No estaban ni Mariano Rajoy ni Soraya Sáenz de Santamaría ni ningún ministro de su gabinete, como la primera vez. Toda la representación de Moncloa en la presentación del segundo tomo de las memorias de José Mª Aznar se ha concentrado en la figura de José Luis Ayllón, mano derecha de la vicepresidenta y Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Pero sí estaban los suyos: Ángel Acebes, Eduardo Zaplana, Jaime Mayor Oreja, Esperanza Aguirre y el copresentador, Josep Piqué. Algunos de sus empresarios amigos, como Luis del Rivero o Fernando Fernández Tapias, también han asistido a la cita.
Nadie ha parecido echar en falta al sucesor de Aznar porque su nombre ni siquiera ha salido a relucir. Solo lo ha nombrado una vez José María Fidalgo, exsecretario general del sindicato Comisiones Obreras, que compartía presentación con el autor y el exministro Josep Piqué. Fidalgo ha defendido al Gobierno de Rajoy y ha dicho que le fastidian los “cañonazos envenenados que salen de sus propios dominios”. Esperanza Aguirre e Ignacio González no han parecido darse por aludidos. Tampoco el protagonista del acto ha cambiado su expresión..
La costumbre de presentar un libro sin que haya más preguntas que las de los que te acompañan permite esquivar los asuntos, así que no se ha hablado de la gestión actual del Gobierno. Pero que Rajoy no estuviera sentado escuchándole no quiere decir que Aznar no le dedicara las clásicas referencias más o menos indirectas. El mayor número de codazos y sonrisas entre los asistentes se ha dado cuando Aznar ha sentenciado con la solemnidad que le caracteriza: “No estuvimos en el Gobierno para que nos resbalasen las cosas, sino para resolverlas”. La “lánguida resignación” que atribuyó a Rajoy hace un año en una sonada entrevista en televisión volvió a la mente de todos. El expresidente no ha llegado a repetir que el milagro económico fue él, pero ha pintado su pasado como una época en que se “hacía política”, se respetaban “los pilares de la Transición” y no se discutía la nación española. Los cambios en esas tres cosas, en su opinión, dan la idea de que la situación es peligrosa.
Punto por punto, Fidalgo ha asentido a cada afirmación nostálgica de Aznar y ha exaltado la amistad que les une desde hace años. El expresidente le ha devuelto los piropos y ha recordado que muchas horas de conversación con él le han convencido de que el ex líder de CCOO merece su respeto. En su turno de elogios, Piqué ha asegurado que las memorias son “las de un patriota español”, que quiso “sacar a España del rincón”. A cambio, Aznar ha recordado cuando conoció al catalán en Barcelona durante una cena. “No hice caso de la cena, solo me fijaba en lo que decía él y pensé que era de los míos y se tenía que venir conmigo”. Su exministro de Exteriores, junto a Acebes, Zaplana y Aguirre formaban “un equipazo”. Según su jefe, era un grupo “conjuntado, cohesionado y armónico”.
Aznar ha tenido palabras para la doctrina Parot, las amenazas de secesión de Cataluña y la importancia de “mirar hacia el Atlántico”, pero su interés además de vender libros a 22,50€ ha sido reafirmar que el país debe volver a ser tan ambicioso como en su época.“Tenemos que recuperar esa historia de una gran ambición para la mayoría social”, ha pedido. Al terminar el acto, la cola de personas que le han pedido su autógrafo en el libro ha sido de varias decenas.