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El 'aznarista' Elorriaga recupera el escaño y refuerza el núcleo duro de Álvarez de Toledo frente al PP que pide moderación

El diputado del Grupo Popular (PP) en el Congreso, Gabriel Elorriaga

Iñigo Aduriz

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Mientras en las filas del Partido Popular ha resurgido el eterno debate sobre si su líder, Pablo Casado, debe emprender un giro al centro tras las elecciones vascas y gallegas del 12J –en las que la coalición de PP+Cs, su apuesta personal, fracasó en Euskadi, mientras el barón moderado Alberto Núñez Feijóo logró su cuarta mayoría absoluta en Galicia–, una de las dirigentes más cuestionadas internamente precisamente por su tono bronco y sus postulados derechistas, la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, ha visto esta semana reforzado su núcleo duro en el grupo parlamentario con la entrada como diputado de Gabriel Elorriaga.

El parlamentario –que vuelve al Congreso en el que ya tuvo escaño entre 2004 y 2016– juró el cargo el martes, justo antes de que comenzara el debate sobre los dictámenes de la Comisión para la Reconstrucción, y sustituyó en el escaño a la exministra Isabel García Tejerina, que la semana pasada dejó la política al ser fichada por la prestigiosa consultora multinacional Ernst & Young.

Elorriaga es un dirigente de la máxima confianza de Álvarez de Toledo y se le considera como uno de los representantes del aznarismo –familia política de la que provienen la portavoz parlamentaria y el propio Casado– por su proximidad al expresidente del Gobierno José María Aznar.

Patrono de la Fundación FAES que preside el propio Aznar, el nuevo diputado popular fue subdirector del Gabinete de la Presidencia del Gobierno del exjefe del Ejecutivo. Ya con Rajoy, Elorriaga fue secretario de Comunicación del partido entre 2004 y 2008 y se ocupó de dirigir la campaña electoral de 2008 en la que el exlíder del PP fracasó. Después se distanció de Rajoy y se mostró muy crítico con su liderazgo y con el rumbo del partido, al igual que la propia Álvarez de Toledo y otros dirigentes aznaristas

Elorriaga concurrió a las elecciones generales del pasado 10 de noviembre como número 11 de la lista del PP por Madrid. La formación conservadora tan solo logró 10 escaños en esa circunscripción, encabezada por el propio Casado, y por tanto Elorriaga no consiguió ser elegido diputado. Ante este imprevisto, el pasado diciembre Casado se vio forzado a recolocarle como jefe de los asesores del PP en el Congreso, un puesto que ejerció codo con codo con Álvarez de Toledo, con la que es habitual verle en los pasillos del hemiciclo o en cualquier acto público.

Elorriaga forma parte del equipo más cercano a la portavoz parlamentaria, un grupo en el que también se encuentran el jefe de Gabinete de Álvarez de Toledo, el también aznarista Alfredo Timermans –que llegó a ser secretario de Estado de Comunicación en el último Gobierno de Aznar– o la diputada por Madrid, la periodista Pilar Marcos.

La consolidación de los colaboradores de Aznar

Apenas unos días después de que Casado ganara las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría, hace ahora justo dos años, Aznar volvía a pisar la sede nacional del PP de la calle Génova número 13 de Madrid años después de desvincularse del partido por sus profundas discrepancias con Rajoy, a quien él mismo había elegido como sucesor a dedo en 2004.

Desde entonces, Aznar, padrino político de Casado –el hoy líder del PP fue su jefe de gabinete en la Fundación FAES durante años– no solo se ha convertido en uno de los principales asesores de la dirección popular. Ha conseguido, además, colocar en los puestos estratégicos del partido a algunos de sus principales colaboradores. A todos ellos les caracterizaron en los últimos años sus duras críticas a Rajoy, quien consideraban que había traicionado los “principios” de la formación conservadora por realizar una política más centrada que la de su predecesor en el cargo.

La irrupción de este sector en el que se integran la propia Álvarez de Toledo, Isabel Benjumea –una de las asesoras de cabecera de Casado– o el economista de referencia del PP, Daniel Lacalle, ha sido en cambio visto con recelo por gran parte del partido, que apuesta por unas ideas y unas formas más moderadas.

Las elecciones del 12J, en las que la apuesta derechista de Casado en Euskadi fracasó –la candidatura PP+Cs encabezada por Carlos Iturgaiz perdió tres de los nueve escaños logrados por el PP en solitario, en 206–, mientras se reforzó el perfil moderado de Feijóo –que arrasó– reavivaron las voces que reclaman a Casado un perfil más centrado. Barones como el propio Feijóo, el andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, o el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández-Mañueco, han realizado desde entonces  constantes llamadas a la moderación, que se trasladaron al Comité Ejecutivo Nacional del PP que se celebró el pasado día 15 en la sede nacional de la calle Génova de Madrid.

“El viejo anzuelo de la izquierda”

En privado, distintos dirigentes populares apuestan por que Casado premie con cargos de visibilidad a los dirigentes más centristas del PP como la vicepresidenta del Congreso Ana Pastor, a la que en plena precampaña colocó como principal rostro visible del partido en la negociación con el Ejecutivo para la reconstrucción tras la pandemia. Por contra, piden al presidente de los populares que debilite a algunos de los dirigentes más escorados a la derecha como Álvarez de Toledo, impulsora del acuerdo con Ciudadanos fracasado en Euskadi, que se mantuvo desaparecida durante toda la campaña del 12J.

Por el momento, Casado no tiene previsto sin embargo modificar un ápice su estrategia. “Nadie nos tiene que llevar a la moderación porque siempre hemos estado en ella”, sostuvo el líder del PP en el Comité Ejecutivo del día 15. “No entiendo que pueda ser objeto de crítica defender 'demasiado' la libertad de los españoles; ni ser excesivamente exigente en la defensa de su empleo o de su bienestar. Ni debemos callar ante lo que vemos y lo que todo el mundo sabe que va a ocurrir si el Gobierno no cambia el paso y los planes”, se defendía, para zanjar: “No mordamos el viejo anzuelo que siempre lanza la izquierda sobre la supuesta crispación que tan solo es la sombra de sus actos, el eco de sus insultos y el reflejo de su propaganda”.

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