Las fuerzas progresistas de Baleares afrontan las elecciones autonómicas y municipales como una prueba de fuego para el “laboratorio” de la izquierda en el archipiélago. Más allá de las tramas de corrupción y de los excesos del turismo de borrachera, las islas han sido noticia esta legislatura por las medidas adoptadas en materia de memoria histórica, de cambio climático, de medio ambiente o de residuos. Dentro de dos semanas, los electores decidirán si la izquierda sigue gobernando o si la derecha recupera el poder, tras el batacazo en 2015 del PP y del anterior presidente balear, José Ramón Bauzá, quien ahora ha decidido probar suerte con Ciudadanos en las elecciones europeas.
El CIS publicado este jueves da a la izquierda los números necesarios para reeditar el Gobierno progresista. La socialista Francina Armengol ha sido presidenta estos cuatro años gracias al 'Pacte de progrés': el PSIB-PSOE comparte gobierno con los nacionalistas de Més y cuenta con el apoyo parlamentario de Podemos. Armengol lidera una federación socialista partidaria de los pactos de izquierda y criticada por potenciar una supuesta “catalanización” de las Islas de la mano de Més –la exigencia del catalán en la sanidad fue rechazada por miembros de su partido y también generó críticas internas que el PSIB se opusiera a la aplicación del artículo 155 en Catalunya. El carácter abierto del PSIB ha facilitado el entendimiento con Més, aunque ambas fuerzas han tenido desencuentros a lo largo de estos cuatro años –en la limitación del turismo de masas o los negocios de Rafael Nadal.
Desde Més esperan que las elecciones les permitan “consolidar y mejorar los resultados” e inciden en que, para seguir adelante con las políticas de izquierdas, necesitan cuatro años más. “Nos la jugamos. Cuanta más fuerza tengamos, menos tentación tendrá el PSOE de desviarse hacia posiciones más centristas”, explica un dirigente de Més, quien cita como mérito suyo la aprobación de un impuesto turístico. El partido –que ha tenido problemas con los grupos ecologistas, una bolsa tradicional de votantes– también espera despuntar en las elecciones municipales y conseguir ser la primera fuerza.
El PSIB, por contra, se siente ganador en las autonómicas –el CIS les da entre 17 y 19 escaños, primera fuerza. Los socialistas esperan verse beneficiados por los buenos resultados del PSOE en las elecciones generales, pero en público hablan de “prudencia” y de la necesidad de que el electorado de izquierdas se movilice. Al contrario que Podemos y Més, el PSIB insiste en que “sale a ganar”, más que en la necesidad de que el bloque progresista sume en el Parlament (la mayoría absoluta se sitúa en los 30 diputados). Tampoco quiere mojarse sobre posibles pactos postelectorales y, siguiendo la estrategia de Pedro Sánchez, los socialistas alertan del peligro de que PP, Cs y Vox pacten.
Podemos quiere gobernar
Si las izquierdas consiguen sumar de nuevo harían historia: sería la primera vez que los isleños apoyan la continuidad de un gobierno de pacto. Históricamente, Baleares ha oscilado entre Ejecutivos de izquierdas y de derechas. La fórmula que tendría el futuro Govern, sin embargo, podría ser distinto al actual. Podemos exige ahora entrar en el Gobierno porque cree que así sería más fácil implementar sus medidas sociales y porque se ha dado cuenta de que “la capacidad de influencia” aumenta cuando uno ostenta el poder –el partido tiene un importante peso, por ejemplo, en el Consell de Mallorca.
La posición de Podemos en Baleares salió reforzada tras los resultados de las elecciones generales: la formación, liderada en las Islas por el magistrado en excedencia Juan Pedro Yllanes, consiguió el 17,98% de los votos, superada solo por el PSIB-PSOE, con el 26,58%. Ambos sumaron cinco diputados, mientras que Ciudadanos (17,59% del voto), PP (16,99%) y Vox (11,38%) solo consiguieron tres escaños. Més se presentó en la coalición 'Veus Progressistes', que consiguió el 4,95% del voto y se quedó sin escaño. Misma suerte tuvo El Pi: sin diputado y con el 2,28% de los sufragios. Pero los resultados de las generales no son extrapolables en esta nueva contienda electoral debido al arraigo de Més y de El Pi en el archipiélago.
El Pi, clave
Las encuestas apuntan a que la gobernabilidad pasará por El Pi, un partido de centro-derecha con un marcado carácter autonomista. Ni PSOE, ni Podemos ni Més plantean un gobierno con la formación de Jaume Font, exconseller del PP. Pero tampoco van a dejar pasar la oportunidad de contar con su apoyo, especialmente si las derechas –PP, Ciudadanos y Vox– pudieran alcanzar el poder. “Hablamos con todos, aunque lo ideal es conseguir una aritmética progresista”, resume un dirigente de Podemos.
El Pi no rechaza apoyar a nadie: “No hay líneas rojas, los políticos que hablan de ellas hacen un flaco favor a la democracia”, comenta un dirigente. Lo importante, dicen, son las políticas que vaya a llevar a cabo el futuro Ejecutivo, que para El Pi deben concretarse en una bajada de impuestos –como el Sucesiones y Donaciones–, en la defensa del alquiler vacacional –actualmente está prohibido alquilar pisos a turistas en Palma– y en la capacidad de influencia en Madrid –Baleares es una de las Comunidades Autónomas más infrafinanciadas. “No perderemos el tiempo negociando: no apoyaremos ni recortes a la autonomía, como podrían proponer Vox o Cs, ni la radicalidad de Podemos contra las empresas o el turismo”, concluyen.
El sectarismo de Vox y su particular lucha contra el catalán y el supuesto “pancatalanismo” que sufren las islas dificultan que El Pi apoyase un Ejecutivo que incluyese a la ultraderecha. Vox se presenta en Baleares con la marca Actúa –no debe confundirse con la plataforma de Baltasar Garzón y de Gaspar Llamazares–, liderada por Jorge Campos, ex del PP y conocido en Baleares por haber dirigido la asociación de extrema derecha Círculo Balear.
¿'Sorpasso' al PP?
La derecha afronta las elecciones con una incógnita fundamental: cómo quedará el PP tras la debacle en las generales –ha pasado de los 3 escaños en 2016 a 1 en 2019 y Cs le ha superado por 3.000 votos. En Ciudadanos no ocultan su entusiasmo: esperan ser la primera fuerza del bloque de derechas. “Empezamos la campaña con mucha ilusión”, comenta un dirigente del partido, a quien el CIS pronostica un gran crecimiento, pero todavía por detrás del PP.
La formación liderada por Marc Pérez evita aclarar con quién negociarán la investidura o un programa de Gobierno, pero defienden que harán una oposición “contundente” si finalmente gobierna la izquierda. Ciudadanos marca como puntos fundamentales la implantación del castellano como lengua vehicular y la bajada de impuestos.