Arrimadas se queda fuera de juego tras fracasar en su intento de pactar los presupuestos con Sánchez
El desenlace se veía venir pero no por ello ha dejado de decepcionar a Inés Arrimadas. La decisión del Gobierno de coalición de pactar los Presupuestos Generales del Estado con ERC y EH Bildu, y no con Ciudadanos, la ha dejado fuera de la singular partida de ajedrez que estaba librando con los socios de investidura del presidente del Gobierno. La disyuntiva que Arrimadas había puesto sobre la mesa era clara: “O ellos o nosotros”. “Es imposible una foto final en la que esté Ciudadanos con Bildu y ERC”, habían sentenciado estos días tanto la propia Arrimadas como el portavoz adjunto de su grupo parlamentario, Edmundo Bal.
El órdago no les ha salido bien y Sánchez se ha inclinado por afianzar la legislatura con los votos de los republicanos y los nacionalistas, como querían sus socios de Gobierno, Unidas Podemos, que desde el principio desdeñaron a Ciudadanos.
La gota que este jueves colmó el vaso y provocó que todo se precipitara fue el hecho de que los de Arrimadas vieran rechazadas en la Comisión de Presupuestos casi todas sus enmiendas. Aunque desde el Gobierno no dejan pasar por alto el hecho de que Ciudadanos no había apoyado ninguna de las partidas presupuestarias durante las tres jornadas de debate en ese órgano del Congreso. “Nos congratulamos por el trabajo realizado, muy intenso...pero lamento la cerrazón del rodillo del Gobierno sobre nuestras enmiendas.Es decepcionante”, dijo Bal. El dictamen fue sometido a votación a media mañana y quedó aprobado con los votos del PSOE y Unidas Podemos y sus habituales socios. Bildu se abstuvo testimonialmente al no haber consultado aún a sus bases. Ciudadanos votó en contra.
Poco después Arrimadas comparecía en la sala de prensa del Congreso para dar solemnidad a su decisión: “No se cumplen las líneas naranjas, Sánchez ha preferido coger la mano de Otegi y Junqueras. No son unos presupuestos moderados, liberales y centrados y, por lo tanto, no los podemos apoyar”, sentenció, pese a que hasta ese momento había estado manteniendo que seguirían negociando “hasta el último minuto”.
Pero en el partido sabían que el escenario se les estaba volviendo cada día más adverso, primero, tras el respaldo de Gabriel Rufián al Gobierno a cambio del fin del control financiero del Estado sobre Catalunya que puso en marcha el Gobierno del PP en 2015, así como de la creación de una comisión bilateral que busca acabar con lo que ha definido como el “paraíso fiscal” de Madrid, lo que ha soliviantado a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que gobierna en coalición con Ciudadanos y el apoyo de Vox en esa autonomía.
Después, por la decisión de Arnaldo Otegi de apoyar también las cuentas. Sus declaraciones afirmando que tienen por delante un proceso encaminado a permitir “crecer y alcanzar la república vasca” y desvelando que además de pedir al Gobierno el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco están en conversaciones “para aplicar la derogación de la reforma laboral en el marco de los PGE”, alarmaron en Ciudadanos.
Pero los de Arrimadas también vieron con preocupación como el PNV lograba sustanciosas contrapartidas, entre ellas, la enajenación de los cuarteles de Loyola, que pasarán del Ministerio de Defensa al Ayuntamiento de San Sebastián antes de que acabe el próximo año, y la supresión del impuesto al diésel, una medida que se había atribuido Ciudadanos. “Las concesiones que se han hecho a los nacionalistas son intolerables”, clamaba Arrimadas este jueves en el Congreso tras anunciar su voto en contra a los Presupuestos.
Arrimadas venía preparando el terreno para anunciar el 'no'
El terreno para el voto negativo lo había ido abonando lentamente la propia Arrimadas a lo largo de los últimos días después de verse presionada por un sector de su propio partido que empezaba a alertarla del coste político que supondría para Ciudadanos -que pierde afiliación a chorros- estar en la misma foto con ERC y Bildu. El sábado pasado afirmó en la Sexta Noche: “Si mañana se tuvieran que votar estos Presupuestos, nosotros votaríamos que no”. El lunes siguiente, tras reunirse con el Comité Permanente, Arrimadas abundaba en la idea y volvía a sentenciar que estaban más cerca del 'no' que de otra opción pero, a la vez, se mostraba dispuesta a continuar negociando con el Gobierno “hasta el último minuto” para seguir avanzando en las la “líneas naranjas” y poder arrancar unas cuantas medidas con las que sacar pecho, como han venido haciendo hasta ahora.
“Todavía no ha llegado la hora del dar el sí o el no. Queda muchísimo que negociar esta semana y la que viene”, señaló Edmundo Bal el martes pasado advirtiendo luego de que su grupo iba “a trabajar para desbaratar esos acuerdos [de ERC y EhBildu] con el Gobierno para que no se consumen porque son malos para los españoles y no sería bien visto en Bruselas”. Todo un brindis al sol de cara a sus militantes y votantes, que en las redes sociales habían empezado a pedirles que no se “humillaran” más.
Precisamente, para calmar a las voces discordantes, la líder de Ciudadanos había puesto días antes como línea roja para seguir negociando la enmienda de ERC y Bildu pactada con el PSOE sobre la ley Celaá que elimina el castellano como lengua vehicular en las escuelas catalanas. Pero la reforma educativa fue aprobada por el Pleno del Congreso sin que el Gobierno rectificara ese punto. Y Ciudadanos tampoco rompió la baraja. El tema no es baladí porque los de Arrimadas afrontarán en febrero los comicios en Catalunya en solitario tras el portazo de Pablo Casado a una coalición constitucionalista y con unas encuestas adversas. Y uno de los ejes principales de la campaña va ser la batalla lingüística y la defensa de la enseñanza concertada junto a la denuncia de las concesiones que ha hecho el Gobierno a los nacionalista para continuar, segun dicen, con “su agenda separatista”. Ciudadanos ha anunciado que si la ley se aprueba definitivamente tras pasar por el Senado presentarán un recurso ante el Tribunal Constitucional, como también harán el PP y Vox, e irán al Defensor del Pueblo y a Europa.
En Ciudadanos están dolidos porque creen que no se merecen este trato después de haber apoyado a Sánchez en todos los decretos sobre el estado de alarma, incluso en el último que se alarga por seis meses -que también respaldaron a pesar de que no se atendieron sus condiciones-. Y después de haber sido los primeros en ofrecerse a poner en marcha unos “presupuestos de emergencia nacional” para afrontar la crisis sanitaria y económica de la Covid 19.
Los dirigentes de Ciudadanos y el Gobierno han negociado y pactado durante la pandemia medidas que el partido se ha apresurado a airear una vez selladas: desde la ampliación de los ERTES, retrasar el pago de las cuotas a los autónomos, a un Plan de rescate para la hostelería y el turismo, o la bajada del precio del IVA de las mascarillas, que finalmente aprobó Sanidad y Ciudadanos también se lo atribuyó. El último tanto que se han apuntado ha sido el compromiso de impulsar la Tarjeta Única Sanitaria para toda España pactada en una enmienda con el PSOE. Sin embargo, para su sorpresa, a última hora han visto tumbadas muchas de sus llamadas 'líneas naranjas' en la Comisión de Presupuestos, como las ayudas a fondo perdido de hasta el 75% a Pymes con menos de 50 trabajadores, así como la consideración de baja laboral directa a padres y madres que tengan que hacerse cargo de sus hijos en cuarentena por contacto estrecho con un contagiado de coronavirus.
Lo cierto es que estos últimos días Arrimadas ha estado buscando el relato para poder romper y levantarse de la mesa con “dignidad” mientras mantenía el doble juego: duras críticas a Sánchez y a sus socios de investidura, y mano tendida al Gobierno a la vez. “No queremos que Sánchez diga luego que no tenía otra alternativa”, que a pesar de su insistencia en repetirlo, lo cierto es que aritméticamente no sumaban sin ERC y Bildu. “Toda España ha visto que prefiere al independentismo, que decide salvar a Junqueras y ayudar a ERC a ganar las elecciones que un pacto con Ciudadanos, un partido de centro, moderado y liberal”, han reiterado machaconamente. En esa misma línea se manifiestan las fuentes consultadas por elDiario.es. “Es que es muy importante que todos los españoles sepan que Sánchez tuvo encima de la mesa otra opción, la que nosotros le ofrecimos hasta el último momento y no quiso cogerla”. Además, las mismas fuentes añaden que “es importante que se vea que las concesiones a ERC y a los nacionalistas no son de tipo presupuestario sino para colmar sus intereses y continuar con su agenda separatista”.
La dirección niega fisuras ante la estrategia de Arrimadas
Aunque ese giro estratégico que dio Arrimadas al inicio de su mandato, que coincidió con el estallido de la pandemia, en su afán de influir en el acuerdo presupuestario fue asumido en un principio por un amplio sector del partido y avalado por la Ejecutiva, con el paso del tiempo ha ido encontrando mayor resistencia interna. Pero en la dirección lo niegan pese a que se ha constatado que han existido divisiones y roces en el propio grupo por las decisiones de Arrimadas de seguir negociando con Sánchez contra viento y marea. La primera prueba de ello fue la dimisión de Marcos de Quinto. Las voces discordantes aumentaron tras los desprecios que han sufrido por parte de los dirigentes de Podemos y del propio Rufián, que han ironizado con que Ciudadanos “se ha hecho de izquierdas”, y con que se iban “a comer con patatas unos presupuestos progresistas”.
“Esas han sido solo argucias para intentar sacarnos de la negociación porque la parte más radical del Gobierno no se esperaba tanta cabeza fría y sentido de Estado de Inés”, sostiene un destacado diputado del grupo de Arrimadas. Es más, cree que con sus ataque al partido los dirigentes de Podemos y ERC “están consiguiendo que lo que ha hecho Inés se convierta en algo épico”. “Siempre ha estado convencida de que había que seguir negociando por el interés general de los españoles, por eso insistimos en estar ahí y hemos estado aguantando presiones y también críticas de muchos medios de comunicación”. Unas críticas a las que se ha unido el exlíder del partido, Albert Rivera: “Yo no aguanto ni un minuto apoyando cosas en las que no creo”. “Uno puede ser laxo, pero tiene que tener dignidad”, dijo, entre otras andanadas. Después reculó y aseguró que no se refería a su sucesora que prefirió no darse por aludida ante la sacudida que causó en el partido.
“Estos PGE desde luego no van a salir sellados con un lazo lacrado naranja”, comentan con agrio sarcasmo a elDiario.es fuentes del grupo parlamentario. A estas alturas unos creen que “estaba cantado” que no podían votar a favor de estos presupuestos “porque se nos marcharía medio partido”, y tampoco abstenerse “porque esa es una postura que demuestra tibieza y eso es mucho más letal para la imagen de Ciudadanos”. Sin embargo se jactan de que “al menos hemos conseguido frenar durante la tramitación algunas medidas que pedían los de Iglesias, las ”locuras podemita“ según las ha calificado Arrimadas sin concretar a que se refería, salvo la ”subida de impuesto a la clase media que querían aplicar“, una medida que nunca ha estado sobre la mesa del Gobierno. Pero lo que quieren recalcar sobre todo ”es que hemos demostrado que somos más útiles que el PP e infinitamente más que Vox, que está en otra galaxia“.
El jueves por la noche, después de que Arrimadas adelantara el 'no' a los presupuestos, la dirigente de Ciudadanos enviaba a los afiliados de su partido un mensaje interno en el que les explica y justifica su decisión con el mismo argumentario que utilizó durante su comparecencia. “Sánchez ha elegido la vía radical de ERC y Bildu y lo ha hecho porque quiere”, les asegura, una vía que “desde Ciudadanos hemos intentado evitar hasta el final”. “Todos los españoles han visto que Sánchez ha preferido pactar con Rufián y Otegi antes que con Ciudadanos”. Después de dejar esto claro, Arrimadas les dice que su partido “ha hecho los deberes” haciendo “política útil hasta el final”, logrando “frenar algunas barbaridades de Podemos” y consiguiendo “otras medidas buenas para los españoles”, que les enumera en puntos, aunque casi todas son compromisos aún sin ejecutar.
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