Cuando apenas quedan cuatro días para las elecciones, la jornada de trabajo de campaña de este miércoles ha evidenciado el doble juego que mantiene el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, en su intención de pescar votos de último minuto en el electorado de Ciudadanos, en el de Vox e incluso entre “descontentos” del PSOE. Todo con la intención de lograr una mayoría que le permita llegar la Moncloa. El líder del PP conjugó en apenas cuatro horas el giro al centro que puso en marcha en septiembre con un nuevo improvisado viraje hacia las tesis más conservadoras, forzado por el alza de la extrema derecha que auguran todas las encuestas.
A las 9.00 horas, Casado ejercía de adalid de la moderación al presentar a su número dos en la lista por Madrid para el 10N, Ana Pastor, elegida precisamente para ese puesto como un guiño al sector más centrista del partido, el más cercano al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, que en los últimos meses le pidió un giro al centro por los malos resultados electorales.
Apenas cuatro horas después, pasadas las 13.00, en un mitin electoral en Barcelona, Casado escenificaba en cambio su otra cara, asumiendo las tesis contra el nacionalismo de una de las dirigentes más conservadoras de su partido, la número uno por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo. Para el acto el líder del PP fichaba además a la fundadora de UPyD, Rosa Díez, que tras un nuevo viraje ideológico –en los últimos meses se había acercado a los postulados de Vox– llegaba a pedir el voto para Casado: “Quiero que ganes las elecciones”, le decía.
En el desayuno protagonizado por Pastor el líder del PP se mostró fiel a la estrategia de campaña que se fijó en cuanto se conoció el adelanto electoral: poner en valor la capacidad de gestión económica del partido dejando de lado asuntos que, según la dirección popular, les “perjudicaron” en las citas con las urnas del 28A y el 26M como el aborto, la memoria histórica o incluso la dureza sobre la crisis en Catalunya, donde en las pasadas generales tan solo lograron un escaño de 45.
Ana Pastor, ministra
Como nuevo gesto al sector 'marianista' del partido, el más centrado, el líder del PP anunciaba que si consigue llegar a la Moncloa tras los comicios del domingo, nombrará a Ana Pastor ministra de su Ejecutivo. Durante su intervención que tenía lugar en el Casino de Madrid, Casado consideraba a la exministra como “una de las personalidades políticas más respetadas de nuestro país”.
A renglón seguido, el presidente de los populares se limitaba a considerar que en España “hacen falta equipos de contrastada gestión que ya saben enfrentarse a los problemas de los españoles”, unos grupos de trabajo como los que a su juicio tiene el PP. Para Casado es necesario que su partido se ponga al frente ahora de la situación económica que vive España. “Porque si llegamos dentro de uno, dos o cuatro años, los estragos para el país y las clases medias y trabajadoras serán demasiado abultados”, advertía.
El cambio de registro se producía nada más llegar a Barcelona acompañado por Álvarez de Toledo y Díez. Allí Casado renegó de la etiqueta de moderación para cargar con dureza contra el Gobierno y contra el nacionalismo catalán: “En una democracia la moderación no es el camino más corto contra el nacionalismo. Es el cumplimiento de la ley”, sostenía.
Con la intención de competir con Vox, que ha llegado a pedir la declaración del estado de excepción en Catalunya y que según todos los sondeos puede frenar la subida del PP el 10N, Casado ha considerado que la comunidad catalana “se ha roto en dos comunidades y mil pedazos”.
Respaldo total a Álvarez de Toledo
“Tenemos un presidente en Moncloa que debe su puesto a los independentistas. Si Sánchez ha impulsado esta política temeraria es porque ha necesitado a Torra, por eso no ha querido actuar y por eso está en sus manos, si quiere o no apretar”.
Como ya hizo la semana pasada, Casado llegó a culpar al presidente del Gobierno de cualquier disturbio que se pueda producir en las calles catalanas los próximos días: “Hago responsable a Sánchez de los altercados que se puedan producir en los colegios. No estamos para jornadas electorales o de reflexión de violencia”, zanjaba.
Casado agradecía “el coraje, la valentía y la brillantez” de Álvarez de Toledo el martes arrancando lazos amarillos en TV3 con motivo del debate que tuvo lugar en la cadena pública catalana, “que debería ser de todos los catalanes”. El líder del PP mostraba su respaldo total a su polémica portavoz que la semana pasada llegó a pedir perdón en nombre de los populares por la actitud de la formación conservadora ante el nacionalismo, no tan dura como ella hubiese querido.
Esta postura generó cierto malestar interno entre dirigentes populares que formaron parte de los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy, pero Casado ha decidido posicionarse del lado de Álvarez de Toledo, que llegó a reconocer que en el pasado votó a Ciudadanos pese a militar en el PP, por sus discrepancias con Rajoy.
“La democracia o el caos”
En el mitin de Barcelona Casado agradecía también el apoyo de Rosa Díez, de quien destacaba su “independencia contra el totalitarismo” a lo largo de su ecléctica trayectoria política: pasó de formar parte del Gobierno vasco como consejera socialista de un Ejecutivo con el PNV y EA –hoy integrada en EH Bildu– a hacer del antinacionalismo el eje de su discurso y fundar UPyD. Ya fuera de la formación que creó, acabaría apoyando en redes el discurso de Vox en Catalunya.
“Tengo 67 años, los 25 años primeros no era buena española porque era antifranquista. Después era mala vasca porque no era nacionalista. ¿Y ahora tengo que pedir perdón por estar en un acto del PP? Anda, por favor”, exclamaba Díez. La fundadora de UPyD equiparaba incluso la situación actual de Catalunya con la etapa más sangrienta de ETA, cuando PSOE y PP hacían actos conjuntos en el País Vasco.
“Hacíamos eso porque estábamos en una situación extraordinaria. Lo que estaba en juego era la democracia o la regresión y el caos. Ahora estamos en una situación en la que hay que mojarse, porque lo que nos jugamos en las urnas no es entre izquierda o derecha, lo que está en juego es el orden constitucional”. A su juicio, “hay que agruparse para defender la democracia”. Por eso añadía que apoya a los populares porque “han aprendido de sus errores y porque no van a volver a caer en el apaciguamiento del nacionalismo”.
Ese perfil fervientemente antinacionalista es el que trata de explotar el líder del PP ante el auge de Vox, un crecimiento que desde la dirección popular reconocen que les preocupa por lo que llaman a concentrar “el voto constitucionalista” y el que “cree en España”, en el Partido Popular. Casado también busca lidiar con la campaña puesta en marcha por la asociación ultracatólica HazteOir. “Si votas PP, votas izquierda”, es uno de los lemas que han empezado a distribuir en redes sociales y a través de vallas publicitarias.
“Nos jugamos la continuidad de la nación”
Ante esos ataques, el líder de los populares endurecía su discurso a última hora del miércoles, en un mitin en Zaragoza. “El domingo nos jugamos la continuidad histórica de nuestra nación y que se imponga la plurinacionalidad”, afirmaba en el Palacio de Congresos de la capital aragonesa, para zanjar: “A mí no me va a temblar el pulso contra los independentistas. Aplicaremos toda la ley y la Constitución”.
Los populares han anunciado que el mitin de cierre de campaña, el viernes, tendrá lugar en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, con capacidad para 23.000 personas. Aunque la elección del lugar significa la vuelta del PP a los grandes actos, desde el partido explican que tan solo se acondicionará el ruedo para el evento, por lo que capacidad real será de unos pocos miles de personas.