Un año después de las elecciones generales del 23 de julio de 2023, los dos partidos más votados a nivel estatal, PP y PSOE, mantienen unos porcentajes de apoyo similares a los de esos comicios, según las distintas encuestas elaboradas por Simple Lógica para elDiario.es. Desde el verano pasado, sin embargo, sus estimaciones de voto han registrado fluctuaciones en un periodo convulso en lo político aunque de bonanza económica, tal y como apuntan todos los indicadores.
Los últimos doce meses han estado marcados por la formación de un nuevo gobierno de izquierdas, la aprobación de la ley de amnistía que garantizó los apoyos a ese Ejecutivo y el final del ciclo electoral con los comicios en Galicia, Euskadi, Catalunya y, finalmente, al Parlamento Europeo. La reciente investidura de Salvador Illa ha propiciado, además, un cambio de ciclo catalán que determinará lo que queda de legislatura a nivel estatal. Y todo ello se ha visto salpicado por la elevación del tono de las derechas que deslegitiman la acción de Pedro Sánchez, las protestas en las calles impulsadas por PP y Vox y la acción de los tribunales.
Con todo, el escenario electoral de los dos grandes partidos sigue siendo muy similar, según los sondeos. Las formaciones que se situaron en tercer y cuarto puesto, sin embargo, han sufrido importantes caídas en sus expectativas de voto. El 23J la tercera fuerza fue Vox, seguida muy de cerca de Sumar. Ahora la ventaja de la extrema derecha es mayor, aunque las dos acusan el desgaste de competir con otras fuerzas de su mismo espectro ideológico, Podemos y Se Acabó La Fiesta, la agrupación del agitador ultra Alvise Pérez.
El PP fue primera fuerza en las últimas generales: obtuvo el 31,9% de los votos. Le siguió el PSOE con el 31,2% de los apoyos, siete décimas por debajo, aunque los de Pedro Sánchez lograron ganar la contienda porque finalmente fueron ellos quienes consiguieron el respaldo parlamentario suficiente para formar gobierno.
Teniendo en cuenta la última encuesta realizada por Simple Lógica para elDiario.es, la de julio, el escenario actual es similar: el PP seguiría encabezando el ranking incluso con más porcentaje de votos que el 23J (un 33,5%) y el PSOE continuaría segundo, también con una ligera subida (31,6%). La ventaja de los populares, eso sí, es ahora de 1,9 puntos.
Esa superioridad de los de Alberto Núñez Feijóo, sin embargo, ha sido mucho más pronunciada a lo largo del último año si se observa la evolución del voto en las encuestas de Simple Lógica. Entre julio y octubre el apoyo a los dos partidos creció, aunque más acusadamente en el caso del PP. Pero el punto de inflexión fue noviembre. El día 9 de ese mes se conoció que Sánchez había pactado una ley de amnistía con Junts y ERC a cambio de garantizarse el apoyo de ambos partidos. Y, a partir de entonces el apoyo al PSOE se hundió, incluso pese a que Sánchez logró ser investido presidente el 16 de ese mes.
Todo ello coincidió con el estallido de las protestas ultraderechistas –fueron varias jornadas de actos violentos– en los alrededores de la sede socialista de la calle de Ferraz de Madrid. Durante cerca de un mes allí se concentraron cada noche varios cientos de personas contra la amnistía que se dedicaban a insultar a Sánchez, la izquierda y hasta la Constitución o el rey. Algunos rezaban el rosario mientras cabecillas de partidos ultras con banderas franquistas lanzaban gritos de “Pedro Sánchez, hijo de puta” o a favor de aplicar el “garrote vil” a la prensa. Por las concentraciones se pasaron dirigentes de Vox y fueron alentadas por sus juventudes, en lo que desde los movimientos más ultras llamaron el Noviembre Nacional.
Justo después se dio la ventaja más pronunciada entre PP y PSOE mientras Vox también seguía creciendo. Coincidiendo con el primer debate parlamentario de la ley de amnistía, el PP logró el 36,6% de los apoyos, frente al 29,4% del PSOE, que quedó relegado 7,2 puntos por debajo del partido de Feijóo.
Con el inicio del ciclo electoral comenzaron a reducirse las diferencias, pero los sondeos a nivel estatal no coincidieron exactamente con los resultados en las tres elecciones autonómicas y las europeas de junio. En la primera cita con las urnas del año, las gallegas del 18 de febrero, sobrevoló la idea de que el PP perdiera la mayoría absoluta, pero la acabó revalidando por quinta vez consecutiva, lo que supuso un gran impulso en sus apoyos. Pero a partir de marzo la tendencia de la estimación de Simple Lógica a nivel estatal fue a la baja para los populares y al alza para los socialistas, que cogieron aire con Euskadi y Catalunya, y salvaron los muebles en las europeas.
El inicio de mayo estuvo marcado por el periodo de reflexión de cinco días que se tomó Pedro Sánchez después de que el juez Juan Carlos Peinado abriera una investigación a su mujer, Begoña Gómez, en base a las denuncias de Manos Limpias basadas únicamente en informaciones y bulos. La inédita decisión apenas tuvo impacto en las encuestas.
Mayo fue el mes en el que los catalanes convirtieron al PSC de Salvador Illa en primera fuerza y, a nivel estatal, la distancia entre los dos grandes partidos se siguió aminorando. El PP obtuvo entonces el 34,4% de los apoyos según la estimación de la compañía encuestadora, y el PSOE, que registró un leve decrecimiento, se quedó con el 29,9%. La ventaja de los populares fue, por tanto de 4,5 puntos. En junio, cuando el PP ganó las elecciones europeas, su caída continuó sin embargo imparable en las encuestas estatales y esa distancia se redujo a 3,7 puntos (un 33,8% para el PP y el 30,1% para el PSOE).
El ciclo se cerró con la encuesta de julio justo un año después de las generales. La estimación dio al PP el 33,5% de los apoyos frente al 31,6%, con solo 1,9 puntos de diferencia. La tendencia acerca por tanto el escenario actual al del 23J, después de que hace solo seis meses la ventaja de los de Feijóo llegara a superar los 7 puntos.
Coincidiendo con la caída de estos últimos seis meses, el PP puso en marcha algunas de las políticas más radicales en las comunidades que hasta junio gobernaba con Vox y también se dio una escenificación de ruptura por parte de los de Santiago Abascal –que salieron de todos los gobiernos autonómicos con el PP pero no de los cientos de ayuntamientos en los que mantienen sus alianzas– así como el surgimiento de un nuevo actor en la derecha más ultra, la del agitador Alvise Pérez que en las europeas logró tres eurodiputados. La ruptura auspiciada por Vox se produjo por la decisión del PP de acoger a menores migrantes en sus comunidades autónomas.
La evolución del principal partido de la extrema derecha ha sido a la baja en el último año, después del golpe que ya supuso el 23J para los de Abascal, que pasaron del 15,08% del voto de las elecciones de noviembre de 2019 –que se tradujeron en 52 diputados la legislatura pasada–, al 12,9% de las de 2023, que les dejaron con 33 escaños. Ninguna de las encuestas mensuales realizadas por Simple Lógica les han dado, desde entonces, un porcentaje de voto tan alto.
El descenso en sus estimaciones de voto se hundieron hasta el 10,7% de julio a octubre, a la par que crecía la intención de voto al PP, su principal rival por el mismo electorado de derechas. Sin embargo Vox también creció en noviembre, cuando se conoció el acuerdo entre Pedro Sánchez y Junts que garantizó la investidura del primero gracias a su compromiso de aprobar una ley de amnistía para los encausados por el procés independentista en Catalunya. El pico lo alcanzó en diciembre, cuando se produjeron las protestas más violentas en Ferraz, aunque el porcentaje fue menor que el del 23J y se situó en el 12,3% de los apoyos.
Entonces el partido de Abascal volvió a caer en enero, hasta situarse en el 10% de los apoyos. Coincidiendo con el inicio del ciclo electoral que no comenzó precisamente de forma positiva para la extrema derecha –en Galicia Vox no logró representación–, su estimación mejoró en febrero (12%) y volvió a descender en marzo al 10,8%. Sin recuperar en ningún momento el respaldo del 23J, la formación derechista volvió a crecer en abril (11,7%) y mayo (12,2%). Precisamente ese último mes Abascal registró un buen resultado en las elecciones catalanas y logró mantener los 11 diputados en el Parlament que tenía la legislatura anterior.
En junio se produjo un hito que marcó la caída de Vox que reflejaron desde entonces las encuestas: la decisión del agitador ultra Alvise Pérez –que en su día colaboró con Abascal– de concurrir a las elecciones europeas de junio. Se Acabó La Fiesta compite directamente por el electorado más extremo y le hizo mella a Vox en esos comicios al Parlamento Europeo en los que inicialmente esperaba mejorar considerablemente su presencia al calor de la ola extremista en todo el continente. Finalmente los de Abascal lograron solo dos escaños más que los que tenían en la legislatura anterior y se quedaron con seis, mientras la agrupación de Alvise irrumpió con tres.
La última encuesta de Simple Lógica, la de julio, da a Vox el 10,5% de los sufragios, dos puntos menos que el porcentaje que logró en las urnas hace un año.
Frente a las fluctuaciones de Vox, las divisiones internas en la izquierda confederal determinaron una evolución constantemente a la baja para Sumar, que el 23J fue cuarta fuerza con el 12,7% de los apoyos, apenas dos décimas por debajo de la extrema derecha. La caída del socio minoritario del Gobierno fue constante de julio a noviembre, recuperó cierto apoyo en diciembre y se hundió en enero, cuando la encuesta de Simple Lógica le otorgó una estimación del 10,7% del electorado.
El 5 de diciembre se produjo la ruptura del espacio, con la decisión de Podemos de abandonar el grupo de Sumar en el Congreso –a pesar de que había concurrido bajo las siglas fundadas por Yolanda Díaz– y pasar al Grupo Mixto. No obstante, Sumar se recuperó hasta marzo (cuando alcanzó el 11,6% de los votos), que fue cuando inició una caída libre que le ha llevado a situarse, en la última encuesta de julio, en apenas un 8,6% de los apoyos.
El ciclo electoral fue pésimo para el grupo. No logró representación en Galicia y apenas obtuvo un representante en Euskadi, donde por primera vez Sumar y Podemos concurrieron por separado restando cinco escaños a los seis que había logrado la unión de Podemos-IU-Alianza Verde en 2020. En Catalunya la marca confederal volvió a ser la de los comuns, que trató de avanzar al margen de la división y obtuvo seis representantes, dos menos que en los comicios anteriores. Y, en las europeas, Sumar se quedó con tres escaños y Podemos, con dos. La suma de ambos –cinco escaños– se quedó por detrás de los seis representantes que obtuvo en 2019 el partido de Belarra.
Precisamente la configuración de las listas para esas elecciones europeas hizo saltar todas las costuras de Sumar como aglutinador de distintas fuerzas políticas, y varios de los partidos que lo integran, como IU, Compromís o Más Madrid, mostraron abiertamente sus discrepancias con la gestión de Yolanda Díaz, que acabó por dejar la coordinación del movimiento, tras el fiasco de las europeas.
En solitario, Podemos no ha logrado alcanzar la barrera del 4% de los votos en todas las encuestas que se han realizado desde su ruptura con Sumar, en enero. En el estudio de ese mes, que fue la primera vez que se preguntó de forma diferenciada, el partido de Belarra apenas alcanzó el 2,4% de los apoyos. Cayó hasta un mínimo del 1,5% de los votos en abril y se recuperó de forma significativa en junio (hasta el 3,6%) coincidiendo con el impulso que supuso llevar a la exministra Irene Montero como cabeza de lista en las europeas. En la última encuesta, la de julio, Podemos volvió a caer hasta el 2,7% de los apoyos.