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Arrimadas cierra en falso la grave crisis de Ciudadanos y la sombra de Rivera planea de nuevo sobre su liderazgo

Inés Arrimadas y Albert Rivera, tras conocer los resultados.

Carmen Moraga

20 de febrero de 2021 21:47 h

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Inés Arrimadas se enfrenta a su primera gran crisis interna tras el desplome electoral que ha sufrido Ciudadanos en Catalunya, su feudo, justo cuando se va a cumplir el próximo mes de marzo su primer año de liderazgo. La reunión de la Ejecutiva celebrada al día siguiente de los comicios en la sede nacional del partido, a la que acudieron de forma presencial casi todos los miembros de este órgano de dirección, comenzó, según algunos de los asistentes, muy tensa aunque poco a poco se fueron relajando los ánimos. El encuentro evidenció el fuerte malestar por una campaña que desde los sectores más críticos consideran “nefasta”. Las miradas se dirigieron principalmente contra su estratega, Carlos Cuadrado, vicesecretario primero del partido, hasta el punto de que varios miembros de la Ejecutiva pidieron su dimisión. Pero también contra el candidato, Carlos Carrizosa, por considerar que “no ha sabido conectar con el electorado”, ni volver movilizar a muchos de los votantes que confiaron en Ciudadanos en 2017. Pese a las demandas, la reunión concluyó sin ceses.

La líder del partido optó por no tomar medidas drásticas, defendió la labor de Cuadrado, y pidió a sus compañeros “unidad” para afrontar los duros momentos que les esperan. En su intervención no hizo apenas autocrítica salvo para asegurar que no habían sido capaces de “ilusionar” a los catalanes y achacar la debacle sufrida - pasando de 36 a 6 diputados- a la baja participación de los denominados votantes “constitucionalista” y a las adversas condiciones en las que se celebraron los comicios, marcados por la pandemia. “No es fácil, ojalá hubiera una cosa concreta que si la cambiamos, solucionamos todos los problemas”, afirmó después Arrimadas en una rueda de prensa en la que insistió en que cree que la estrategia es la “correcta” y dijo que en su equipo “no sobra nadie”. Además consideró que un proyecto como el suyo ahora “es mas necesario que nunca”.

Esos mismos asistentes explican a elDiario.es que, pese a las duras versiones que se han ido filtrando, la reunión no fue “para tanto” y vieron a Arrimadas muy “entera” y “segura”. “Empezó escuchando y nos respondió a todos, uno a uno”. Aunque estas fuentes reconocen que varios de los intervinientes criticaron que el partido mantiene “una estructura muy rígida” y que hubo algunos líderes autonómicos que pidieron la cabeza de Cuadrado, como el valenciano Toni Cantó, aseguran que “nadie puso en entredicho el liderazgo de Inés y quien diga lo contrario, miente”. De ahí a que la propia Arrimadas sentenciara luego que se siente “más respaldada que nunca”.

No obstante, la opinión mayoritaria es que a raíz del estrepitoso fracaso en Catalunya la líder del partido debería realizar “cambios”, por lo que creen que la crisis abierta se ha cerrado en falso y se está larvando un fuerte malestar interno que puede acabar con la desaparición de Ciudadanos si no se toman medidas “urgentes”. Para colmo, en medio de ese tenso escenario ha vuelto a irrumpir Albert Rivera, cuya sombra no ha dejado de acompañar a Arrimadas en todo este tiempo a pesar de que aseguró tras dimitir que no iba a interferir en la vida del partido. Varios de sus antiguos compañeros de Ejecutiva han saltado contra Arrimadas por recordar la difícil situación en la que Rivera dejó a Ciudadanos tras el descalabro sufrido en las generales del 10N, situando ese momento como el origen del declive. Tanto el exportavoz parlamentario, Juan Carlos Girauta, como el empresario y exdiputado por Madrid, Marcos de Quinto, han criticado en sus cuentas de Twitter ese comentario de la líder, que fuentes de su entorno aseguran que ha sido “tergiversado”.

Sin hacer mucho caso a tanto dimes y diretes, Arrimadas está poniendo todas sus energías en taponar la herida, aguantando las presiones de algunos dirigentes autonómicos y de grupúsculos críticos, entre los que encuentran unos cuantos diputados y senadores –entre ellos el exsecretario de Organización, Fran Hervías, así como algunos afines a Juan Marín–, que han iniciado una ofensiva para forzarla a mover ficha. En la dirección ha sentado especialmente mal un tuit de Hervías criticando que “haya gente que no esté a la altura” tras el batacazo en Catalunya, dado que aún mantiene cierto estatus dentro de la actual dirección. Además de ser senador por designación autonómica (de Andalucía) con el beneplácito de Arrimadas, forma parte del Consejo General, máximo órgano entre congresos del partido.

De momento, los únicos que han dado públicamente la cara son los denominados Renovadores Cs, un grupo formado principalmente por exdiputados del Parlament y algunos cargos públicos del partido en Catalunya que han promovido un manifiesto en el que analizan la situación y piden una catarsis, advirtiendo a la nueva dirección de que si no se toman medidas promoverán una Asamblea extraordinaria.

Este grupo que dice representar el sentir de “una gran mayoría de los militantes del partido” –muchos de los cuales se están dando de baja, aseguran–, reclama un análisis profundo del porqué se ha pasado de 36 a 6 diputados de golpe en el Parlament, perdiendo más de 950.000 votos, unos “pésimos resultados” que creen que se deben a varios factores, entre ellos, no haber sabido movilizar a los votantes como en 2017 y a la marcha de Arrimadas a Madrid para estar en el Congreso: “Se ha demostrado que eso fue un gran error del que se ha aprovechado muy bien el PSC”, señaló el portavoz de los Renovadores, Antonio Espinosa, que estuvo en la Ejecutiva de Rivera como secretario de Acción Política y Programas hasta que fue relevado en 2016 por Toni Roldán, que terminó rompiendo con el anterior líder del partido.

Pero los movimientos van más allá de este sector cuyo origen es fundamentalmente catalán, que ha puesto en su punto de mira a Carrizosa contra el que presentaron un recurso ante la Comisión de Garantías del partido por no someterse a primarias después de haber desbancado de la candidatura a la Generalitat a la exportavoz nacional, Lorena Roldán. Esos otros movimientos no solo se limitan a pedir responsabilidades internas, sino que apuestan por formar una coalición con el PP, con los que ya gobiernan en cuatro comunidades, para poder aglutinar el voto de “centro derecha” en las próximas citas electorales, tal y como lleva tiempo planeando Pablo Casado. Aunque no llegan a hablar de “fusión”, si creen que esa es la mejor fórmula para frenar a los nacionalistas y la izquierda. Uno de los que ha apuntado ya a esta fórmula es Marín, el vicepresidente del Gobierno andaluz, que teme que la actual dirección le ponga chinas en el zapato cuando se convoquen primarias para repetir como cabeza de cartel electoral. Sobre todo si sobrevive Cuadrado con el que no mantiene precisamente buenas relaciones.

Los movimientos a una unión con el PP

Por si el clima no estuviera ya suficiente enrarecido, la información que publicaba esta semana La Razón en la que se asegura que Rivera maniobra en Génova, sede el PP, para propiciar la absorción de Ciudadanos, ha caído como un bomba en el equipo de Arrimadas. Y no porque le den mucho crédito, que no se lo dan, sino porque creen que es el propio Casado el que agita esas aguas “ante la debilidad de su liderazgo y la falta de estrategia”, por lo que “está intentando desestabilizar a Ciudadanos”, afirma un miembro de la Ejecutiva de Arrimadas.

La propia líder del partido calificaba la noticia ese mismo día de “cortina de humo” para tapar “los pésimos resultados que el PP ha sacado en Catalunya, los peores de su historia”. El portavoz adjunto de su grupo, Edmundo Bal, también aseguraba que esa fusión “es imposible” y añadía que está convencido de que “Albert no está en eso”. “Está muy feliz con su despacho de abogados”, dijo. Mientras, el expresidente de Ciudadanos calla y ni ha confirmado ni desmentido la noticia. La versión que dan en la dirección de Ciudadanos es que, aprovechando las buenas relaciones de Casado con Rivera y el fichaje de su bufete para que presente varios recursos de inconstitucionalidad a la ley de alquileres y a la ley Celaá, “algunos dirigentes del PP están lanzando una ofensiva en esa dirección para confundir a la gente”. Pero Arrimadas ya ha dejado claro que no está por la labor de esa fusión en la que el PP quiere incluir a Vox. “Somos dos partidos diferentes, con ideologías diferentes. Incluso en Europa estamos en dos grupos diferentes, nosotros en el de los liberales y ellos, en el de los conservadores”, zanjó en una entrevista en la Cadena Cope, en la que también destacó que Ciudadanos es un partido de “centro y limpio”, en contraposición a la corrupción que ha minado todos estos años al PP.

Su respuesta ha sido interpretada por muchos analistas políticos como “una incoherencia” más de Ciudadanos dado que están gobernando con el PP y el apoyo de la extrema derecha en varias autonomías, y, además, poco antes de las elecciones catalanas ofrecieron una coalición a los de Casado como la que habían cerrado en el País Vasco y anteriormente en Navarra. “Son dos cosas diferentes –defienden–, la fusión supone nuestra desaparición”. “Nuestra apuesta siempre ha sido ir en alianza electoral con ellos, pero sin perder nuestra identidad y solo en aquellos territorios en donde hay nacionalismos y peligro de secesión”, afirman las fuentes de la dirección consultadas. Entre esas autonomías incluyen Galicia –donde Alberto Núñez Feijoó les cerró la puerta– por el avance del BNG. En la formación de Arrimadas señalan que si en Catalunya hubieran ido juntos, “Vox no habría quedado por encima de los dos partidos y quizá habríamos podido movilizar a un mayor número de electores e incluso impedir la mayoría absoluta que ahora tiene los separatistas”.

Ahora esperan resistir todos estos embates hasta que lleguen nuevas citas con las urnas para intentar resurgir de sus cenizas. “Inés es muy fuerte y lo va a conseguir pero hay que darle tiempo y apoyo a su gestión”, dicen sus incondicionales, que tampoco ocultan su preocupación por las deserciones que pueda haber a partir de ahora a otros partidos, tanto hacia el PSOE como al propio PP.

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