Cinco años sin Esbjörn Svensson

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La historia de E.S.T. se remonta a la amistad de infancia entre Svensson y Öström. Jugaban como lo haría cualquier niño, pero también con la música. “Ni él ni yo teníamos un profesor, así que hacíamos sesiones de ensayo-error en el salón de la casa de Esbjörn, donde su madre tenía un piano”, recuerda Öström. Con apenas once años ya escribían sus primeras canciones. Svensson se lo tomaba muy en serio (“hacía las cosas, como mínimo, al 100%”), hasta el punto de que en una ocasión, en la que Magnus prefirió quedarse en casa jugando con su coche teledirigido en vez de ir al ensayo, el pianista le despidió del grupo: “Por fortuna no pudo encontrar un baterista mejor, así que tuve que volver después de una semana”, recuerda Öström entre risas.

Durante la adolescencia formaron varias bandas hasta que se fue fraguando la idea del trío. Esbjörn y Magnus organizaron un bolo en un pequeño local de la ciudad vieja de Estocolmo y convocaron a Dan Berglund. Era una prueba, aunque él no lo sabía. Hasta entonces habían trabajado junto a un bajista llamado Hans Backenroth, pero “necesitábamos algo diferente”. Después del concierto todos se dieron por satisfechos. Dan, que había coincidido con Esbjörn en el grupo de la cantante Lina Nyberg, soñaba con tocar la música que hacía el trío de Svensson. “Yo tocaba entonces en una banda de jazz más tradicional y, cuando les escuchaba, solía pensar que eso era lo que yo quería tocar”, recuerda Dan Berglund. Era 1990 y nacía E.S.T. Tres años después publicaban su primer disco: When everyone has gone (el único fuera del sello alemán ACT).

El verdadero despegue de la música de E.S.T. tuvo lugar a partir de From Gagarin´s point of view, disco publicado en 1999. Un trabajo en el que deslumbraba el sonido casi espacial de su música, inspirado por el vuelo del cosmonauta ruso Yuri Gagarin. Fue el momento en que Esbjörn, hasta entonces autor de la música, se abrió a la participación más activa de Dan y Magnus. “Al principio Esbjörn intentaba llevar a cabo sus ideas, que eran muy fuertes. Con los años retrocedió un poco y permitió que Dan y yo tuviéramos más espacio en la música, que pusiéramos más y más de nuestra personalidad en ella. Y no es fácil dejarles a otros que tomen parte de las ideas de tu música. Pero Esbjörn fue mejorando cada vez más en eso. Era la única manera de que la música creciera de la forma en que lo hizo”, asegura Öström. “Solíamos decir que él venía con los bocetos en blanco y negro y que nosotros los coloreábamos juntos”.

Fueron años de giras, grabaciones y reconocimiento. Casi una excepción en el precario mundo del jazz, donde las formaciones estables (y rentables) son difíciles de encontrar. “A veces nos veíamos más entre nosotros que a nuestras familias”, recuerda el baterista, “y éramos tres tipos de fuerte personalidad, diferentes, aunque no recuerdo que discutiéramos especialmente”. Aquel éxito impidió que Magnus o Dan lideraran sus propias bandas. Algo que ahora, cinco años después de la muerte del pianista, hacen por separado. Magnus Öström da nombre a su propio cuarteto, con el que publicó en 2011 Thread of life. Dan Berglund, por su parte, dio vida a Tonbruket, también un cuarteto, aunque con una sonoridad más experimental, roquera y progresiva que la de su compañero, con el que pronto publicará un tercer trabajo. “Creo que tanto Magnus como yo sentíamos que debíamos hacer cosas por nuestra cuenta. Para mí era algo muy importante hacer algo completamente diferente junto a otros músicos”, confiesa Berglund. “Creo que necesitábamos alejarnos durante un tiempo. Ver quién soy, dónde me encuentro en la música y qué quiero hacer”, refrenda Öström. “Los tres primeros años fue muy duro continuar y encontrar el sentido de tocar música y seguir adelante. Ahora hay un poco más de luz en mi vida y me siento agradecido por ello”.

Este viernes se cumplen 5 años exactos del fallecimiento del pianista. Nadie ha cubierto el hueco dejado por E.S.T., aunque su influencia es evidente en algunas jóvenes bandas de todo el continente. El pasado miércoles, Dan Berglund y Magnus Öström volvieron a tocar juntos. Fue una ocasión especial junto a la Filarmónica de Estocolmo y diversos músicos invitados. Una versión sinfónica de la música de E.S.T. que ahora pueden tocar sin el dolor que suponía hacerlo cuando la muerte de Svensson estaba reciente. Ambos coinciden: “es una forma de mantener viva la música de Esbjörn”. Música que se endureció e hizo más profunda en las sesiones improvisadas en el estudio 301 de Sídney, que dieron lugar a los dos discos póstumos de E.S.T. ¿Habrá más de esas sesiones? “Hay buena música, fueron dos días de improvisación y eso es mucha música”, dice Berglund. “Pero sacarla en un disco puede ser arriesgado porque la gente puede pensar que estamos intentando ganar más dinero con ello. Veremos”.

Escucha las entrevistas completas con Magnus Öström y Dan Berglund en ‘Club de Jazz’