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Alfonso Guerra cree que el falso documental de Évole fue un trabajo digno de Goebbels

“Fue una monumental payasada”. En estos términos se pronuncia Alfonso Guerra sobre el falso documental Operación Palace, dirigido por Jordi Évole, y emitido el pasado domingo por La Sexta. El engaño ha desatado una fuerte controversia entre los que opinan que es una “genialidad” y los que, por el contrario, creen que fue “una tomadura de pelo” y una “falta de respeto” ante un hecho histórico tan deplorable.

En ese segundo grupo está Alfonso Guerra. El veterano dirigente del PSOE, único diputado que sigue en el Congreso desde la legislatura constituyente, no cree que un suceso tan grave como aquel, con el que se intentó cambiar por la fuerza el rumbo de la historia de España, pueda ser objeto de bromas. Él mismo vivió en primera persona aquel drama, el 23 de febrero de 1981, al ser diputado y vicesecretario general del PSOE. Desde entonces, no olvida el mal trago que pasó y pasaron los diputados que fueron secuestrados en el interior de la Cámara por Tejero y su cuadrilla.

Durante la primera jornada del debate del estado de la nación, Guerra reconoció a eldiario.es que el programa de Évole no le había gustado nada. El gesto de su cara lo decía todo. Después de calificarlo como una “payasada”, añadió: “Ni Goebbels [el ministro de propaganda de Hitler] lo hubiera hecho mejor”.

Fuentes cercanas a Guerra aseguran que hace aproximadamente un año, cuando se empezó a poner en marcha el programa, nadie habló con él para ver si quería formar parte del elenco de actores invitados. Pero quienes le conocen están seguros de que habría rechazado de plano la idea. “Guerra no entra en esa pantomima ni de broma”, “le habría indignado”, afirma uno de los compañeros de partido que mejor le conoce.

El día del golpe, Guerra fue trasladado por los guardias civiles que asaltaron el Congreso a la sala de los relojes junto a Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Gutiérrez Mellado y Agustín Rodríguez Sahagún. Según los testimonios de los propios protagonistas, les sentaron en sillas separadas de cara a la pared mientras varios guardias les apuntaban con sus fusiles. Nos les dejaban hablar entre sí, según narró el propio Guerra, aunque al cabo de un tiempo las reglas se relajaron un poco y pudo intercambiar algunos comentarios con Felipe González, al que tenía a su lado.

“Me ofreció un cigarrillo y yo le pregunté que por qué lo hacía si sabía que yo no fumaba”, recuerda Guerra, que comenta que de todos ellos, él único que logró dar aquella noche una cabezada fue Rodríguez Sahagún.

En un momento dado, el líder socialista pidió a uno de los guardias que le llevaran su abrigo alegando que tenía frío, algo que no era verdad. Además, no usaba esa prenda. “Mi intención era que los compañeros supieran que estábamos vivos”.

Los cinco dirigentes políticos permanecieron secuestrados desde la siete de la tarde hasta las 12 del día siguiente. Las horas más largas y angustiosas de su vida, según ha reconocido.