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Los barrios más ricos de Madrid prenden la mecha de las movilizaciones contra el Gobierno por toda España

Manifestación contra el Gobierno en Madrid / Olmo Calvo

Marcos Pinheiro

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La Plaza de la Moraleja alberga algunas de las pocas tiendas que hay dentro de esa exclusiva urbanización de Madrid, plagada de casas de lujo y que en el ranking de la Agencia Tributaria figura como el barrio más rico de España. Vecinos cuya renta disponible supera los 110.000 euros encuentran ahí una mezcla de comercios básicos y restaurantes exclusivos. Este domingo, sin embargo, albergó una imagen inédita: decenas de personas se manifestaron allí, con la bandera de atuendo y el himno como banda sonora, contra el Gobierno de Pedro Sánchez y al grito de “¡Libertad!”.

La escena que se dio en La Moraleja se ha repetido en algunas de las zonas más ricas de la capital y se ha extendido este fin de semana por varias ciudades de toda España. En las últimas semanas ya se habían convocado algunas caceroladas contra el Gobierno a las 21.00 de la noche, una hora después de los aplausos a los sanitarios, pero la mecha de las concentraciones en la calle se prendió en Madrid después de que el Ejecutivo denegase el paso de la región a la fase 1 de la desescalada.

El epicentro fue la calle Núñez de Balboa, que atraviesa de norte a sur la zona más exclusiva del Barrio de Salamanca, otra zona adinerada de la capital, esta en el centro de la ciudad. A principios de la semana pasada algunos vecinos trasladaron las cacerolas a pie de calle, lo que provocó la intervención de la Policía, que identificó a algunos de los manifestantes. El enfado por la actuación policial llevó a más vecinos a secundar las convocatorias que se movían por los WhatsApp y el miércoles ya alcanzó la entidad de pequeña manifestación en la que predominaban los gritos de “¡Gobierno dimisión!”.

El jueves la presencia policial en esa calle fue mucho mayor que otros días, pero eso no impidió una nueva concentración de manifestantes, a los que los agentes se limitaban a pedir que se movieran porque era “la hora del paseo”. La protesta ya se había comenzado a trasladar a otras zonas de la capital, como Pinar de Chamartín. Cuando la polémica por esas movilizaciones en pleno estado de alarma ya había saltado al debate político se dio su impulso definitivo: el Ministerio de Sanidad volvió a denegar el pase de Madrid a la fase 1 de la desescalada y solo admitió una relajación de las condiciones de confinamiento, centrada en la reapertura de comercios o la presencia en velatorios, igual que hizo con el área sanitaria de Barcelona.

Mascarilla, cacerola y bandera de España

La negativa del Ejecutivo, presentada por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, como una estrategia de PSOE y Unidas Podemos para provocar la “ruina” de la región, extendió esas protestas a otras zonas. Las convocatorias se multiplicaron por las aplicaciones de mensajería y las redes sociales contra “la gestión sanitaria y económica” del Ejecutivo. Algunos de esos mensajes para movilizar recomiendan qué llevar a la protesta: mascarilla, bandera de España y elementos para hacer ruido.

Así lo hicieron los vecinos de la localidad de Boadilla del Monte. Algunos participaron en la protesta desde sus vehículos y protagonizaron una especie de cabalgata reivindicativa que lideraba un todoterreno de la marca Hummer al que seguían un Mini Cooper, un Audi y un Mercedes. Aravaca o Mirasierra fueron otros de los barrios de la capital que se sumaron a la protesta durante el fin de semana. Las escenas siempre eran similares: grupos de personas, no siempre respetando la distancia de seguridad, con banderas de España entre las que se colaban algunas franquistas, gritos contra el Gobierno y el himno saliendo de unos potentes altavoces.

Según datos de la Policía, el viernes hubo una decena de protestas en Madrid; el sábado llegaron a la veintena. En la Castellana llegaron a juntarse un millar de personas. El día anterior, en Núñez de Balboa habían salido unas 500. El domingo los agentes contabilizaron hasta 35 núcleos de protestas repartidos por diversos barrios de Madrid. En el Paseo de la Habana llegaron a juntarse 4.000 personas.

Los barrios madrileños que han acogido los primeros focos de protesta callejera contra el Gobierno tienen dos elementos en común: en ellos viven familias de rentas altas y en todos arrasa la derecha en votos. En el distrito de Salamanca la renta media es de 90.000 euros; el voto a PP y a Vox en las elecciones del 10N sobrepasó el 60%. Aravaca presenta unos datos económicos similares –ambos territorios están entre los más ricos de España– y concentra en algunas zonas al 1% más rico de todo el país: en algunas de esas calles PP y Vox se quedaron cerca de alcanzar el 90% de los votos.

Boadilla del Monte, donde los gritos contra el Gobierno salían desde de una comitiva de coches de alta gama, es un bastión del PP. En las elecciones municipales de hace un año se llevó el 50,4% de los votos. Los populares tienen ahí una victoria aplastante asegurada comicio tras comicio, y eso que las corruptelas del partido convirtieron al municipio en uno de los protagonistas de la trama Gürtel, considerado junto con Pozuelo de Alarcón como el epicentro desde el que empezó a actuar la red corrupta. Esas localidades, en las que no hubo contestación social al expolio al que les sometieron sus alcaldes, ven ahora cómo sus calles se llenan de vecinos que claman contra un Gobierno al que acusan de haberles robado la libertad.

La protesta se extiende agitada por la extrema derecha

“Han empezado en Madrid y ahora nos toca sumarnos” decía el mensaje para convocar protestas fuera de esa región. Las concentraciones en los barrios ricos de la capital han comenzado a replicarse en otras ciudades. En Santander se dio una imagen que tardó poco en viralizarse: un hombre sentado en la parte de detrás de un Mercedes descapotable pedía la dimisión del Gobierno con un megáfono en la mano derecha y la bandera española en la izquierda. También salieron a la calle vecinos de Valencia, Sevilla, Córdoba -donde se juntaron 2.000 personas según la Policía-, Zaragoza, Salamanca, Valladolid y otras grandes ciudades.

El germen de la protesta que ahora se extiende por todo el país está en las caceroladas contra el Gobierno que se multiplican en las últimas semanas por parte del entorno de la extrema derecha. Desde comienzos de abril se empezaron a mover convocatorias que en un inicio tenían un seguimiento muy discreto. Luis del Pino, uno de los principales instigadores de la teoría de la conspiración del 11-M, fue uno de los primeros en agitar las caceroladas.

También ha promovido esas protestas el agitador de extrema derecha Alvise Pérez –cuyo nombre real es Luis Pérez–, exasesor de Toni Cantó en Ciudadanos y ahora dedicado a lanzar bulos contra el Gobierno. Desde sus cuentas en redes sociales anima a las protestas y le acusa de tener “encerrados” a los españoles. De hecho, llegó a fabricar una campaña falsa del Ejecutivo en la que se veía la cara de Pedro Sánchez junto al texto “Confía en tu Gobierno. Un buen ciudadano obedece”. Ahora, varios manifestantes han impreso esas octavillas que exhiben en las concentraciones y el pasado sábado se desplegó una lona con esa imagen en la fachada de un edificio de la Castellana, en el distrito financiero de la capital.

Alvise es un tertuliano habitual de Estado de Alarma, el programa que se emite en youtube y que reúne a buena parte de la extrema derecha mediática comandada por el periodista Javier Negre. El programa, que saltó a los programas del corazón por la supuesta infidelidad de Alfonso Merlos, uno de sus colaboradores, ha hecho un seguimiento de las manifestaciones a las que anima a participar. De hecho, ha cambiado su hora de emisión para no coincidir con ellas y que sus espectadores no tengan que elegir entre bajar a la calle con la cacerola o seguir las entrevistas de Negre, que en las últimas semanas ha conversado con Mario Conde, Quique San Francisco o la diputada de Vox Macarena Olona.

El partido de extrema derecha ha visto en estas movilizaciones una vía más para canalizar su oposición al Gobierno. Vox trata de usar en su beneficio a las asociaciones de afectados, ha judicializado la pandemia con querellas contra miembros del Ejecutivo y ahora apadrina las cacerolas. Su concejal en el Ayuntamiento de Madrid Pedro Fernández ha instigado este lunes las protestas contra el Gobierno y el partido ha intentado convocar protestas en coche en las cuatro capitales catalanas. Interior lo ha prohibido alegando “cierto riesgo de contagio”. Las delegaciones del Gobierno en Galicia, Extremadura o Andalucía sí han autorizado algunas de ellas en las últimas horas.

Pero los manifestantes no tiene solo el apoyo del partido de Santiago Abascal. Isabel Díaz Ayuso se ha mostrado este lunes comprensiva con esas movilizaciones. “Piensan que son cuatro ricos, además, lo hacen así para intentar fomentar una lucha de clases, como siempre, que están ahí como pasando la tarde. No se están dando cuenta del daño que están causando en las economías de toda la Comunidad”, ha dicho en una entrevista en Telecinco.

La presidenta madrileña está enzarzada en una lucha política contra el Ejecutivo que ha intensificado a propósito de la desescalada. El pasado jueves ya defendió las movilizaciones durante su intervención en la Asamblea de Madrid –“lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma”, dijo- como parte de su campaña contra PSOE y Unidas Podemos, a los que acusa de intentar buscar la ruina económica de Madrid. El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, le ha recriminado en una entrevista en TVE que aliente esas manifestaciones que se dan “sin ninguna distancia social” y con el propósito de “tumbar al Gobierno”. A nivel nacional, el PP se limita a decir a través de su secretario general, Teodoro García Egea, que las protestas entran dentro de la “libertad” de los ciudadanos.

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