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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Ataques de colonos israelíes contra palestinos, otro pilar de la violencia en Cisjordania

Jerusalén —

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Turmusaya (Cisjordania), 30 jun (EFE).- La violencia por parte de colonos israelíes contra civiles palestinos en Cisjordania ocupada no es nueva, pero la magnitud y frecuencia de las agresiones han escalado en los últimos días, incluyendo un ataque masivo contra Turmusaya, un pueblo tranquilo donde sus habitantes se preparan para dar pelea, agravando aún más la tensión.

Cuando Sharif al Araj, empresario palestino radicado en Panamá, regresó este mes a su pueblo por primera vez en 10 años, no se imaginaba rescatando gente de mansiones en llamas ni viendo morir a un vecino por cuatro tiros en el pecho.

Si bien Turmusaya había sufrido agresiones en el pasado, ni Sharif ni ninguno de sus habitantes anticipaba un ataque como el del miércoles de la semana pasada, en el que unos 400 colonos israelíes bajaron desde el asentamiento judío de Shiló armados con pistolas, piedras, gasolina y explosivos, destruyendo todo a su paso.

Este fue tan solo uno de los múltiples ataques de colonos contra pueblos palestinos la semana pasada, generando una fuerte reacción internacional, incluyendo de la Casa Blanca, en parte por la ineficaz intervención de las fuerzas de seguridad israelíes.

DIVISIÓN EN EL GOBIERNO

Puertas adentro, esto ha generado una polémica entre miembros del Gobierno que han rechazado las agresiones y quienes han defendido a los colonos y cuestionado el arresto de 12 de ellos -4 en detención administrativa, sin cargos ni juicio- por esas agresiones.

Estos últimos pertenecen al ala ultraderechista del Ejecutivo, cuya presencia en la coalición es vista como fuente de empoderamiento de los colonos en Cisjordania, cuyos ataques contra palestinos han aumentado exponencialmente en los últimos años.

El asalto a Turmusaya, al día siguiente de un ataque palestino en el que murieron cuatro israelíes, dejó el primer muerto por fuego israelí en el pueblo en tres décadas, Omar Qattin, un joven de 27 años y padre de dos hijos, 12 palestinos heridos y más de 30 casas y 60 vehículos dañados o incendiados.

A una semana del ataque, en este pueblo de imponentes caserones, cuyos habitantes son en su mayoría palestino-estadounidenses que pasan aquí tan solo unos meses al año, aún se siente el olor a quemado y se respira un aire tenso, cargado de furia e impotencia.

El rostro de Qattin, cuya muerte aún no fue esclarecida, se hace presente en cada esquina, y de la noche a la mañana, el pueblo se llenó de banderas de Palestina y de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, brazo armado del partido oficialista palestino, Fatah.

Al Araj, que había venido a visitar a su familia y planeaba quedarse solo por un par de semanas, se ha integrado a un grupo de vecinos que patrullan cada noche los accesos al pueblo.

“En vez de ahuyentarnos, lo que hacen es provocar que las personas radiquen más aquí. Yo me voy a quedar”, explica a EFE, y destaca que muchos otros oriundos de Turmusaya han decidido quedarse para proteger el pueblo en lugar de volver a donde viven habitualmente.

Múltiples residentes consultados por la situación coinciden en dos cosas: este ataque no será el último pero el siguiente los encontrará preparados para defenderse.

SOLOS ANTE EL PROBLEMA

Ante la pasividad de las fuerzas de seguridad israelíes, en las que no confían y a las que incluso acusan de participar del ataque, y la escasa influencia de una Autoridad Nacional Palestina, que sienten que no los representa, dicen no contar con nadie más que con ellos mismos.

Unos se enfocan en la necesidad de obtener camiones de bomberos para controlar los incendios, mientras otros ya prepararon baldes con piedras y algunos hasta consideran comprar armas.

Esta semana, los jefes de las fuerzas de seguridad de Israel -Ejército, Servicio de Seguridad Interior y Policía- emitieron un inusual comunicado conjunto en el que tildaron las agresiones colonas de “terrorismo nacionalista” y advirtiendo que pueden causar un aumento en la violencia por parte de palestinos.

Cisjordania vive su mayor pico de violencia desde la Segunda Intifada (2000-2005), con 142 palestinos muertos este año, muchos milicianos pero también civiles, incluyendo 23 menores.

La mayoría murieron en enfrentamientos armados con tropas israelíes, pero al menos nueve perdieron la vida en incidentes violentos con colonos judíos -frente a los 3 del año pasado-, según datos de la ONU.

En paralelo, el área ha visto la proliferación de nuevos grupos armados palestinos, que realizan cada vez más ataques y han dejado 25 muertos del lado israelí, la mayoría colonos y cinco de ellos menores.

En la casa familiar de Omar Qattin, el joven fallecido durante el asalto a Turmusaya, el clima, como en buena parte del territorio palestino, no es de luto sino de lucha.

“Lo que están tratando de hacer es lo que hicieron en 1948, pero entonces no teníamos experiencia ni formas de comunicarnos para organizarnos”, menciona a EFE Awad Jbara, tío de Omar, en alusión al éxodo de cientos de miles de palestinos que huyeron o fueron expulsados durante el conflicto desencadenado tras la creación del Estado de Israel.

“Pero eso no nos va a volver a pasar, sabemos cuánto sufrimos en el 48. No vamos a permitir una segunda Nakba”, asegura.

Pablo Duer