A lo largo de su dilatada carrera política, Alberto Ruiz-Gallardón ha usado varias veces la amenaza de la espantada. La desautorización que supone para él la renuncia del Gobierno a sacar adelante la reforma de la ley del aborto ha provocado la última. El entorno del ministro confiesa que está “tocado y dolido” y que ha abierto un “periodo de reflexión” sobre su futuro.
Por el momento, encara las obligaciones que se derivan de la situación política en Cataluña y la convocatoria de la consulta del 9-N, y aspira a que Mariano Rajoy le diga si sigue contando con él después de revés que supone guardar en un cajón la contrarreforma del aborto.
“No me podéis hacer esto. Tras el 9 de marzo dejaré la política”
En enero de 2008, el entonces alcalde de Madrid lleva muchos meses peleando por ser diputado. Se le ha guardado un puesto entre los primeros de la lista del PP, el cinco. Enterada su eterna enemiga, Esperanza Aguirre, decide retar a Rajoy y pide la misma pretensión para evitar que Gallardón consiga entrar en el Congreso mientras ella se queda fuera. El alcalde se entera en una reunión en Génova porque Aguirre no lo había hecho público. Se lo había hecho saber a Ángel Acebes, amigo y secretario general del partido, para que se lo trasladara a Rajoy. La plataforma que supone estar en el Parlamento es demasiado golosa. Como presidenta autonómica, no puede ir en las listas, pero está dispuesta a dimitir y pasar el cargo a Ignacio González.
La decisión del entonces líder de la oposición es salomónica: ninguno de los dos. Gallardón acusa el golpe y su entorno filtra que se plantea dimitir y que así se lo ha hecho saber a Rajoy. La expresión utilizada es la misma que ahora. Abre un “periodo de reflexión” para ver si deja la política. Como ahora, tampoco es inmediato. Gallardón vende que su responsabilidad le aconseja esperar hasta que pasen las elecciones del 9 de marzo “para no perjudicar al partido”.
La reconstrucción del diálogo mantenido entre Rajoy, Gallardón, Aguirre y Ángel Acebes, que entonces publicó El País, no tiene desperdicio. Rajoy confiesa nada más empezar el encuentro “estar harto de los enfrentamientos” entre ambos. Conocida la decisión del jefe, Aguirre dice que le parecía bien. El alcalde se enrabieta: “No me podéis hacer esto. Mariano, tú has tomado tu decisión y no la mía. Tras el 9 de marzo, dejaré la política”, dijo Gallardón.
“No sé qué haré después de 2007”
La competencia por liderar el PP madrileño es fueroz en la segunda semana de octubre de 2004. Gallardón se enfrenta a Aguirre a través de un candidatura liderada por su número dos y eterna mano derecha, Manuel Cobo. Hasta entonces no había ocurrido que dos opciones tan enfrentadas lucharan por la presidencia regional del partido, en manos de Pío García-Escudero. Los apoyos de Aguirre son aplastantes. Gallardón se da por enterado y manda retirar su candidatura.
La derrota de Gallardón frente a lo que define como “la opción de la exclusión” le sirve para darse cuenta de que está en una minoría que define como “casi absoluta”. El vicealcalde Cobo pone su cargo a disposición de su jefe aunque éste no le acepta la dimisión. Cobo no se atreve a culpar directamente a Aguirre, pero sí se queja de “recibir continuamente mensajes injuriosos” y alude a “políticas talibanes” dentro del PP contra él y contra el alcalde.
Gallardón amaga con que el batacazo provoque su retirada, aunque no es claro cuando aparece con cara de circunstancias ante los periodistas. “¿Si volveré a presentarme como candidato a la alcaldía en 2007? Sinceramente, no lo sé. Yo tengo un compromiso con los madrileños hasta mayo de 2007. Después no sé”.
Enfado por la moción frustrada contra Joaquín Leguina
Muchos años antes de ese episodio, el actual ministro de Justicia ya había recurrido a la amenaza de dejar su puesto. Era 1988 y la derecha se llamaba entonces Alianza Popular. El presidente del partido era Antonio Hernández Mancha y Gallardón era el vicepresidente del partido y portavoz en la Asamblea de Madrid.
La posibilidad de descabalgar a Leguina del sillón de la Comunidad era jugosa, pero Hernández Mancha dejó fuera a Gallardón de un posible acuerdo con el CDS que no se llegó después a materializar en el debate sobre el estado de la región. El apoyo de Adolfo Suárez a la operación se daba por hecho por parte de Hernández Mancha pero no se llegó a materializar y la maniobra se abortó. Gallardón sintió entonces que se había maniobrado a sus espaldas y amenazó con dejar sus responsabilidades. 26 años después, sigue en política.