Los dos políticos que presidieron el Partido Popular durante 28 años consecutivamente, José María Aznar y Mariano Rajoy, declararon este miércoles en el juicio de una financiación irregular que se extiende por ambos periodos. Lo hicieron en calidad de testigos porque la investigación que logró acreditar la existencia de la caja B ha sido incapaz de reunir los indicios suficientes para atribuir la responsabilidad penal de la misma a los máximos responsables del partido y principales beneficiarios del sistema con el que el PP ganó elecciones generales y comicios autonómicos.
El anterior dato explica casi todo lo que ocurrió la tarde del miércoles en la Audiencia Nacional: los testigos Rajoy y Aznar se aferraron a que esa caja B nunca existió y poco pudieron hacer frente a ello los voluntariosos abogados de la acusación popular. Lo que ellos mismos, la Policía, los fiscales y los jueces no lograron en ocho años era imposible de alcanzar en las tres horas y medio de interrogatorio a los testigos de la financiación irregular del Partido Popular presentes, Mariano Rajoy y José María Aznar.
Si las revelaciones de Bárcenas en el arranque de la vista alcanzaron la cima de los titulares pero ninguna relevancia penal, los olvidos y contradicciones de los ex presidentes del Partido Popular podrán minar su credibilidad, provocar quizás indignación, pero se mostraron inservibles para que en algún momento les pueda suponer una imputación por la caja de dinero negro que los tribunales han acreditado que existió a unos metros de su despacho durante años.
Como ya ocurriera la víspera con el testimonio de sus secretarios generales, Aznar y Rajoy no se movieron un milímetro del argumentario que comparten todos ellos: la caja B no existió; los papeles de Bárcenas son un invento (salvo algún apunte); nunca cobraron sobresueldos; el tesorero era un ente autónomo.
Los papeles de Bárcenas recogen pagos a Aznar en 1990, 1997 y 1998 por valor de 8,5 millones de pesetas bajo el epígrafe “J.M”, al que el extesorero se sigue cuidando de aludir. “No he recibido ninguna cantidad, ni responde a ninguna consideración que me pueda afectar esas anotaciones, si es que son ciertas”, dijo Aznar. Mariano Rajoy, como ya hiciera en el juicio de Gürtel, negó igualmente un solo cobro en B. “En mis 40 años en el PP jamás he escuchado a nadie hablar de la caja B”, defendió.
A los mencionados se unió el mantra de que los estatutos convierten al tesorero en un ente autónomo que solo rinde cuentas ante el comité ejecutivo del partido y para exponer los presupuestos anuales o los extraordinarios de las campañas electorales. El abogado Latorre, insistente en encontrar una rendija en este razonamiento, por fin la halló en la declaración de Aznar, quien tuvo que reconocer que hasta 1993 los estatutos adjudicaban al presidente del partido —él fue nombrado en 1990— una labor de supervisión sobre el extesorero. “Los estatutos lo decían, pero la realidad de funcionamiento a partir del cese de Naseiro [juzgado y absuelto por defecto de forma] es una función que deja de existir. Yo no tenía ninguna facultad”, se excusó.
Aznar y Rajoy en los papeles de Aznar y Rajoy
Como en el caso de sus escuderos, los expresidentes dejaron cada uno su sello personal: Aznar, se mostró retador con los abogados, a los que recordó su su currículum antes de que empezaran a preguntar. A saber: defensores de “socialistas” en el pasado, representantes de “socialistas” en esta causa, letrado de Puigdemont… Ahí el presidente del tribunal le cortó: a quien defienda Gonzalo Boye en otros procesos no es objeto del procedimiento de la caja B del PP.
Por su parte, Rajoy no tuvo problema en reproducir algunas expresiones características pese al riesgo de sufrir parodia. Le preguntó un abogado por las motivaciones que pudiera haber tenido Bárcenas para falsificar los manuscritos de la contabilidad paralela si, como acababa de relatar, se le estaba pagando lo que se le debía tras dejar de ser tesorero, tenía despacho y coche del partido… “Yo no me puedo poner en la mente de las personas, entre otras cosas porque las personas somos distintas”, dijo. Y añadió: “Yo no hubiera hecho esos papeles y me cuesta mucho entender que alquien haya hecho estos papeles”.
Como los papeles de Bárcenas son mentira, según los expresidentes del PP, poco se podía avanzar. El círculo concéntrico en el que se convirtió el interrogatorio a Rajoy alcanzó su cénit cuando el testigo le soltó al abogado Virgilio Latorre: “Está utilizando unos documentos que yo he dicho que son mentira, y a partir de ahí puede hacer los razonamientos que quiera pero no tienen ningún valor. Lo que digan los papeles no tiene ningún valor. No siga por ahí: son falsos”. El presidente del tribunal le indició que evitara dar instrucciones al abogado.
Ocurre que, como el propio Rajoy dijera en una rueda de prensa de 2013, a los cuatro días de estallar el escándalo, “todo lo que pone (en los manuscritos) es falso, salvo alguna cosa”. Y así lo han declarado al menos cuatro testigos durante la vista. Ninguno ha reconocido que las entregas recogidas sean de dinero negro, pero sí que existieron en esas fechas y por esos importes.
Así Aznar desmintió al histórico diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo cuando éste declaró que el propio Aznar había autorizado un pago de 500.000 pesetas a Calixto Ayesa, procedente de la UCD y que cerró la consulta de dermatología que tenía para dedicarse a la política. “Yo no he dado autorización para compensar económicamente a nadie”, afirmó Aznar. Después añadió que Del Burgo, puntal del la primera etapa postAznar en la teoría de la conspiración del 11-M, habría confundido el contenido de las “muchas reuniones” en la época del apunte de Bárcenas.
Rajoy tuvo su propia explicación, tan del sentido común del que ha presumido siempre como máxima política: si “más del 95%” de los que han declarado han negado que existiera una caja de dinero negro que les manchaba a todos, ¿qué relevancia pueden tener cinco testimonios en sentido contrario que además únicamente apuntan a que lo que anotó Bárcenas de esas entregas era cierto?“.
Fallos de memoria
La memoria falló a los expresidentes del Gobierno y el PP en varios momentos de su declaración. El letrado Mariano Benítez de Lugo le preguntó a Rajoy por varias entrevistas en las que en su momento entonó el 'mea culpa', a diferencia de lo que hizo ayer. Pero Rajoy no recordaba a qué se pudo referir por aquel convulso 2013. Aznar, por su parte, quedó contrariado al no recordar que denunció a El País por los papeles de Bárcenas y atribuirle responsabilidad sobre aquella caja B y que los tribunales por dos veces desestimaron sus pretensiones.
El testimonio de los presidentes del PP no resultó lo suficientemente atractivo para esclarecer el pago de la reforma de Génova con el dinero de la caja B como para que la Fiscalía y la Abogacía del Estado les formularan alguna pregunta.