Madrid, 22 ene (EFE).- Los “negocios de alterne” y la “posibilidad” de blanqueo y tráfico de drogas llevó a la banda motera de los Ángeles del Infierno a asentarse en las islas Baleares entre 2009 y 2011. Este lunes, medio centenar de personas, incluido alguno de sus líderes europeos, se sientan en el banquillo acusados de una larga lista de delitos.
La Audiencia Nacional los juzgará por organización criminal, extorsión, amenazas, coacciones, prostitución, detención ilegal, tenencia ilícita o blanqueo, de los que acusa la Fiscalía Anticorrupción, con quien un buen número de encausados han mantenido conversaciones para alcanzar un acuerdo de conformidad, según informan a EFE fuentes jurídicas.
Entre los acusados que se sentarán en el banquillo figura Frank Hanebuth, considerado líder de los Hells Angels Motor Club en Hannover (Alemania) y, quien según la Fiscalía, decidió instalar un “capítulo” o grupo en Mallorca “que él mismo dirigiese y liderase” para continuar las actividades por las que él y la banda fue investigada en el país germano.
También los hermanos Khalil y Abdelghani Youssafi, que pertenecían al “capítulo” de Luxemburgo y que permanecieron en Mallorca cuando el grupo se disolvió en 2011, “participando en delitos relativos a la prostitución y al tráfico de drogas”.
Así lo expone Anticorrupción en su escrito de conclusiones provisionales, en el que pide una condena de 13 años de prisión para Hanebuth, 38 y medio para Khalil Youssafi y 33 y medio para su hermano.
La Fiscalía acusa a los hermanos Youssafi de liderar una “red de prostitución” y ejercer un “férreo control” sobre las víctimas, y sostiene que incluso se encargaban de pagar operaciones de cirugía estética “a los solos fines de hacer a las mujeres 'más productivas' y obtener un mayor lucro”.
Según su escrito, la banda formó un entramado de negocios, entre ellos inversiones inmobiliarias en España, que podría servirle de tapadera para blanquear el dinero obtenido de actividades delictivas como extorsión, tráfico de drogas o explotación sexual.
Relata, por ejemplo, que uno de los acusados se dedicaba a captar víctimas “con una falsa promesa de trabajo” y trasladarlas a Mallorca, donde “se las induce a la prostitución”.
Los Ángeles del Infierno, que nacieron en 1948 en Estados Unidos y que actualmente cuenta con unos 5.000 miembros, se organiza en “capítulos” o grupos y el de Mallorca estaba integrado por personas de toda Europa, principalmente alemanes, y tenía “vinculaciones” con los líderes de Hannover, Frank Hanebuth, y de Turquía, Necati Coskum Arabaci (también acusado), así como con Luxemburgo y Holanda.
La situación geográfica de las islas, la existencia de negocios de alterne, “la posibilidad de blanqueo de capitales y el tráfico de drogas, y la presencia de población residente extranjera, que facilitaba las prácticas de extorsión” fueron los motivos por los que, según Anticorrupción, se asentaron en Mallorca.
Los fiscales hablan de una “organización perfectamente estructurada”, con un “control interno de forma coactiva o violenta” y una “disciplina férrea entre sus miembros”, que ostentaban un “alto nivel de vida” y eran propietarios, a través de sociedades o terceras personas, de diferentes bienes inmuebles en Baleares.
El juicio llega 10 años después de la operación que desarticuló al último grupo que se instaló en Mallorca y que también sienta en el banquillo a un policía local y uno nacional de Palma y a un agente de la Guardia Civil, a quienes se atribuye haber beneficiado a la banda.