Pedro Sánchez no termina de ver la luz al final del túnel que está atravesando en forma de “contactos exploratorios” con el resto de fuerzas para buscar una solución conjunta al “atasco” de la gobernabilidad. Las respuestas que está recibiendo de sus interlocutores le llevan a un callejón sin salida en su camino hacia la investidura por el veto de Ciudadanos a Unidos Podemos y la condición de un referéndum en Cataluña que exigen los independentistas, que es la línea roja autoimpuesta por el PSOE. En Ferraz creen que aún es pronto para extraer conclusiones.
El anuncio de Sánchez de comenzar una “ronda de consultas” con el resto de fuerzas tras el fracaso de Mariano Rajoy se acogió con recelo en los sectores del PSOE más alejados del secretario general. Aunque no hay ningún plan por parte de los barones para impedir que Sánchez trate de llegar a Moncloa ni para forzar la abstención para que el PP siga gobernando, el PSOE de Susana Díaz ha abierto la puerta a esa posibilidad -defendida por Felipe González- y ha dejado claro que “con 85 no se puede gobernar”.
Pese al desconcierto general con el que se acogió la propuesta de Sánchez, el líder socialista siguió adelante con su plan. La idea del secretario general del PSOE es presentarse a la investidura, si tiene antes los apoyos suficientes, avalado por Unidos Podemos y con el apoyo activo de los nacionalistas o bien pasivo de Ciudadanos por la vía de la abstención.
El obstáculo del referéndum catalán
Los 71 votos afirmativos de Pablo Iglesias y las confluencias son fundamentales en cualquier intento de Sánchez. Tanto el líder de Podemos como Alberto Garzón se mostraron abiertos a apoyarle. Iglesias da por hecha su participación en el Gobierno porque entiende que la negociación es prácticamente entre iguales. Les separan catorce escaños y menos de medio millón de votos.
Con esos 156 síes, a Sánchez se le abrirían dos posibilidades: lograr, además del apoyo de la diputada de Coalición Canaria, la abstención de Ciudadanos y PNV o que secunden su investidura, mediante el voto afirmativo todos los nacionalistas para superar los 171 de rechazo de PP, Ciudadanos y Bildu.
Ambos escenarios se antojan imposibles de acuerdo a las posiciones de partida de cada partido. Sánchez se ha mostrado dispuesto a recibir el apoyo de los independentistas catalanes ofreciéndoles abordar el conflicto territorial en el Congreso y con una reforma hacia un modelo más federal del Estado que les dote de un mayor autogobierno. Sin embargo, el líder socialista ve prácticamente imposible esa opción porque ERC y Partit Demòcrata Català exigirán un referéndum que el PSOE rechaza.
De hecho, el portavoz de la antigua Convergència, Francesc Homs, aseguró en una nota tras mantener un encuentro no comunicado con Sánchez que una de sus prioridades es el referéndum, aunque no expresó cuál fue la respuesta del líder socialista.
En Ferraz no han dado ninguna información sobre ese encuentro, a pesar de que Sánchez dijo que las reuniones serían “públicas o discretas en función de lo que quieran los interlocutores”. A pesar de que Garzón y Homs, los únicos dirigentes con los que la conversación ha sido presencial y no telefónica, informaron tras el encuentro, los socialistas no enviaron ningún comunicado, como sí hicieron tras las charlas de Sánchez con Rajoy e Iglesias.
Sánchez quiere que Ciudadanos levante el veto
La otra alternativa, que pasa por que Ciudadanos avale un pacto en el que esté Unidos Podemos, es la que prefiere Sánchez. A ellos se dirigen sus emplazamientos desde que les apeló en el debate de la investidura de Rajoy. “Los partidos que hacen bandera de la regeneración, lo que hacen con sus vetos mutuos es bloquear la regeneración”, dijo este viernes.
Ciudadanos rechaza avalar un proyecto en el que esté Podemos. Los de Rivera no terminan de entender la maniobra que ha comenzado Sánchez y le emplazan a dialogar con el PP. Consideran que un gobierno de los conservadores es la única posibilidad.
¿Plantón a Rivera o ganar tiempo?
Sánchez se ha saltado a Rivera en su ronda de contactos. En Ferraz no dan ninguna explicación de por qué ha preferido reunirse antes con el Partit Demòcrata Català, pese a que su representación parlamentaria es cuatro veces menor que la de Ciudadanos. El PSOE dijo que los contactos serían de mayor a menor. Por eso comenzó con Rajoy, siguió con Iglesias y, con esa lógica, la de Rivera debería haber sido la tercera llamada.
Fuentes socialistas señalan que la pretensión de Sánchez es alargar así el protagonismo que ha cobrado con esta iniciativa. Esas fuentes sostienen que una vez que Rivera le haga llegar formalmente su rechazo y, con la condición del referéndum de los independentistas, el líder socialista tendrá que concluir “el teatro”.
Según ha trasladado Sánchez a sus interlocutores, está abierto a cualquier fórmula para salir del bloqueo y presentarse a la investidura como alternativa a Rajoy. Las posibilidades van desde un pacto transversal que incluya a las otras dos fuerzas a un gobierno en coalición con Iglesias que eche a andar con la abstención de Rivera o incluso un gobierno en minoría que necesitara a esas dos fuerzas en la investidura.
Sánchez y el miedo a elecciones
Dirigentes próximos a Sánchez defienden esa opción precisamente para salvar el rechazo mutuo entre Iglesias y Rivera. “La única forma de evitar vetos cruzados es que no haya presencia de ambos. Así no tienen ningún tipo de excusa”, expresa un miembro de la Ejecutiva.
En Ferraz tratan de restar importancia a esta primera ronda de contactos y sostienen que la alternativa puede llegar más adelante. En las plantas nobles de la sede nacional del PSOE están convencidos de que unas terceras elecciones perjudicarían a Unidos Podemos y fundamentalmente a Ciudadanos. Sánchez y su equipo han perdido miedo a unos nuevos comicios. Creen que el rechazo al PP les será recompensado en las urnas.
Por eso el secretario general sostiene que mantendrá el no a los conservadores para que no recaiga el peso de un nuevo Gobierno del PP sobre las espaldas de los socialistas, aunque sabe que un nuevo proceso electoral beneficiaría de nuevo a los de Rajoy.
En el sector más crítico con Sánchez temen que el PSOE siga cayendo, pero hasta ahora solo lanzan tímidos recados que apuntan a la abstención para evitar las terceras elecciones. La dirección de Sánchez está convencida de que no se atreverán a dar un paso más.