Ayuso se presenta como “azote de la corrupción” tras impedir en la Asamblea toda investigación sobre el fraude de su pareja

Víctor Honorato

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No hace ni un mes que concluyó el juicio contra Eduardo Zaplana —la fiscalía pide 17 años de prisión para el exministro del PP y expresidente de la Comunidad Valenciana—. Tampoco han pasado ni 30 días desde que acabó el juicio contra Rodrigo Rato —el ministerio fiscal pide más de 60 años de prisión para el superministro de Economía de Aznar— y el PP todavía tiene en el horizonte varias vistas por corrupción, como alguna derivada del caso Púnica, con participación destacada de alcaldes madrileños del PP. Nada de esto perturba a Isabel Díaz Ayuso, presidenta del Gobierno autónomo, que esta mañana ha caracterizado a su Ejecutivo como “azote de la corrupción”. Se entiende que de la ajena, después de negarse a permitir investigación alguna en la Asamblea de Madrid sobre el proceder de su pareja, quien la semana que viene declarará ante el juzgado acusado de fraude fiscal.

Ayuso fue un poco inconcreta en la referencia, lanzada durante el pleno de la asamblea de Madrid en alusión al Gobierno estatal. “No les tenemos ningún miedo”, dijo, tras quejarse de que el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, la señale como responsable de la máquina del fango que disemina bulos sobre los rivales. Respondía a una pregunta del portavoz socialista, Juan Lobato, que de nuevo le pedía mesura, visto el auge de la extrema derecha en Europa, so pena de arriesgarse a ser relegada a “telonera de una fiesta que va a acabar mal”. La advertencia no conmovió a Ayuso, que esgrimió la mejora electoral de los populares en las elecciones del domingo y se jactó de que la derecha lleva 30 años gobernando en Madrid. “Y mire qué bien lo hacemos”, se jactó.

Tras acusarse mutuamente con la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, de favorecer al PSOE con sus respectivas actuaciones y desdeñar a Lobato —“son ustedes un completo desastre”, despachó—, Ayuso se las vio con Manuela Bergerot, de Más Madrid. La portavoz del principal partido de la oposición le afeó el estado de los centros de salud mental de Madrid e hizo un repaso de los determinantes sociales de la salud. Si uno trabaja tantas horas que no tiene fuerzas al acabar la jornada ni para llamar por teléfono a la madre o de ayudar a los hijos con los deberes, la mente lo acusa, indicó. Los expertos advierten de que si las redes familiares se deterioran, aumenta la posibilidad de sufrir trastornos, advirtió. “¿A quién hay que pagar una comisión para que usted haga algo?”, chinchó, en referencia velada a la pareja investigada de la presidenta.

Ayuso no respondió a la inferencia, limitándose a afirmar que el resumen de Bergerot supone decir que “si no se hace lo que la izquierda quiere llegan los problemas de salud mental” y eso, a su vez, da medida de la “mentalidad tirana” de comunistas y demás ralea. Si la sanidad puede ir mal, añadió Ayuso, es porque no hay médicos (culpa del Gobierno central) o porque la ministra de Sanidad pretende limitar por ley el negocio de la sanidad privada, lo que según Ayuso es “desguazar” el sistema sanitario.

La “obscena” corrupción del otro

Con todo, la agresividad del discurso durante las preguntas de la oposición fue algo menor de la habitual, al menos en términos de decibelios. La mayor traca se la reservó el portavoz del PP, Carlos Díaz-Pache, que suele acudir a remachar los flecos que se le puedan quedar sueltos a la líder. Si Ayuso tachó a Pedro Sánchez de “matón”, Pache dijo que el presidente “se está deslizando por la pendiente para liderar la extrema izquierda autoritaria y violenta”, así, sin paños calientes. También acotó la alusión a la corrupción que había hecho Ayuso. Es “obscena” y abarca “a su familia, a su partido y a su Gobierno”. La bancada popular aplaudió a rabiar.