hay que mantener la representación proporcional de las primarias.
Recordaba antes que ha sido ratificado para un segundo mandato al frente de IU. ¿Cuáles son las líneas generales de lo que usted quiere hacer en estos cuatro años?
Lo primero es consolidar y reforzar Izquierda Unida tras unos años que han sido muy convulsos. Nosotros tenemos un capital político de unas 20.000 personas afiliadas y unos 40.000 simpatizantes que conforman un capital imprescindible para cualquier transformación social en este país. Tenemos un gran arraigo territorial, estamos presentes en casi todos los municipios importantes de este país. Y con una gran presencia institucional, concejales, alcaldes, etcétera.
Queremos profundizar en dos vectores políticos, el ecologismo y el feminismo, Siempre hemos tenido incorporados estos elementos en nuestra tradición política. IU se funda en 1986 y ya incorpora estos elementos. Pero el cambio que yo he hecho en la dirección es precisamente para reforzar estas líneas de trabajo y que no sean elementos anexos, sino pilares fundamentales, líneas de trabajo transversales.
Estamos viviendo una crisis ecosocial que nos interpela sobre una crisis climática, una crisis de pérdida de biodiversidad y una crisis de la contaminación. Y si no somos capaces de entender que hacer las paces con el planeta implica corregir esta serie de crisis y asumir cambios radicales en el modelo de producción y consumo, seremos incapaces de evitar la propia extinción de la vida en su sentido más amplio. Y eso con el añadido de que la crisis es ecosocial, no simplemente ecológica, porque los principales afectados son los más desfavorecidos. Desde los refugiados migrantes hasta, evidentemente, las familias más humildes de clase trabajadora. Incorporar todo esto en nuestra propuesta de desarrollo y transformación del país es central.
Hacer las paces con el planeta implica asumir cambios radicales en el modelo de producción y consumo
¿Y cómo se hace llegar esta importancia a la ciudadanía?
Estamos en una coyuntura histórica, que hemos repasado ya en el caso de Madrid, muy particular, en el que se está redefiniendo el Estado, en el que se están redefiniendo las políticas públicas. Hemos vuelto a los debates sobre keynesianismo o neoliberalismo en el ámbito de la política europea. Hemos vuelto a debatir sobre las instituciones españolas, el encaje de las diferentes nacionalidades históricas.
Pero de lo que tenemos que hablar es de cómo somos capaces de modernizar este país y el papel de la derecha, que es precisamente el papel que siempre han tenido históricamente, de reacción frente a los avances, de reacción frente a cualquier intento de modernización, de intentar consolidar viejos modelos oligárquicos y rentistas. Y cualquier elemento de modernización en nuestro país tiene que ser consciente de los límites medioambientales, de la capacidad que tiene el planeta para asumir determinado modelo de producción y consumo.
Al hilo de esa modernización le voy a preguntar por los fondos europeos. Todavía no está definido exactamente cómo se va a hacer el reparto, pero ¿está satisfecho con cómo está el Gobierno organizándolo?
Los fondos europeos se pueden visualizar de diferentes maneras. Hay una visualización de carácter horizontal, y otra de carácter vertical. Una tiene que ver con la cantidad y siempre preferiríamos más. Pero lo importante es la calidad, es decir, la verticalidad de la política industrial o política de desarrollo.
La clave no es sólo ser capaces de compensar lo que ha sucedido con esta crisis económica y la pandemia, sino ser capaces de entender que en la Unión Europea, igual que antes hablábamos del caso español, también existe un centro-periferia, hay diferentes velocidades de desarrollo y eso tiene que ver con las estructuras productivas. Tenemos que hacer de la necesidad virtud y no debemos limitarnos sólo a compensar las pérdidas que se han producido en niveles de desempleo, pérdida de tejido industrial o pérdida de beneficios durante la pandemia, sino que debemos ser capaces de industrializar nuestro país.
¿Qué significa industrializar el país?
Significa ser capaces de actualizar nuestra estructura productiva, incorporando actividades que sean de mayor intensidad tecnológica, que puedan absorber mayor capital humano, es decir, conocimiento acumulado por las personas. Ser capaces de que nuestro país se inserte en la división internacional del trabajo por la vía de ser competitivo vía producto y no vía salarios.
Si nosotros somos capaces de usar los fondos para actualizar nuestra estructura productiva y encontramos alianzas suficientes en un dinamismo empresarial que existe también en nuestro país, y que no es solo el rentismo empresarial que ha dominado otros modelos de crecimiento, tendremos abierto un horizonte de desarrollo en el mejor sentido de la palabra que sí entiende de las limitaciones de nuestro planeta. Estaríamos ya acercándonos a esto que se ha llamado Green New Deal.
Lo que estamos haciendo en el Gobierno es dirigir los fondos hacia esa actualización de la estructura productiva y transición ecológica al mismo tiempo. Con el tiempo veremos si estamos o no acertando.
¿Y dentro del Gobierno hay unidad de acción, unidad de opinión, o como con otras políticas hay diferencias?
La política es un arte de nobleza, en el sentido de que no debe consistir en ocultar cosas. Hay tensiones, hay diferencias entre los ministerios. Pero la clave es que desde el principio en los debates que tuvieron lugar en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos (CDGAE) en la que estoy presente se decidió que lo que se trataba era de identificar vectores de crecimiento estratégicos, para el medio y largo plazo. La otra opción hubiera sido decir, pasen ustedes con la factura de lo que les ha costado esta crisis. Es necesario también compensarlo, hay mucha gente que ha sufrido, pero desde el principio desplegamos un escudo social para preservar el tejido industrial y para proteger a las familias trabajadoras de las consecuencias de la pandemia.
Pero la clave en esta situación es identificar determinados sectores que pueden ser motores en el medio y en el largo plazo. Innovación, inversión en ciencia, apuesta industrial. Eso es lo que se está haciendo. Por supuesto que cuando repartes dinero, hay diferencias de opinión, matices, pero dentro de una filosofía que es compartida y que en el Gobierno de coalición se entiende que es la correcta.
Volvamos a la XII Asamblea de IU, antes hablaba del capital humano de Izquierda Unida. Usted ha obtenido un apoyo relativo muy similar al de 2016, con unos porcentajes casi calcados, pero en valores absolutos, ha descendido un poco. ¿A qué lo achacan?
Tengo que mirar los datos porque me parece que en términos absolutos la participación ha crecido ligeramente. Estamos hablando básicamente de la misma que hace cuatro años, pero en unas condiciones mucho más difíciles. Hemos tenido que hacer la Asamblea en mitad de una pandemia y aún así ha habido más de 250 reuniones territoriales y más de 2.000 enmiendas. Hay una participación y una implicación potente para una fuerza humilde.
Nuestra fuerza política es una fuerza republicana, no sólo porque queramos cambiar la jefatura del Estado por un elemento democrático, sino porque creemos en una política de la participación, por aquello que llamaríamos los cuidados internos, el ser transparentes, el abrir espacios de deliberación, debates sanos en los que la discrepancia se entiende como una discrepancia natural. En eso llevamos bastante tiempo insistiendo. Cuando yo fui elegido coordinador fue la primera vez que se hizo el sufragio universal en Izquierda Unida y esto ya está consolidado. Facilitamos la participación para que cuanta más gente se pueda incorporar a un proyecto como Izquierda Unida, mejor, porque esa lógica republicana nos dice que muchas mentes piensan mejor que unas pocas.
Izquierda Unida tiene un capital simbólico evidente porque somos herederos de una tradición política en este país de larga trayectoria. Pero IU tiene un capital político que es fundamental preservar, porque estamos hablando de hombres y mujeres que forman parte en sus territorios de un instrumento de cambio que alberga conocimiento acumulado, que alberga saber hacer, que alberga experiencias de transformación. Y cualquier paso que queramos hacer desde el punto de vista teórico de cómo se cambia este país, necesita a toda esa gente. Necesita a mucha más gente también, pero toda esa gente es fundamental. Esa es la razón por la que hace cinco años asumí ser candidato a las elecciones generales de IU, porque entendía que si no la salvábamos en aquellas elecciones generales todo es capital político se podía desvanecer. Y eso no sólo sería un drama para IU, sino para toda la sociedad española de izquierdas.
Hoy estoy haciendo esta entrevista en calidad de ministro, lo que quiere decir que hasta cierto punto nuestros objetivos políticos se cumplieron.
Lo primero es consolidar y reforzar Izquierda Unida tras unos años que han sido muy convulsos
Su número dos en las listas en la Asamblea Federal ha sido la actual portavoz y eurodiputada de Izquierda Unida, Sira Rego, ¿piensa en ella como una posible sucesora?
No lo había pensado, acabo de ser elegido el sábado y no sé lo que va a pasar dentro de cuatro años. Pero Izquierda Unida tiene tiene que representar hacia fuera la coralidad que es hacia adentro. Somos un colectivo humano muy diverso, que tiene diferentes perfiles y creo que es importante que seamos capaces también de contrarrestar esta tendencia que existe en la sociedad contemporánea en la que los dirigentes políticos estamos muy mediatizados y en la que se nos demanda precisamente en función de esa mediatización. Eso alimenta un círculo vicioso en el que voy a los medios de comunicación, me conoce la gente y me llaman a los medios de comunicación porque me conoce la gente.
Tenemos que ser capaz de democratizar todavía mucho más el espacio público y que la gente sepa que IU no es solo Alberto Garzón. De hecho, probablemente lo que menos importa es qué soy yo, sino todo lo que hay alrededor. Y la capacidad que tenemos de presentar hacia lo público a gente que está haciendo un trabajo inmenso es muy importante. Luego habrá mecanismos en el futuro que ya se decidirá más adelante.
Decía antes que usted viene de una tradición en la que cada militante tiene que estar donde toca. No sé si en Unidas Podemos o incluso en el Gobierno creen que puede haber más adelantos electorales. Estoy pensando, por ejemplo, en Andalucía. ¿Estaría usted dispuesto a encabezar esa candidatura?
Es muy pronto para plantear escenarios. Lo que sí es verdad es que IU en Andalucía tiene muchos perfiles que son unos potenciales candidatos y candidatas excepcionales. Estamos en un tiempo político en el que todo cambia de una manera muy rápida.
Nosotros tenemos el propósito de enfrentar todas las elecciones maximizando las opciones y pensándolas integralmente. Pero todo tiene que hacerse en virtud de las noticias que vayan llegando y no de especulaciones a priori.
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