Artistas, deportistas y activistas venezolanos: los predecesores de Rhodes en la nacionalidad por real decreto

Laura Galaup

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El pianista James Rhodes (Londres, 1975) se ha unido al reducido grupo de españoles que han conseguido su nacionalidad por carta de naturaleza. Escritores, cineastas, políticos, empresarios, activistas, familiares de los Borbones, víctimas de terrorismo y deportistas comparten este beneficio discrecional que se concede mediante real decreto. Entre los beneficiarios de este procedimiento hay nombres muy conocidos, como Ricky Martin, Benicio del Toro, Mario Vargas Llosa, Alejandro González lñárritu, el expresidente de Colombia Andrés Pastrana, el eurodiputado del PP Leopoldo López (padre del disidente venezolano con el mismo nombre), el torero Andrés Raúl Roca Rey, Maya María Concepción Ruiz-Picasso Walter (hija de Picasso) o la hermana de la reina Sofía, Irene de Grecia. 

Más allá de personalidades relevantes, la mayor parte de las cartas de naturaleza publicadas en el BOE en las últimas dos décadas se otorgaron a ciudadanos descendientes de sefardíes. La Fundación Ciudadana Civio publicó el año pasado un detallado análisis sobre este procedimiento discrecional. 5.254 de los 5.627 reales decretos publicados en el último cuarto de siglo sirvieron para otorgar la nacionalidad a familiares de los judíos expulsados de España por los Reyes Católicos. 

El segundo colectivo que más se ha beneficiado de este trámite son los deportistas, según los datos recopilados por Civio. Los nombres de futbolistas, jugadores de baloncesto o atletas olímpicos se han publicado en el BOE para agilizar en muchos casos la pertenencia de estos profesionales al equipo nacional de su especialidad. El futbolista Ansu Fati, los jugadores de baloncesto Serge Ibaka y Nikola Mirotic, el entrenador y exjugador de balonmano Talant Dujshebaev o el atleta Orlando Ortega —subcampeón olímpico en Río 2016—  son algunos de los profesionales escogidos. 

“Soy el que más facilidades ha tenido” en la familia

A Thierno Boubacar Diallo este trámite le permitió competir por España en su especialidad, la gimnasia artística. Este joven de 20 años, originario de Guinea Conakry, obtuvo la nacionalidad en 2015. Llegó a España con cinco años y a los ocho ya estaba entrenando en Manresa (Catalunya). Es consciente de las “muchas ventajas” que ha tenido para él tramitar su situación legal en nuestro país a golpe de real decreto. Sus padres continúan batallando administrativamente para conseguirlo. “Soy el que más facilidades ha tenido. A ellos les está costando bastante. Les piden diez años. Es más complicado de lo que parece”, explica a elDiario.es. Sobre el proceso que deben realizar los migrantes anónimos, reconoce que es “un poco agobiante” y “un poco duro”. “Esperemos que [el de mis padres] no se demore mucho”, añade. 

Como a gran parte de sus compañeros, la pandemia ha trastocado los planes que tenía para este 2020. Comenzó el año centrado en la preparación para conseguir una plaza en el equipo español que participará en los Juegos Olímpicos de Tokio. Tras el confinamiento, cuenta que “a  finales de mayo” comenzaron “a ver la luz al final del túnel”. Desde entonces está centrado en “entrenar, entrenar, entrenar” para representar a España en las Olimpiadas aplazadas. 

Johann Muhlegg: del triunfador 'Juanito' al olvido

Los Juegos Olímpicos han estado muy presentes en este tipo de nacionalizaciones. Sin embargo, en algunos casos este trámite se ha terminado volviendo en contra de las instituciones deportivas que los promovieron. El ejemplo más recordado es protagonizado por el esquiador Johann Muhlegg, al que se llegó a llamar 'Juanito' durante sus días de éxitos. Este deportista alemán consiguió tres oros en los juegos de Salt Lake City (2002) para la selección española. Un positivo por una sustancia no permitida en el control de orina dio al traste con su carrera deportiva. Se esfumaron sus medallas, el apoyo popular y el apodo cariñoso que le pusieron los medios de comunicación. “Mi rehabilitación social fracasó, y por eso me he despedido completamente de lo que rodea al mundo del deporte desde hace mucho tiempo”, aseguró Muhlegg una década después de su fracaso olímpico a El País.

La nacionalidad española adquirida por carta de naturaleza es otorgada “discrecionalmente mediante Real Decreto, cuando en el interesado concurran circunstancias excepcionales”, recoge el Código Civil. “Al ser una facultad discrecional por parte del Gobierno, no hay como tal un procedimiento”, indica Patricia Fernández, abogada de la Coordinadora de Barrios. “Se otorga de manera excepcional y, por lo general, a gente que destaca en ciertos ámbitos. Al Estado español le beneficia que [esa persona] tenga la nacionalidad, por ejemplo un deportista, un futbolista o alguien que va a competir en las olimpiadas”, destaca Marita Zambrana, presidenta de la ONG Sos Racismo. Ante esta situación, esta activista se pregunta “qué es lo que se valora como mérito” y lo compara con el esfuerzo diario de temporeros y trabajadoras del hogar, a los que no se les “ha sabido otorgar esa relevancia en la sociedad”. 

Colectivos de DDHH piden que no sean concesiones arbitrarias

Zambrana explica que de media la tramitación de la nacionalidad de una persona “iberoamericana o descendiente de sefardí” puede suponer diez años. El periodo se puede alargar un lustro más para aquellos demandantes que no cumplan estos requisitos. Para Fernández la concesión de este beneficio “hay que ponerlo en relación con la situación actual en la que se encuentran personas que vienen contribuyendo de manera eficaz a la sociedad española de modo anónimo a lo largo de muchísimos años, y que ven cómo sus expedientes de nacionalidad están completamente paralizados y sin ser resueltos”. Por eso, ante las cartas de naturaleza, la portavoz de la Coordinadora de Barrios incide en que su adjudicación “discrecional” no se convierta en “arbitraria”. “La arbitrariedad lo vemos en algunos casos en los que se utiliza como premio para una serie de intereses políticos, que no son los intereses de la sociedad española”, añade. 

Rhodes ha asumido esta concesión como “el mejor regalo” de su “vida”. “Estoy extremadamente orgulloso y agradecido de haber recibido este honor. Me esforzaré cada día por devolver a este maravilloso país lo que me ha dado tan libre y generosamente. Gracias, no hay una palabra más fuerte”, explicó en un vídeo difundido a través de su cuenta de Twitter.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa también expuso sus impresiones cuando le notificaron en julio de 1993 la nacionalidad por carta de naturaleza. “Hace tres días mantuve una conversación con el ministro de Justicia, quien me adelantó que el Consejo de Ministros probablemente aprobaría en la reunión de hoy la concesión de la doble nacionalidad”, apuntó en unas declaraciones recogidas por El País. “La solicité porque mi propósito es permanecer en Europa y mi situación era un tanto incierta, desde el punto de vista legal. Sobre todo, desde que, últimamente, se cernió sobre mí la amenaza de perder la nacionalidad peruana”, añadió, aludiendo a la relación que mantenía con el régimen de Alberto Fujimori. 

Los opositores latinoamericanos han estado muy presentes en los últimos años en este procedimiento. Las familias de los políticos venezolanos Leopoldo López y Henrique Capriles también han conseguido la nacionalidad por esta vía. El Gobierno de Mariano Rajoy autorizó este trámite a los padres de López y dos años después también se lo concedió a los progenitores de Capriles. Actualmente, Leopoldo López padre representa al PP en el Parlamento Europeo. 

El Ejecutivo de Rajoy también utilizó la carta de naturaleza con la familia del fallecido opositor cubano Oswaldo Payá. El real decreto se publicó un año después del accidente de tráfico en el que también murió Harold Cepero, tras chocar contra un árbol el coche en el que viajaban los dos políticos cubanos. El vehículo estaba conducido por Ángel Carromero, actual director general de Coordinación de la Alcaldía de Madrid y dirigente de las Nuevas Generaciones del PP en el momento del incidente vial.