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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Los bandos de la guerra en Siria, diez años después de su comienzo

Beirut —

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Beirut, 12 mar (EFE).- A punto de cumplirse este lunes diez años de la revolución que desembocó en una guerra en Siria, el régimen de Bachar al Asad controla la mayor parte del país, pero está lastrado por una grave crisis económica, una gran lista de sanciones y el estancamiento en el frente bélico.

La fragmentada oposición armada se aferra a su último bastión en el noroeste mientras las negociaciones para una solución política siguen sin dar frutos.

Estas son algunas claves para entender el tablero del conflicto una década después de su inicio:

EL GOBIERNO

En la actualidad, Damasco controla la mayor parte del territorio sirio a excepción de varias zonas en el noroeste del país -principalmente la provincia de Idlib, el último bastión opositor, y algunas áreas rurales de Alepo y Hama- y el noreste, en manos de una administración autónoma kurda.

Sin embargo, los avances militares en el noroeste han sido inexistentes en el último año en medio de un alto el fuego acordado entre Moscú y Ankara, con pocas perspectivas de que logre a corto plazo arrebatar mucho terreno a la oposición, apoyada por Turquía.

Además, las fuerzas leales a Al Asad dependen en gran medida del apoyo aéreo proporcionado por su aliada Rusia, lo que junto a la ayuda de Irán y del grupo chií libanés Hizbulá ha puesto en duda la soberanía real del Gobierno.

Al Asad se mantiene al frente de una nación frágil y fragmentada, con la infraestructura devastada tras una década de conflicto y una difícil reconstrucción por delante. Algunas regiones, principalmente el sur del país, son volátiles y escapan al control firme de las autoridades.

La grave crisis económica, empeorada por la pandemia y las sanciones, ha empujado a más del 80 % de la población por debajo del umbral de la pobreza y ha dejado patente la escasez de pan y combustible en las zonas gubernamentales.

Mientras crece el descontento entre la población, el Gobierno sirio anunció recientemente su presupuesto más bajo desde el inicio del conflicto y la moneda local sigue su caída sin freno, siendo el precio del dólar en el mercado negro más del doble del tipo de cambio oficial.

LA OPOSICIÓN Y TURQUÍA

El otrora destacado Ejército Libre Sirio, formado por soldados sublevados pocos meses después del estallido de la revuelta popular, perdió fuelle a mitad de la guerra y hoy, con el nombre de Ejército Nacional Sirio, es uno de los grupos que operan en Idlib bajo el ala de Ankara.

En esa región, último gran reducto de la oposición, conviven facciones armadas proturcas y grupos radicales, principalmente el Organismo de Liberación del Levante, en el que se incluye la exfilial siria de Al Qaeda antiguamente denominada Frente al Nusra.

En marzo de 2020, Ankara y Moscú pactaron con considerable éxito un cese de hostilidades en Idlib, crearon una franja de seguridad y comenzaron a patrullarla conjuntamente, si bien los bombardeos y ataques han continuado con menos intensidad en puntos de la provincia y otras áreas cercanas.

Turquía ha logrado fortalecer su presencia estratégica en el noroeste de Siria, además de lo ganado en el noreste a finales de 2019 frente a las milicias kurdosirias, a las que considera terroristas. Otro acuerdo con Moscú y Washington llevó a la creación de una franja de seguridad de 30 kilómetros en la frontera siria-turca.

En las últimas semanas, las fuerzas kurdas se han enzarzado con los rebeldes sirios apoyados por Ankara en varios puntos del norte como Ain Issa. Si bien los kurdos están enfrentados a Damasco, no colaboran con los opositores y han cerrado acuerdos puntuales con el Gobierno frente a Turquía.

El principal actor armado son las Fuerzas de Siria Democrática, alianza liderada por kurdos que ha sido la gran aliada de la coalición internacional capitaneada por Estados Unidos en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) desde 2014.

La oposición civil no armada es prácticamente inexistente en Siria después de una década de guerra y la Coalición Nacional Siria (CNFROS), con sede en Turquía, ha perdido protagonismo.

PROCESO DE PAZ EN PUNTO MUERTO

Desde el principio, han surgido una serie de mecanismos para tratar de llegar a una solución política en Siria, pero los distintos esfuerzos de organismos como la Liga Árabe o Naciones Unidas no han logrado avances significativos.

Hace un mes, tras cerca de un año de parón debido a la pandemia, se reanudaron las consultas del denominado proceso de Astaná en la ciudad rusa de Sochi, donde se reunieron las principales potencias -Rusia, Irán y Turquía-, así como representantes de Damasco y la oposición.

Esta mesa de diálogo, creada en paralelo a Naciones Unidas, se centra en lograr un arreglo político, mientras se desarrollan las negociaciones del Comité Constitucional en Ginebra, constituido a finales de 2019 para redactar una nueva Carta Magna con la participación del régimen, la oposición y la sociedad civil.

El enviado de la ONU para Siria, Geir Pedersen, reconoció en enero que las negociaciones en Suiza están fracasando, pese a que la comunidad internacional apuesta por este proceso como la única vía para la paz.

Uno de los 150 miembros del comité, Ibrahim al Jibawi, que representa a la oposición, reconoció a Efe que el proceso está en punto muerto “sin nada en común y con diferencias en todos los aspectos”, algo que achaca a la “intransigencia, dilación y obstrucción del régimen”.

“Todos creemos que trabajar en la Constitución sería clave para una solución, pero tras cinco rondas del Comité Constitucional el régimen no se ha comprometido con trabajo sincero y real”, concluyó Al Jibawi.

El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó en 2015 una resolución que aboga por la redacción de esa Constitución y la celebración de elecciones libres en Siria, algo que de momento no se divisa ni siquiera en el largo plazo.