La primera noticia sobre el noviazgo entre Isabel Díaz Ayuso y Alberto González Amador (Madrid, 1975) la publicó la revista Lecturas en mayo de 2021. “Enamorada en secreto: romántico fin de semana en Ibiza con su nueva pareja”, tituló una de las cabeceras más representativas de la prensa del corazón. Otros medios comenzaron a hacerse eco de la relación de la presidenta madrileña con un “técnico sanitario, divorciado y padre de tres hijos”. Así le definían esas publicaciones, muchas de las cuales obtenían la información directamente del Gabinete de Ayuso, que hizo pasar a su pareja por un trabajador raso de un hospital.
La información desvelada por elDiario.es a raíz de la investigación de la Agencia Tributaria y la Fiscalía desmiente el perfil recogido por los medios del corazón. Alberto González Amador es un empresario con una compañía que facturó varios millones de euros gracias a comisiones durante la pandemia y que ideó una trama de facturas falsas para defraudar a Hacienda con la ayuda de un testaferro mexicano. Pero ya antes estaba lejos de ser un “técnico sanitario”.
González Amador es un consultor y auditor en asuntos de prevención laboral y certificación de calidad sanitaria. Su principal cliente es el Grupo Quirón, la filial española de una multinacional sanitaria, propietaria de decenas de hospitales privados y al frente de otros tantos públicos, cuya gestión le ha sido transferida. Esos acuerdos les llevan a facturar cientos de millones de euros a la administración madrileña, con quien también firman acuerdos para la reducción de listas de espera asumiendo operaciones de la sanidad pública.
Sobre la trayectoria profesional de la pareja de Ayuso, desde el grupo Quirón se ha explicado que venía años realizando servicios de consultoría y auditoría de sistemas de Gestión en certificaciones ISO, fundamentalmente, como consultor para el grupo líder de la sanidad privada y concertada. Fuentes conocedoras del trabajo de González apuntan a que se dedicaba a supervisar que los hospitales del grupo empresarial cumplieran los requisitos de las certificaciones sanitarias.
Un consultor que trabajaba con Quirón
A preguntas de elDiario.es, un portavoz de Quirón explicó que “Alberto González Amador lleva trabajando en consultoría y servicios de prevención laboral más de 25 años con distintas mutuas y clientes”. “Se incorporó como consultor externo en FRATER Prevención en 2003”, apuntó. Cuando en 2015 esta mutua fue adquirida por QuirónPrevención, una de las divisiones del grupo empresarial, González Amador asumió “este y otros servicios”. Esta situación se ha mantenido “hasta la actualidad”, según este portavoz consultado por este medio.
Esa era su principal fuente de ingresos antes de 2020. Cuando estalló la crisis del coronavirus, diversificó su actividad empresarial. Las entradas de dinero constatadas por la Agencia Tributaria suman cerca de dos millones de euros por comisiones en la venta de mascarillas en lo peor de la pandemia. Poco que ver con lo que la sociedad entiende por un técnico sanitario.
Varios centros de formación que imparten los estudios requeridos para esa profesión especifican en sus webs que los técnicos sanitarios son aquellos que se ocupan de “distintas técnicas de diagnóstico, tratamiento o seguimiento de enfermedades” (apunta la Universidad Europea de Madrid), “profesionales especializados en la asistencia y atención a personas en situaciones de emergencia o en necesidad de cuidados sanitarios” (Deusto Formación) o incluso los responsables de “trasladar, asistir a pacientes y colaborar en los planes de emergencia ante una emergencia o catástrofe” (CEAC).
Sin que se le conozca ninguna actividad similar a las descritas, el informe de la Agencia Tributaria que motivó la denuncia de la Fiscalía contra la pareja de Ayuso señala que González Amador es uno de esos empresarios sin empleados que proliferan como intermediarios en los negocios.
Es el administrador único de Maxwell Cremona, la empresa con la que hizo esos negocios como intermediario. La compañía no tiene empleados por cuenta ajena pero sí consta a su nombre un coche de lujo: un Porsche Panamera. Además, la compañía adquirió con posterioridad otro vehículo de alta gama, un Maserati que tiene multas pendientes con el Ayuntamiento de Madrid, según adelantó El Plural y confirmó elDiario.es.
González Amador dispone también de una segunda compañía que Hacienda califica como “una mera sociedad interpuesta” y que se llama Masterman & Whitaker. La adquirió a finales de 2020 y con ella también trató de defraudar al fisco. En concreto, intentó traspasar parte de la facturación de los contratos Quirón a esa segunda empresa. Pero Hacienda considera que la firma, sin empleados ni infraestructura, carecía de medios para realizar los trabajos y que era una maniobra para reducir los ingresos de su primera empresa y obtener ventajas fiscales en el futuro.
Sus ingresos se multiplicaron durante la pandemia
Con todo, el Ministerio Público le atribuye los posibles delitos contra la Hacienda Pública y de falsedad en documento público por el impuesto de Sociedades declarado en los ejercicios de 2020 y 2021 por esa compañía. La Fiscalía le acusa, en concreto, de un fraude fiscal por 155.000 euros en 2020 y de otros 195.951,41 euros el ejercicio siguiente. También le imputa falsedad documental por presentar facturas falsas a través de empresas externas con el objetivo de rebajar los beneficios extraordinarios de sus sociedades.
González Amador se enfrenta a multas de hasta seis veces la cantidad defraudada en los casos más graves y la falsedad documental se castiga con entre seis meses y tres años de cárcel.
Lejos de los 20.000 euros anuales que cobra de media un técnico sanitario al uso, las empresas de la pareja de la presidenta madrileña tuvieron beneficios millonarios en plena pandemia. En 2020 las ventas de Maxwell se multiplicaron por más de seis, hasta 2,3 millones, según sus cuentas anuales. Pese a ello, ante Hacienda declaró solo 8.400 euros de beneficio, tras anotarse gastos que no se correspondían con la realidad. En 2021, la empresa de González Amador facturó otros 1,3 millones. En solo dos años ingresó, por tanto, 3,6 millones de euros.
De los 2,3 millones de euros que facturó en 2020 la principal empresa de la pareja de Ayuso, casi el 85%, 1.973.000 euros, procedieron, según explicó el empresario a Hacienda, de una única operación, un contrato por “intermediar” para la empresa española FCS en la compraventa de productos sanitarios, como guantes y mascarillas para la protección frente al coronavirus.
Pero el fraude estimado por Hacienda suma 350.951 euros y fue cometido en los años 2021 y 2022, cuando González Amador presentó las declaraciones de sus empresas sobre el impuesto de Sociedades de los años inmediatamente anteriores. Según el informe de Hacienda, González Amador percibió una comisión del 4,5% por esa intermediación en la venta de mascarillas. Y también intentó vender vacunas a Costa de Marfil, aunque la operación se frustró. En ese caso, la comisión que había planeado cobrar era todavía mayor, del 7,5%, lo que se traducía en más de dos millones de dólares para repartirse con su socio mexicano.
Pisos en una de las zonas más lujosas de Madrid
Tras las operaciones durante la pandemia y una vez estaba siendo investigado por la Agencia Tributaria la pareja de Ayuso adquirió una lujosa vivienda en el centro de Madrid. Se trata del piso en el que también vive la presidenta madrileña, para el que González Amador habría desembolsado de una vez alrededor de 700.000 euros. Solo consta que la pareja de Ayuso firmó una hipoteca de 500.000 euros y que la vivienda, de 176 metros cuadrados, rondaría los 1,2 millones de euros.
El inmueble fue adquirido por él el 27 de julio de 2022, está ubicado en el oeste del distrito de Chamberí, en la frontera con Moncloa. Además, elDiario.es reveló la pasada semana que González Amador e Isabel Díaz Ayuso disfrutan de un segundo inmueble justo encima del que compró a su nombre el empresario. Se trata de un ático de 186 metros cuadrados que está a nombre de una sociedad en la que figura como administrador el abogado que representó a González Amador durante la inspección de la Agencia Tributaria. Ni la Comunidad de Madrid ni el empresario aclaran cuánto paga la pareja, si es que paga algo, o quién es el verdadero propietario del ático.
A todo ello hay que sumar que tras el negocio millonario de las mascarillas González Amador también creó junto a otro socio una empresa de alojamiento turístico, October Twelve Accommodation SL. La compañía es dueña de dos locales comerciales en el barrio de Usera de Madrid que fueron adquiridos al mes siguiente de crearse October Twelve, el 28 de abril de 2022.
Además, tras el fraude a Hacienda y una vez siendo investigado por el fisco, González Amador también creó una sociedad en Florida (Estados Unidos) en octubre de 2022,. El Registro de Florida no refleja a qué se dedica la sociedad, pero sí hace constar que González Amador la administra junto a César Nieto, su socio en esa empresa de apartamentos turísticos en Usera. Nieto fue también el encargado de liquidar en 2022 una sociedad panameña que administró la pareja de Ayuso y que fue creada por un directivo de Quirón.
González Amador ha evitado además atender a las llamadas de elDiario.es a lo largo de las últimas semanas.
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En elDiario.es somos conscientes de que publicar noticias como esta no es fácil, que puede haber consecuencias. Al menos ya sabemos a qué nos enfrentamos esta vez. Nos lo han dejado claro y por escrito: “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar”. Las amenazas de Miguel Ángel Rodríguez, la mano derecha de la presidenta de Madrid, no son solo un calentón. No es siquiera la primera vez que recurre a presiones así para evitar que se publique una información.
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